Director General de la UNESCO entre 1987 y 1999.
Presidente de la Fundación “Cultura de Paz”
“Ahora ya no hay disculpa: tenemos que reaccionar, es preciso e ineludible alzar la voz.”
Redacción
Publicado en abril en el Número 4 de la edición impresa
¿Qué falta para ver cumplir la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución?
Tomar conciencia de que debemos recuperar la brújula porque, como dice el famoso refrán marinero, “nunca hay buen tiempo para quien no sabe a dónde va”. Son indispensables los referentes éticos para ahormar nuestro comportamiento cotidiano. El neoliberalismo sustituyó a las Naciones Unidas por grupos plutocráticos (G7, G8, G20) y a los valores morales por los bursátiles. Un inmenso poder mediático convierte a muchos seres humanos en espectadores impasibles. La Unión Europea es exclusivamente una unión monetaria que no observa la excelente Carta de Derechos Fundamentales del año 2000, que sitúa la igual dignidad de todos los seres humanos como principio supremo. Es imprescindible “darnos cuenta” de que estamos llegando a puntos de no retorno -en medio ambiente y en desigualdades sociales- que requieren ineludiblemente el respeto general a los “derechos y deberes humanos”.
El 1% más rico del mundo posee más riqueza que el 99% restante de la población mundial, y la desigualdad aumenta en España. ¿Cómo podemos revertir estas dramáticas tendencias?
Hasta hace unas décadas no era posible revertirlas porque la gran mayoría de los seres humanos vivían confinados intelectual y territorialmente en espacios muy reducidos, obedientes, temerosos, silenciosos… Ahora ya sabemos lo que acontece en todas partes, somos ciudadanos del mundo, podemos expresarnos libremente. Ahora ya no hay disculpa: tenemos que reaccionar, es preciso e ineludible alzar la voz.
¿Qué opina de las políticas migratorias de la Unión Europea?
Es inadmisible que se haya reducido, hasta casi anularse, la ayuda al desarrollo, en lugar de aumentarla para que todo el mundo pueda vivir dignamente en sus lugares de origen… y no acoger, como es su pleno derecho, a los refugiados, que sobreviven arracimados en auténticos campos de concentración,… Una unión estrictamente monetaria, que debería rápidamente afianzar los lazos políticos, sociales, culturales para convertirse en una Comunidad de Estados decididos a ser faro y torre de vigía de la democracia genuina y de la convivencia armoniosa. Los ciudadanos deben alzar la voz. No pueden permanecer callados frente a las torpezas progresivas del “Occidente mercantilizado”, siguiendo las pautas dictadas por el Partido Republicano de los Estados Unidos, que, marginando a las Naciones Unidas, ha invadido Irak basándose en la simulación y en la mentira, y ha producido un gran desconcierto en la gobernanza internacional.
¿Cómo podemos evitar el deterioro de nuestro planeta y de su biodiversidad?
¡Hasta el Papa Francisco, en una originalísima “encíclica ecológica” ha proclamado la apremiante necesidad de no deteriorar la “casa común”! El Presidente Obama indicó que la actual generación era la primera que debía hacer frente a estos grandes desafíos… y la última que podría resolverlos. Ambos aceleraron la firma de los Acuerdos de París en diciembre de 2015. Hay que ponerlos en práctica, sin excusas y con urgencia…
Si el insólito Presidente Trump llevara a cabo su decisión de incumplir los Acuerdos de París sobre Cambio Climático, debería producirse una inmediata oposición ciudadana, porque no se deteriora la habitabilidad de los Estados Unidos sino la de la Tierra en su conjunto. Es una traición intergeneracional absolutamente intolerable. Hemos redactado un “llamamiento” para hacer frente a la extrema pobreza -¡que hace que mueran de hambre cada día miles de personas, la mayor parte niñas y niños de uno a cinco años de edad, al tiempo que se invierten en armas y gastos militares 4,000 millones de dólares!- y a la necesidad imperiosa de detener el cambio climático. Todos debemos cumplir los Acuerdos de París. Todos, sin excepción.
Sin embargo, lo único que han sido capaces de decidir los “grandes líderes” de la Unión Europea ¡ha sido incrementar el presupuesto de seguridad y defensa! No podemos seguir callados. Somos los ciudadanos del mundo, “Nosotros, los pueblos…”, como tan lúcidamente se expresa en la primera frase de la Carta de las Naciones Unidas, quienes debemos ahora tomar en nuestras manos las riendas del destino común. No podemos mirar a los ojos de nuestros descendientes “esperando a ver qué hacen” unos gobernantes manifiestamente incompetentes. Debe procederse sin demora a la refundación de un multilateralismo democrático, de unas Naciones Unidas eficientes. Y no serán los “globalizadores” quienes lo hagan. Será la palabra, la voz de la gente.
La Mezquita-Catedral, Patrimonio de la Humanidad, icono de concordancia entre culturas y religiones desde el Al-Andalus, padece una gestión arquitectónica, económica y cultural excluyente. Como Presidente de la Comisión histórico-jurídica municipal que estudiará la defensa de la titularidad pública de la Mezquita-Catedral, ¿qué opina?
Si no se reconoce, sin cortapisa alguna, como “Mezquita-Catedral”, se procedería a declararla “patrimonio de la humanidad en peligro”, para desposeerla a continuación de una consideración mundial que tanto merece. No hay que entrar en debates con el Cabildo. Tengo la seguridad de que muy pronto se desvanecerán los interrogantes actuales.
¿Qué opina del estado de la educación en nuestro país?
La “globalización” ha tenido el efecto contrario: ha “concentrado” en muy pocas manos la riqueza y
el poder. Ha confundido educación con capacitación, conocimiento con información, información con noticia… Se han seguido los Informes PISA, propios de una organización económica (la OECD), de tal modo que en lugar de “aprender a ser” se está favoreciendo “aprender a tener”. Los “educados”, según la definición magistral de la UNESCO, son quienes son “libres y responsables”. Pueden y deben aprender muchas cosas y deben ser capaces de ejercer plenamente las facultades distintivas de la especie humana: pensar, imaginar, innovar, anticiparse, ¡crear! Es urgente sustituir la actual economía de especulación, deslocalización productiva y guerra por una economía basada en el conocimiento, para procurar un desarrollo global sostenible y humano.
Ello permitiría sentar las bases para la transición histórica de una cultura de imposición y dominio, a una cultura de diálogo, conciliación y paz. Para la transición de la fuerza a la palabra: así de sencillo, y de difícil.
¿Qué opina del estado de la libertad de expresión en España?
En nuestro país y, en el mundo dominado por los “mercados” en general, hoy prevalece “la voz de su amo”. La información veraz es absolutamente indispensable para un Estado de justicia y democracia. Cuando se escribe, y firma el autor, todo es posible, todo es aceptable. Pero cuando se “describe”, no es admisible la menor desviación. Sólo si se conoce la realidad en profundidad, puede transformarse en profundidad. Hacer frente al inmenso poder mediático que nos transforma en espectadores impasibles y obcecados es una de las grandes prioridades de los cambios radicales que se avecinan.
¿Nuestra sociedad sabe reconocer la enorme contribución de nuestros mayores al país con una jubilación digna?
Este es un tema esencial: si no hay horizontes de calidad de vida, tanto los mayores como los jóvenes van perdiendo lo único que permite superar las contrariedades: la esperanza. Es preciso una re-conceptualización del trabajo y de la seguridad: urge un nuevo concepto de seguridad, ya que se invierten miles de millones en asegurar las fronteras pero no la vida –alimentación, salud, educación,… Sólo con el 10% de lo que se invierte en armas y gastos militares podrían asegurarse el suministro de alimentos, de agua potable, de servicios sanitarios, de cuidado del medio ambiente, educación para todos… que constituye la garantía del bienestar fundamental para los mayores y los jóvenes.
Todo esto está ahora, por primera vez en la historia, al alcance de la mayoría de los seres humanos. Incluyendo, en primer lugar, a la mujer, durante siglos marginada. Queda la palabra. De la fuerza a la palabra, la palabra. Delito de silencio.
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