Es de noche.
Estoy en la habitación de un hostal con 42 personas desconocidas en un lugar por conocer. Cojo un ticket de la compra de ayer. Pido prestado un lápiz.
Nieva fuera. Escucho a Black Sabbath.
Mando una foto. Mando un vídeo. Cuelgo una llamada. Me tumbo boca arriba en la cama.
Nieva fuera. Cambio de canción.
Quería escribir.
Quería escribir de aquellas tardes entre cromos y dibujos. Construyendo castillos y barreras para no dejar a la oscuridad pasar.
Quería escribir de los días en que jugábamos en la casa de la abuela mientras el abuelo tomaba su chato de vino en el bar.
Quería escribir de la campana que sonaba cuando llegaba la hora de almorzar.
Quería escribir de lo absurdos que me parecen los números y las mayúsculas que de forma aleatoria podríamos colocar.
Quería escribir de lo bonito que me parece la muerte en México celebrar.
Quería escribir sobre aquel 4 de diciembre y la traición de aquel taxista antes de a Madrid llegar.
Quería escribir de sus tortillas de patatas.
Quería escribir de aquel hombre que por error moral del coche en la puerta se decidió bajar.
Quería escribir de lo interesante que me parece el concepto del tiempo y la referencia que cada persona decide usar. Para algunas, lunas llenas. Para otras, la edad de un bebé que creciendo está.
Quería escribir de las energías internas que llegan te impulsan a crear, a volar, a dejar, a soltar.
Quería escribir del ir y del venir.
Quería escribir de la rabia, del enfado, de la fuerza interiorizada que granitos arrastra.
Quería escribir de la inocencia y la tristeza.
Quería escribir de los deseos a las estrellas, a las horas capicúa y a las velas al soplar.
Quería escribir de las loterías realizadas cuando los permisos hay que dar.
Quería escribir de la sororidad, del ayudar, del respetar.
Quería hablar de mi tierra. Querida Andalucía, te quiero a rabiar.
Quería hablar de sus viajes. De sus historias. De todos sus proyectos y memorias.
Quería escribir de la locura y la inestabilidad.
Quería escribir de billetes de última hora, de reencuentros, de amor a trazos, de recuerdos a pedazos.
Quería hablar de la tomatera y los huevos de corral.
Quería hablar de su mundo interior y su enorme corazón.
Quería escribir de su fuerza, su coraje, su ausencia al temor.
Quería escribir de la curiosidad. Del explorar.
Quería escribir de la soledad.
Quería escribir de la explosión de colores en el cielo.
Quería escribir de cocinar entre todas. De las sobremesas.
Quería escribir de aquel plano.
Quería escribir del cuidar.
Quería escribir de lo dado y lo elegido.
Quería escribir del temor a lo desconocido y a lo nuevo por llegar.
Quería escribir.
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