La décima entrega de DOMINGOS LAICOS se dedica a una tertulia sobre secularización y laicismo. Han intervenido Aureliano Sainz, catedrático de Ciencias de la Educación de la UCO y recién jubilado, y Jaime Aja, profesor de sociología de la UCO. Han coordinado el programa Ana Begaraña y José Antonio Naz.
El debate ha sido profundo e interesante. Se ha aclarado el concepto de “Secularización”, que no es igual a laicización. Es cierto que cada vez más personas dejan de regirse por las reglas religiosas, y las autoridades no dependen de leyes religiosas. Pero no se produce la emancipación real que es el objetivo del laicismo.
En el debate se coincide en que en España se ha producido una rápida secularización en los últimos 30 años, y que en las generaciones más jóvenes está muy generalizada. Pero eso no se traduce en los distintos ámbitos de la sociedad, ni en determinados comportamientos individuales que pueden parecer contradictorios, como que haya parejas que no se casan por la Iglesia (el 75%) y luego bauticen a su hijo o hija y fomenten la celebración de la primera comunión. Los profesores participantes lo han explicado, uno desde el ámbito de la familia y las emociones y el otro desde la sociología. Las personas mayores de las familias conservan la tradición religiosa, que ha regido la sociedad española durante siglos y con marcado acento desde el golpe de Estado y la guerra civil, y a su vez influyen en los miembros más jóvenes, sobre todo en las celebraciones que son un motivo de encuentro. Por otro lado, en todas las sociedades los ritos y las tradiciones cumplen un papel muy importante, y estas han sido y continúan siendo controladas por la Iglesia. Sin embargo, ambos coinciden en que estas aparentes contradicciones no tienen en la mayoría de los casos fondo de conciencia religiosa, se realizan como azotes sociales o familiares. Las tradiciones pueden y deben cambiarse por otras menos dependientes del control eclesiástico y con carácter más universal.
Más preocupante les parece las relaciones de la Jerarquía eclesiástica con los poderes económicos y políticos, la penetración en ellos y la fuerte capacidad de utilizarlos en su beneficio.
A pesar de ello ven el futuro con optimismo: La secularización sigue avanzando y la influencia religiosa en las personas, salvo las creencias íntimas, es cada vez menor; y se está tomando cada vez más conciencia de la influencia negativa que el poder la Iglesia puede tener en la vida diaria (catequesis en colegios, invasión de la calle y de los espacios públicos, pretensión de influir en las leyes, etc.).
Se concluye que hay que difundir y convencer de la necesidad del laicismo, como el único eje que puede sustentar un verdadero Estado y una Sociedad emancipados y democráticos. Esa transformación individual debe ir acompañada de un trabajo político de los partidos y colectivos que pretenden y luchan por un cambio de sociedad igualitaria y respetuosa de los derechos humanos.
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