Leo Fernández
Publicado en enero de 2017 en el Número 1 de la edición impresa
Entra, cierra la puerta. No tengas miedo, ya ha pasado todo. El frío y el miedo del parque ya no rondarán nuestros sueños. Ahora tenemos una casa. Ahora podemos cerrar nuestra puerta y respirar tranquilas. ¡Y ya tenemos una cama y un frigorífico! ¡Y mañana tendremos sillas y mesa! Me lo han dado los vecinos y mi madre también, que aunque no tiene ni para ella, siempre echa un puñado de arroz más en la olla. Y más cosas que iremos teniendo, poco a poco. Y de estas paredes vacías haremos un hogar ¡un sueño! Nuestro regalo de reyes. Un hogar de esta pocilga que era ayer.
Pero hoy es nuestro hogar. Porque nosotras lo hacemos nuestro. Lo pintamos, lo limpiamos, le damos vida. Sembramos entre las grietas de sus paredes semillas de esperanza, regadas con las goteras que aparecen cuando le da por llover en Córdoba. No es una casa perfecta, está vieja, descuidada, sin muebles, con la luz enganchada y con el agua recién dada de alta.
Pero no importa, es nuestra casa. Nuestras camas, la mesa donde nos sentaremos a comernos las uvas este año. Un espacio propio, vital… una nueva oportunidad para salir a buscar trabajo aseada, donde vosotras podréis jugar y hacer las tareas del cole. Vamos a salir adelante, ya lo veréis, vamos a pelear como fieras, como leonas que somos. Esta es nuestra camada y no nos marcharemos. Ya no es un inmueble vacío del banco. Ahora es nuestra casa, nuestro hogar, un lugar donde crecer y hacer sueños posibles. NI GENTE SIN CASA NI CASAS SIN GENTE – ¡STOP DESAHUCIOS!
Inés ha querido compartir con Paradigma su testimonio. Ante la disyuntiva de quedarse sin techo con sus hijos o buscar el cobijo de una vivienda para el duro invierno, Inés, angustiada por exponer a sus hijos a pasar el invierno en la calle, no dudó. Nos ha contado los hechos, y cómo va viviendo esta situación con angustia:
“Cuando yo llegué me preguntaron los del banco que si yo reconocía que me había metido en una casa ilegalmente. Y dije que sí, que yo lo reconocía. Y me volvieron a preguntar ¿y está dispuesta a marcharse? Y dije: no, no me voy a ir. ¿Donde me voy? ¿a la calle? No, no me voy a ir. Que no me voy a quedar en la calle con mis hijos, eso lo tengo claro. Y estoy, ya te digo… la ansiedad me come. No hay día que no llore porque es que ya no sé lo qué hacer. Pero delante de mis niños soy la tía más fuerte que hay en el mundo entero”
Nuestros barrios tienen muchas personas viviendo la misma angustia. En pleno invierno.
Estefanía Recio, madre de dos niños de 5 años y 8 meses lleva ocupando un inmueble de La Caixa situado en la calle Motril desde hace 10 meses, con la colaboración de sus vecinos. Vivían de alquiler hasta que, al quedarse parada, y cobrar solo una ayuda de 255€, no podían pagar el mismo. En ese momento estaba embarazada del segundo niño y tuvo que abandonar la vivienda. La familia, monoparental, tenía solicitada una vivienda en Vimcorsa. Al no recibir ninguna propuesta de solución por parte de las Administraciones públicas, y con poco tiempo para dar a luz, valoró como única salida posible la ocupación, pensando en la situación de sus niños. Estefanía esta dispuesta a luchar por sus dos hijos, no entiende que con tantas viviendas vacías les amenacen con echarlos a la calle.
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