Rosa Blanco
Publicado en marzo de 2017 en el Número 3 de la edición impresa
La diversidad de familias que conviven en las escuelas de hoy, en España, es muy grande y muy rica. Familias monoparentales, de padres homosexuales, de madres lesbianas, transexuales o la que tradicionalmente conocemos. Por otra parte, producen estupor los informes publicados sobre las relaciones en la adolescencia, con comportamientos en los que perviven relaciones de dominación/ sumisión, y por tanto de control de la pareja. Sin embargo, el sistema educativo no está preparado para abordar los cambios que nuestra sociedad ha ido generando al respecto. Tiene que dar pasos importantes para contemplar los distintos tipos de familia, no como un problema, sino como una riqueza de las diferentes manifestaciones afectivas. Y posibilitar superar los viejos roles tradicionales, estancados y jerarquizados. La Escuela es el espacio común, donde las criaturas deben encontrarse para formarse de manera integral como personas, y a la vez, empezar a vivir su ciudadanía desde una perspectiva coeducadora, libre y responsable.
Sin embargo, el sistema educativo, no ha incluido esta formación de manera explícita y generalizada dentro del curriculum, en todos los tramos educativos, a pesar de que la Ley de Igualdad, la Ley contra la Violencia de Género y la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, reclaman la urgencia de educar en libertad y equidad. Hoy volvemos a exigir al Gobierno y a los partidos políticos que pongan en su agenda, con prioridad, la reforma de la Ley de Educación, con recursos para atajar el terrorismo machista, apoyando en nuestras escuelas, el desarrollo integral de niños y niñas, adolescentes y jóvenes con una educación afectivo sexual en condiciones.
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