Según el minucioso estudio del Grupo Espeleológico G40, la cifra de cavidades exploradas hasta la fecha en el término municipal de Córdoba se aproxima al centenar. Se trata de cuevas naturales y artificiales (minas) perforadas en las rocas calizas terciarias y cámbricas. Salvo escasas excepciones, estas cuevas son desconocidas por la población cordobesa.
Abén Aljama Martínez
Publicado en Octubre 2017 en el Número 7 de la edición impresa
Foto de cabecera: Cuevas de la Arruzafa, Autor Emilio Carrillo
En el paraje de La Palomera y el Puente de Hierro sobre el arroyo Pedroche, se cuenta por decenas el número de cuevas, de cuyas paredes se extraía arena fina en los años 50 del pasado siglo para su venta. Incluso el poeta cordobés Luis de Góngora dicen se inspiró en una de estas cavernas y que cita en su obra “Fábula de Polifemo y Galatea”, publicada en 1612. Remontando estas mismas aguas y en las calizas de la extensa Mesa de Orive o del Sol (ahora llamada Meseta Blanca) se localizan algunas covachas como la Cueva del Sol, a la sombra de grandes higueras; o la Cueva de Las Cabras, guarida de bandoleros y ubicada en la margen izquierda del arroyo Barrionuevo.
En las Ermitas es muy conocida la llamada Cueva de Los Pobres (Yacimiento Neolítico), cuya toponimia procede de ser el lugar en el que las personas sin recursos se resguardaban de las inclemencias cuando subían a recibir alimentos de los ermitaños, según comenta el sentir popular.
Son numerosas las minas de agua repartidas por toda la sierra, exhibiendo en su interior bellos rincones que han sido creados gota a gota por el agua durante el paso de los años y que ha usado paredes, techo y suelo como lienzo para presentar sus obras de arte. La Cueva del Agua en terrenos de El Mirador o la Cueva del Fato en el Río Guadiato son ejemplos de este tipo de cavidades excavadas con fines hidráulicos.
En la Arruzafa se conservan todavía tres cuevas-cantera califales: Cueva de La Mula, Cueva de la Arruzafa y la Cueva de Diego de Alcalá, referida esta última en los escritos antiguos como “catacumbas o soterraños hondos llenos de huesos y calaveras de hombres, y esto en tanto número, que todos los huesos juntos de la ciudad no llegaran al que está en aquella santa casa” (RAMÍREZ DE ARELLANO Y GUTIÉRREZ, 1873).
También son dignas de mención otras canteras de las que se extrajeron grandes cantidades de bloques de calcarenita para construir edificios en la Colonia Patricia Corduba, como es el caso de Peñatejada (PENCO, 2004). Estas canteras, al igual que las Cuevas del Pino, han sido acondicionadas y reconvertidas como espacios para el ocio (celebración de eventos) y el turismo, en forma de alojamientos o restaurantes.
Las grandes cavernas de la Sierra de Córdoba
Muy célebres en Córdoba son las Cuevas del Mirador de Las Niñas, excavadas desde la Prehistoria para atacar el filón de calcopirita aurífera existente (GARCÍA, 2002). Varias bocas dan entrada a un complejo entramado de galerías de varios centenares de metros. En la cercana Torre de las Siete Esquinas, aún pueden observarse los barracones de los mineros.
Pero las grutas naturales más amplias se esconden en las oscuras manchas de matorral mediterráneo de la Sierra Morena, en terrenos de titularidad privada y de difícil acceso.
Es el caso de la Cueva de Piquín, una gran diaclasa natural que penetra en las profundidades del Cámbrico a través de una rampa de acusada inclinación (casi vertical) y en cuyas cotas inferiores existe una red de galerías horadadas para la extracción de material. Con medio kilómetro de desarrollo, es la cavidad con mayor recorrido del término municipal de Córdoba estudiada hasta el momento.
O como la Cueva de Los Ladrones, cuya pequeña y angosta entrada precede a una enorme sala cuya superficie es tan amplia que sirvió como lugar de refugio a la 114 Brigada Mixta de la 63 División del VIII Cuerpo del Ejército Popular de La República, que combatió en defensa de la legalidad republicana contra los fascistas durante la Guerra Civil Española (MORANDI, 2002). El privilegiado emplazamiento de la cueva, convirtió a esta en un importante hito estratégico y logístico, dominando el valle del Guadalmellato.
Durante la represión fascista, terminada la guerra, también fue usada como lugar de cobijo de los últimos guerrilleros de la sierra una cueva casi impenetrable situada en las umbrías de la finca de La Porrá. Abundante en formaciones litogénicas, la belleza de esta cavidad da lugar a su nombre: Covalinda. (EXPÓSITO, 2014).
Bibliografía
- Archivos del Grupo Espeleológico G40.
- EXPÓSITO JURADO, A., ALJAMA MARTÍNEZ, A. y GUIJARRO GONZÁLEZ, J. (2014): “Crónicas de la Espeleología Cordobesa: Covalinda”. Gota a gota, nº4. Grupo de Espeleología de Villacarrillo. 2014.
- GARCÍA ROMERO, J. (2002): “Minería y metalurgia en la córdoba romana”. Universidad de Córdoba. Córdoba. 2002.
- MORANDI, A. (2002): “In nome della libertà: diario della guerra di Spagna, 1936-1939”. Milano. 2002.
- PENCO VALENZUELA, F. (2004): “Dos canteras romanas en Colonia Patricia Corduba: Peñatejada y Santa Ana de la Albaida”. Anales de la Arqueología Cordobesa, 15. Área de Arqueología. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Córdoba. Córdoba. 2004.
- RAMIREZ DE ARELLANO Y GUTIÉRRREZ, T. (1873): “Paseos por Córdoba. Apuntes para su historia”. Córdoba. 1873.
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