La Junta de Andalucía parece empeñada en recuperar este principio fundamental de la legislación franquista. Hace varios días la Consejería de Educación ha remitido una circular a todos los centros escolares proponiendo-demandando la realización de actividades en relación con “la música de Semana Santa”, especificando que se pueden realizar “visitas a capillas”, u organizar “museos cofrades”. Hay que aclarar que todas las músicas tienen cabida en las escuelas en la materia específica de formación musical, aunque es muy difícil de conocerlas en los 45 minutos semanales a que ha quedado reducida esta materia, para permitir los 90 o 120 que se dedican a Religión. La circular no especifica que se puedan realizar procesiones por el centro o por los alrededores con los niños vestiditos de legionarios y las niñas de mantilla mientras se cantan canciones como “Soy el novio de la muerte”, aunque se permite sin problema semejante representación de necrofilia (término cogido prestado a una chirigota de Cádiz) con actores de 4 o 5 años de edad; como está programado en algunos colegios de Málaga y Sevilla y denunciado en la Delegación de la Consejería de Educación por el grupo territorial de Málaga de Andalucía Laica. La circular podría haber propuesto también procesiones rogativas para pedir que llueva, haciéndolas coincidir con la próxima visita del presidente andaluz al Papa , al que pedirá interceda ante Dios para que nos envíe la lluvia.
Estas actividades son consideradas por el gobierno andaluz como muestras de reconocimiento de nuestro “patrimonio” y nada menos que un “marcador identitario”. ¿Cómo podremos quejarnos de los rancios clichés que se difunden sobre el pueblo andaluz, si son promovidos con orgullo por nuestros propios dirigentes? Todas estas actividades se proponen, por supuesto, en horario lectivo durante la última semana antes de las vacaciones de Semana Santa. Una semana entera sin aprendizaje curricular, empujado por la propia consejería, que aclara que dichas actividades “ tendrán carácter voluntario para todos los alumnos y alumnas y en ningún caso formarán parte del proceso de evaluación…”. El propio Gobierno andaluz está hurtando el derecho constitucional a la educación del alumnado. A esto podemos sumar todo el tiempo lectivo dedicado a las clases de religión, a visitar belenes o a instalarlos en los propios centros educativos antes de las vacaciones navideñas, o a otras invenciones del mismo estilo “tradicional”- confesional que van desde bendición de roscones, a ofrendas de flores a las patronas pasando incluso, aún hoy, por imposición de cenizas. Se dedica más tiempo lectivo a este tipo de actividades que al aprendizaje de algunas competencias básicas de nuestros planes educativos. No puede sorprendernos luego los puestos relegados que ocupa Andalucía en los informes PISA sobre competencias del alumnado en capacidad comprensiva o matemática. Nuestro gobierno andaluz debería exigir a las instituciones europeas que midan en esos tests lo que es verdaderamente importante para el desarrollo del aprendizaje de niños y niñas: el tradicionalismo católico.
Que a estas alturas del siglo XXI, en uno de los países más “desarrollados”, tengamos un gobierno autonómico confesional católico que potencie el adoctrinamiento religioso en la enseñanza en Andalucía, cuyo Estatuto dice que “la enseñanza será laica”, resulta preocupante. Que este tradicionalismo se imponga como “identidad del pueblo andaluz” es insultante para un pueblo enriquecido por múltiples culturas y que tiene en su historia una inmensa lista de intelectuales, escritores, pensadores y artistas de reconocimiento mundial.
Me parece lógico las múltiples reacciones que se están produciendo desde las comunidades educativas, familias, profesorado y diversos colectivos de la sociedad. Espero de la profesionalidad y el compromiso por una enseñanza pública de calidad, científica y laica de los equipos directivos y los claustros, que no sigan tan inapropiadas propuestas. Animo a las familias a exigir el derecho a la educación de sus hijos e hijas, que implica el cumplimiento de los curriculums formativos; a respetar y defender el derecho del menor a la “libertad de conciencia”, que impide la realización de actividades que implican adoctrinamiento y segregación por razones religiosas. Insto a la ciudadanía andaluza a reflexionar sobre el devenir de nuestro futuro colectivo de continuar por esta deriva de rancio tradicionalismo, que pretende impregnar a las nuevas generaciones. Y convencerse de la necesidad de una educación laica en una sociedad laica, con un Estado Laico, para desarrollar una verdadera democracia, moderna y robusta.
“La única escuela libre es la escuela laica” Henri Peña Ruiz.
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