“La democracia es participativa o no es democracia”
F. Pindado, Comisionado de Participación Ciudadana, Ayuntamiento de Barcelona
Redacción
Publicado en Junio 2017 en el Número 6 de la edición impresa
Nuestra constitución, en su artículo 23, reconoce el “Derecho constitucional a la participación en asuntos públicos”. Este derecho tiene larga trayectoria en nuestra ciudad, durante muchos años referente de participación ciudadana. En los primeros años de democracia Córdoba vivió el auge de la participación ciudadana a través de la organización vecinal. En el 74 se creó una coordinadora de Asociaciones vecinales y en el 78 la Federación Al-Zahara. El primero Reglamento de Participación Ciudadana se aprobó en el año 83. 3 años más tarde se crean los Consejos de Distrito y el Consejo del Movimiento Ciudadano.
A partir del año 91 se incorporan orgánicamente entidades sociales de muy diverso índole, un paso no exento de debate y polémica, ya que algunas voces vecinales sentían la fuerza de los nuevos actores sociales como amenaza para la representatividad territorial de la ciudadanía organizada. Pero también hubo mucha altura de mira, y una capacidad creciente de constructiva cooperación entre los actores sociales y vecinales.
El cambio de siglo trajo tiempos de gloria para la participación ciudadana en nuestra ciudad, y con ello la puesta en marcha de presupuestos participativos en el año 2001, en alianza pública-privada, hecho que convirtió a Córdoba en pionero en el país, y en el mundo. El modelo cordobés de participación ciudadana fue presentado en múltiples eventos nacionales e internacionales, en países tan lejanos como Francia, Brasil o Peru se empezaba a hablar de Córdoba como modelo de participación ciudadana.
El año 2007 es testigo de la reforma – aprobada por unanimidad entre todos los grupos municipales – del Reglamento de Participación Ciudadana, con la importante incorporación de los sectores sectoriales al Consejo del Movimiento Ciudadano. El reglamento, en su preámbulo “revela el compromiso del Ayuntamiento ante los ciudadanos y ciudadanas para fomentar la participación democrática y la transparencia en los asuntos públicos”.
Años más tarde, el movimiento de los indignados nos recuerda el valor de la participación ciudadana, llevando en bandera su reclamo por una “democracia real” y reivindicando una participación auténtica desde la ciudadanía en la vida política y en las decisiones que afectaban su vida. Desde entonces, en algunos de los llamados ayuntamientos del cambio se han abierto canales de participación directa en decisiones de ciudad, a través de consultas ciudadanas vinculantes o presupuestos participativos. Sin embargo, cabe la pregunta si en nuestra ciudad hemos sabido escuchar ese reclamo de los jóvenes (que gestionarán la vida social y política de mañana).
Nuestro gobierno municipal hace gala de la participación ciudadana. Recordemos que el Pacto de Gobierno incluye el “Impulso de medidas para garantizar la participación real y efectiva de las asociaciones, los colectivos y la ciudadanía en el análisis (haciendo efectivo el reglamento de participación ciudadana), planificación, y la resolución, de los temas que afectan a la vida diaria de las y los cordobeses”, y se comprometió a:” (11) Definir con la ciudadanía y nuevo modelo de participación ciudadana; (14) Presupuestos participativos con la implicación de asambleas ciudadanas en los elementos más prioritarios; (16) Potenciación de los Consejos de Distrito; (17) Descentralización administrativa a través de las Juntas Municipales de Distrito; (18) Impulso de procesos de participación directa como consultas populares o referendos en la toma de decisiones de cuestiones cruciales para nuestra ciudad.
Pero, ¿qué ha quedado de los tiempos de gloria para la participación ciudadana nuestra ciudad? En estas páginas daremos voz a la ciudadanía en un análisis colectivo del estado de salud de la participación ciudadana en nuestra ciudad.
Recordemos que el término participación viene del latin “participatio”, palabra compuesta por el prefijo “pars” o “parti” (parte) y el verbo “capere” (tomar) y el sufijo “tio” (acción). Viendo esta raíz etimológica, podríamos traducir “Participación ciudadana” como la acción de tomar parte desde la ciudadanía. Para ello es imprescindible ser informado, ser escuchado, dialogar desde el reconocimiento mutuo y respeto, y finalmente consensuar.
Palabras sencillas, acción compleja. Requiere valor político en defensa de una ciudadanía informada, escuchada y empoderada. La participación ciudadana no es cuestión de una concejalía, ni de un gobierno municipal. Es cuestión de ciudad, y cuestión de valores que tienen que sustentar nuestras instituciones e impregnar el conjunto de nuestra acción política y social. Se necesita ciudadanía activa para fiscalizar y mejorar la gestión pública. Una auténtica participación ciudadana es la columna vertebral de la democracia. “La democracia es participativa o no es democracia.”
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