Lo primero es agradecer a Paradigma Media que haya considerado que mi opinión y mi forma de entender mi profesión podían ocupar un lugar en este espacio de opinión “La mirada de…”.
Mi primera «mirada» la dirigiré al lobby farmacéutico, un lobby del que nadie duda, al igual que no lo hace del lobby de la banca o de las eléctricas y de cómo este lobby dibuja y diseña “con escuadra y cartabón” el actual modelo de salud mental que hay en España.
En datos del Defensor del Pueblo de 2018 hay seis psicólogos por cada 100.000 habitantes; es decir, que en España no llegamos ni tan siquiera a un psicólogo por cada 10.000 habitantes. Esta ratio es la responsable del periodo de 3 meses de media entre citas en salud mental y de la sobrecarga de trabajo de los pocos psicólogos clínicos que en España pueden ejercer esta profesión. Esto se traduce en una malísima calidad pese a los esfuerzos de esos pocos profesionales que batallan diariamente con atenciones medias que rondan los 15 minutos.
La necesidad actual de plazas de psicólogos clínicos especialistas es de 1750 aproximadamente. En enero del 2022 se celebrarán las pruebas para los nuevos residentes PIRes(Psicólogos Internos Residentes) que no llegarán a ser más de 225. Resulta curioso que estas cifras “no llamen la atención” ni produzcan reacciones en el propio sector o entre los mismos profesionales. Todos tenemos la imagen en nuestro inconsciente colectivo de un paciente sentado en el diván hablando con el psicoanalista. Pues bien, eso de hablar de tus problemas o recibir atención psicológica el tiempo necesario para que tengas un servicio de calidad ha quedado relegado al imaginario colectivo en la sanidad pública.
La alternativa, si tienes una economía que te lo permita, es la atención privada. La media ronda los 70 euros la hora. No está mal para momentos de crisis económica. ¿Y los ciudadanos que no nos lo podemos permitir? Pues 15 minutos cada tres meses y ya con eso….. Así tenemos el patio trasero de nuestra salud mental. En medio de este despropósito que nos hace plantearnos eso del “estado del bienestar” o el principio de “sanidad universal”, el lobby farmacéutico aprieta los dientes para seguir sacando tajada, mediante la potenciación de la psiquiatrización de la salud mental.
Solo los psiquiatras pueden recetar fármacos así que solo ellos nos interesan y si resulta que hay estudios que demuestran que en determinados trastornos mentales es superior la psicoterapia, pues no se les hace caso y problema resuelto.
En esto, hay pacientes que ven bien la receta de fácil, rápido y barato ¡con lo embarazoso que es hablar con un desconocido de mis asuntos! A pesar de que los psicofármacos actuales son cada vez más seguros, hay efectos secundarios como la somnolencia, dificultades en la concentración, aumento de peso, pérdida de lívido, dificultades en la erección, nauseas o problemas de dependencia a esa misma medicación. Antidepresivos, ansiolíticos, neurolépticos, estabilizantes del estado de ánimo, anticonvulsivos, hipnóticos, tenemos para todos los gustos. La palma se la llevan los antidepresivos y los ansiolíticos, que sirven para todos los males, para la anorexia, para la bulimia, para las crisis de ansiedad, para la depresión, para un duelo complicado, para los problemas de insomnio, y su utilidad principal para seguir engordando el pastel de este lobby.
Según la OCDE, España ocupa el noveno lugar de los países donde más se consumen antidepresivos. 73 de cada 1.000 habitantes ingiere estos fármacos cada día. Yo no soy un psicólogo que esté en contra de los medicamentos, sino todo lo contrario, ni tampoco un psicólogo que no reconozca la necesidad de que aumenten las plazas MIR de psiquiatría, pero no a costa de seguir arrinconando a la psicología clínica. Los psiquiatras y psicólogos, desde miradas distintas, debemos enriquecer tanto la atención al paciente, como la propuesta de soluciones, desde los equipos multidisciplinares que funcionan actualmente.
Los pacientes, su bienestar, son lo primero y, a veces, lo primero es medicar para poder trabajar psicológicamente. Hay trastornos tan condicionados biológicamente que el empleo de fármacos es vital. Pongamos el caso de una esquizofrenia. Sin antipsicóticos, los intentos por estabilizar al paciente y el trabajo en mejorar sus habilidades sociales sería imposible, por lo que los medicamentos se vuelven cruciales, o el caso de una depresión crónica, donde el estado semivegetativo del paciente exige inicialmente del empleo de antidepresivos para devolver al paciente a una línea base donde el trabajo psicológico tenga sentido. Pero de ahí a la realidad que vivimos hoy en día, donde es el propio médico de cabecera el que te receta los psicofármacos para no saturar las unidades de psiquiatría me parece de vergüenza.
¿Desde cuándo hemos empezado a ver correcto que las políticas de contratación de personal condicionen el tratamiento de los pacientes? ¿Desde cuándo hemos empezado a ver normal que los directivos de los laboratorios farmacéuticos condicionen a nuestros políticos en la aprobación de medidas de salud pública? Para muestra de esto “un botón”: la nueva medida anunciada por Pedro Sánchez de crear una nueva especialidad psiquiátrica infantil-adolescente con una dotación de 100 millones de euros. Es de risa, cuando los profesionales sabemos que son los psicólogos clínicos los que trabajan realmente con esta población, ya que la mayoría de psiquiatras se “sienten incómodos” al trabajar con menores de edad, dados los efectos secundarios de la medicación y la responsabilidad que eso conlleva. Si esa inversión no conlleva un aumento notable en el número de plazas PIR, para ocupar los nuevos equipos multidisciplinares que se deberán formar, la Psicología Clínica, como tal, estaría sufriendo un nuevo atropello.
Actualmente la Psicología Clínica tiene bastantes retos por delante. Uno es cómo sobrevivir al lobby farmacéutico, otro es cómo encajar la figura el psicólogo en la atención primaria y determinar qué formación debemos exigirle a ese psicólogo. Otro, cómo frenar la escalada de precios de los máster generales sanitarios y que no sean la puerta de entrada a esa atención primaria. Y otra es reforzar la vía PIR como la única vía que capacite realmente al psicólogo para ejercer la clínica real. Ante todos estos retos, hay psicólogos que mantenemos la esperanza de que a esta especialidad se le reconozca la importancia real que tiene y se le dé el lugar destacado que se merece en nuestro modelo actual de salud pública.
Que en España , Europa , que ir al Psicólogo este solo al alcance del poder adquisitivo del sujeto o su unidad familiar , dice mucho de cómo está quedando la Salud Pública Asistencial. Hay que darle una vuelta a esto y es hora de que los grupos políticos y el resto de la Sociedad Civil empiecen a levantar la Voz y dar visibilidad y PROPUESTAS ANTES ESTE SINSENTIDO ASISTENCIAL en una Sociedad cada vez con más Soledad , Competitividad y Falta de Recursos Publicos.
Muy bueno, Rafa, completamente de acuerdo 👏👏👏👏👏
Incontestable la cuestión del mercaíllo que tiene montado el lobby farmacéutico. Genial argumentación Rafa.
Me sumo a tu propuesta de solución del problema en salud mental: Pires, Pires y más Pires para poder dar atención PÚBLICA de CALIDAD.
Psicólogos como tú hacen falta «a manta»!!!
🤪🧐
Totalmente de acuerdo contigo, la presión de las farmacéuticas está robando espacio a la psicoterapia tan necesaria.
Gracias!!!
Así es Mr Varo, con más Platón y menos Prozac…otros gallos cantarian en los vapuleados corrales mentales de esta «sucia sociedad»…
Absolutamente de acuerdo contigo, la atención psicológica en menores es inexistente primando la psiquiátrica de 15 minutos escasos, donde el profesional de turno casi que sabe menos que tú sobre la enfermedad de tu hijo, eso si dispensa fármacos sin dudar , que no digo que sean innecesarios pero si absurdos sin un acompañamiento psicológico adecuado. Enhorabuena por el artículo
Gracias Rafa por describir una realidad invisible creada por un estilo de vida multicolor engañoso que nos ciega y nos enferma de inhumanidad. Si te paras a pensarlo, pocas cosas te enseñan más sobre quién eres que la enfermedad mental, hacerlos visibles es sanarnos.