César Pérez Navarro
Hito Histórico en la Guerra civil de Julio César contra los hijos de Pompeyo
Siglo I a.C. Bellum Hispaniense
En el invierno del 46-45 a.C., un testigo ocular nos dejó una crónica que formaba parte de sus memorias y se conserva hasta estos días. Se trata del diario de campaña de un oficial de las legiones romanas que actuaron en la Bética (Andalucía) bajo el mando de Julio César. Nos relata, entre otros capítulos, la guerra librada entre quien se convirtiera en el primer emperador de Roma y aquellos que se le opusieron, los hijos de Pompeyo, Gneo y Sexto. El relato comienza con el refugio en la Bética de Gneo Pompeyo y los restos del ejército republicano, vencido por César en el norte de África. Nos situamos en la segunda guerra civil entre los partidarios de la República -los pompeyanos- y los seguidores de Julio César, quien sería investido como dictador perpetuo tras su victoria.
Capítulo 3. Mientras Sexto Pompeyo defiende Córdoba, su hermano Gneo pone cerco a Ulia, que se mantiene fiel a la causa de César. Este envía socorros a la ciudad cercada. Capítulos 4-5. César asedia Córdoba. Gneo Pompeyo levanta el cerco de Ulia y acude con sus tropas. César no puede impedir que el enemigo penetre en la ciudad y se haga fuerte en ella (fines de diciembre del 46 hasta 20 de enero del 45). César desiste de tomar Córdoba y pasa graves aprietos para alimentar a su ejército. Capítulos 6-19. Asedio de Ategua por César. Gneo Pompeyo lo sigue con sus fuerzas.
La campaña de Ategua dura cerca de un mes; la plaza se rinde el 19 de febrero del 45 […].
La toma de Ategua o el llamado “granero de Andalucía”, pues allí se almacenaban víveres llegados de toda la región, fue un punto de inflexión en la guerra civil desarrollada en Hispania, y posibilitó el abastecimiento de las tropas cesarianas, que poco después vencerían en la célebre Batalla de Munda y tomarían Córdoba y Sevilla. Por su trascendencia, que marcaría el futuro de Roma como un Imperio, el asedio y la rendición de Ategua ocupa catorce capítulos del Bellum Hispaniense, extensión mucho mayor que el relato de cualquier otro de los episodios de la guerra civil. Pero esta historia de una ciudad documentada en crónicas como ninguna otra de la Hispania Meridional no se corresponde con una historia de intervenciones arqueológicas y puesta en valor acorde con su importancia. A sólo unos 25 Kms. de Córdoba, la ciudad fortificada romana se ubicó sobre otra íbera y anterior poblamiento durante la Edad de Bronce en Santa Crucita, antes municipio de Montilla, hoy de la capital.
La primera de las intervenciones arqueológicas se remonta a 1933, cuando Rafael Castejón, Félix Hernández y Samuel de los Santos llevaron a cabo una breve campaña en lo alto del cerro del Castillejo de Teba. Este último escribió: «Vimos las calles y manzanas de casas con mégaron y sótanos que aún ocultaban las balas de catapultas y glandes con que le combatió Pompeyo. Aún quedan visibles los silos que dice Varrón construían junto a la muralla para guardar el trigo y el mijo”. Incluso hoy se localizan los tres puntos donde acampó Gneo Pompeyo cuando acudió en auxilio de Ategua ante el asedio de Julio César, que contaba con 68.000 hombres divididos en ocho legiones, tropas auxiliares, caballería y refuerzos : «enterado (Cesar) de que en la ciudad de Ategua había mucho trigo, y aun a sabiendas de lo fuerte que era, marchó sobre ella animado por la esperanza de que la fortaleza de su ejército, y el miedo que éste inspiraba, le permitirían conquistarla sindemora. Una vez llegado a ella, la rodeó de fosos y empalizadas”. Julio César ordenó talar los bosques circundantes y construir torres de asalto, rampas, arietes y manteletes con los que romper la defensa de Ategua.
Una de las últimas actuaciones arqueológicas permitió el estudio de las termas de Ategua, ya excavadas con anterioridad y ubicadas en su flanco oeste, aunque, como otras muchas estructuras, aún no se han descubierto en su totalidad. Cuentan con las salas fundamentales de un establecimiento termal: apodyterium, tepidarium y caldarium, para las cuales se emplean técnicas constructivas como el opus quadratum, opus signinum, spicatum o ladrillos en espiga. Esta riqueza histórica y constructiva no parece de suficiente peso para que -a día de hoy- este Bien de Interés Cultural (desde 2005) salga del olvido y merezca una puesta en valor y adecuada protección para salvaguardarlo de expolios y destrucción de áreas ya investigadas o ni tan siquiera excavadas. Se calcula que sólo un 5% de su superficie se ha excavado, pero el yacimiento cuenta con una ocupación continuada de 4.500 años con períodos históricos que abarcan el Calcolítico, la Edad de Bronce, una necrópolis tartésica-turdetana, la fortaleza ibérica, la ciudad romana y el posterior asentamiento y muralla medieval, con un abandono en el siglo XIV. A día de hoy seguimos sin un plan director con adecuado y un generoso presupuesto anual por parte de las administraciones públicas, Junta de Andalucía en especial, que rescate del olvido este diamante en bruto del patrimonio cordobés.
Entrevista a Jose María Serrano Carriel, secretario Asociación Amigos de Ategua
– ¿Cómo es posible que un yacimiento arqueológico calificado como Bien de Interés Cultural (BIC), con la máxima categoría y protección legal, permanezca abandonado por la Junta de Andalucía? ¿Cómo se explica que no exista inversión pública para concluir su excavación y puesta en valor?
– Esa es la pregunta del millón en lo referente a Ategua, y a la que a día de hoy no sabemos dar una explicación lógica… ¿Cómo un yacimiento conocido y de la importancia Histórica de Ategua, y que solo está excavado en un 2 %, manteniéndose intacto y todo aún por descubrir, con más de 4.500 a de años de historia y con tantas culturas superpuestas y enterradas, puede continuar olvidado y sin ser excavado en pleno siglo 21??
No es que no exista inversión para concluir su excavación y puesta en valor…es que no existe inversión para comenzar a excavar…
– ¿Cuáles son las reivindicaciones fundamentales de la Asociación Amigos de Ategua?
– Las reivindicaciones de la asociación son muy claras y están en nuestros estatutos:
-Fomentar el conocimiento del conjunto arqueológico de Ategua por medio de los estudios que se lleven a cabo en los campos de la historia, arqueología, filosofía, geografía, etc.
– Llevar a cabo iniciativas de divulgación, para difundir, estos estudios, a todos los niveles formativos.
– Colaborar en todos los aspectos concernientes a la infraestructura de la investigación en Ategua y su entorno.
Pero, nos vemos obligados a:
-Alzar nuestra voz para proteger el yacimiento de expolios, ataques y destrucción sistemática a la que está sometido continuamente.
– Luchar por remover conciencias y conseguir que comiencen, de una vez, los trabajos científicos de estudios y excavación de la ciudad, sistemáticamente prometidos y que nunca llegan.
– ¿Cuándo comenzaron las excavaciones? ¿Cuántas campañas de excavación se han llevado a cabo a fecha de hoy?
El oppidum de Ategua constituye uno de los lugares míticos de la arqueología andaluza gracias a las reminiscencias dejadas en historiadores y arqueólogos por su destacada participación en los hechos narrados en el Bellum Hispaniense. Las primeras intervenciones arqueológicas conocidas en Ategua datan de 1933, fecha en la que Samuel de los Santos, por entonces director del Museo Arqueológico Provincial de Córdoba, llevó a cabo una breve campaña (excavaciones de las que sólo se conservan algunos escasos materiales en dicho Museo y unas escuetas referencias en su aún inédita Historia de Córdoba. Debemos esperar a mediados de los años sesenta para que se reemprendan las excavaciones en Ategua, esta vez dirigidas por A. Blanco. De esta nueva campaña, no se publicaría un escueto informe hasta casi dos décadas después (BLANCO, 1983). A comienzos de los años ochenta se puso en marcha un ambicioso proyecto que, bajo la dirección de M. Martín Bueno, tenía corno objetivo la excavación sistemática de este yacimiento cordobés. En varias campañas realizadas entre 1980 y 1982 se realizaron varios sondeos estratigráficos, se excavó buena parte de la muralla romana y medieval y se puso al descubierto un sector de la ciudad de época hispano-musulmana. Por desgracia, de estas importantes excavaciones sólo se ha publicado alguna nota sobre las últimas etapas históricas de ocupación y una apretada síntesis de la secuencia estratigráfica obtenida en la zona denominada «acrópolis» (MARTIN BUENO, 1983).
En los años 90, el profesor José Clemente Martín de la Cruz, realiza junto a sus alumnos, trabajos de limpieza y mantenimiento de estructuras.
En el 2004, el arqueólogo Luis Alberto López Palomo, realiza la última excavación hasta la fecha, una pequeña cata, para ver la idoneidad de proyectar, por esa zona, el camino de acceso a Ategua, en la que aparecerán importantes materiales , distintas construcciones y restos de la muralla Tartesia.
Hasta la fecha solo se han realizado trabajos arqueológicos para la conservación y restauración de los muros y estructuras sacadas a la luz en las anteriores excavaciones.
– ¿Cuáles han sido los peores episodios de expolio hasta la fecha?
El expolio en Ategua es continuo, hay que tener en cuenta que hasta pasado el año 2002 y tras la presión de la asociación, la Junta de Andalucía no protege el yacimiento con una valla, y además, esta valla no cubre la totalidad del yacimiento, pudiendo encontrarse estructuras en el perímetro exterior del mismo. Al carecer de vigilancia continua, esta valla no es disuasoria, sino todo lo contrario.
En los terrenos aledaños, al ser propiedad particular, se realizan tareas agrícolas que a menudo ponen al descubierto material y estructuras arqueológicas, que en ocasiones han dañado de forma dolorosa restos de gran importancia. Por otro lado, los expoliadores y piteros continuamente destruyen restos y expolian el yacimiento ante la pasividad o impotencia de sus protectores.
– ¿Cree que la puesta en valor de este y otros yacimientos de similar trascendencia podrían contribuir a un modelo de desarrollo económico alternativo al actual, dada la riqueza patrimonial de Córdoba y Andalucía?
Creo, sinceramente, que este yacimiento es el único fututo posible de Santa Cruz y los pueblos de su alrededor, pudiendo ser el dinamizador cultural y socio-económico que evite la desaparición y extinción de estos pueblos, ante la creciente despoblación y paro enquistado que viene soportando nuestra campiña…el futuro de sus gentes no está ya en el campo, cada vez más maquinizado, y al ser una zona con una nula existencia de industria se ve avocada a su lenta desaparición. Tenemos en el yacimiento el único potencial capaz de evitar esta catástrofe. De nosotros depende estar a la altura. Luchar por el yacimiento es luchar por nuestro pasado para tener una oportunidad de luchar por nuestro futuro.
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