El pasado miércoles 29 de junio tuve la oportunidad de asistir a la proyección de largometraje de Júlia De Paz Solvas con motivo del cierre del ciclo “Miradas de Mujeres II. Cine en la Merced” que organiza la Asociación CineCercano junto a la Diputación de Córdoba -Igualdad y Cultura-.
Ama parte del previo cortometraje homónimo realizado por la misma directora en 2017 como trabajo final de la ESCAC -Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña- en el cual nos hablaba sobre el arrepentimiento y el abandono. En el largometraje nos encontramos con un crudo retrato de las maternidades en crisis -tanto económicas como emocionales- llenas de rabia, obstáculos, soledad y, sobre todo, culpabilidad. Júlia De Paz Solvas crea una intimista ópera prima desde un relato que, pese a tratar el tema de la maternidad, lo hace con una mirada diferente, plagada de naturalismo y veracidad, con la finalidad de romper el mito y los estereotipos que tenemos al respecto, mostrándonos así, unas maternidades plurales.
La protagonista, Pepa Jiménez (Tamara Casellas), va a estar a camino entre lo que consideramos una `buena´ y una `mala´ madre, encontrando que el espectador y espectadora, no solo va a poder vivir el arco de transformación de Pepa al interpelar su mirada interior y obligarle a mirar. Todo ello mediante el uso de la cámara en mano y de los planos de seguimiento constante -mezclando así la directora la forma fílmica del documental con la de la ficción-. Sino que va a ser el que la juzgue, aun, sin conocer toda su historia, toda su realidad, pudiendo comprobar cómo se puede pasar de odiar un personaje a amarlo incondicionalmente. En Ama, nos encontramos a una madre, Pepa, completamente sola y sin recursos -trabaja vendiendo flyer en una discoteca- que va a tener que enfrentarse a un obstáculo tras otro, siendo el más importante de ellos, encontrar un lugar donde dormir con su hija de seis años Leila (Leire Marín) tras ser echada de casa de una amiga. Con un reducido presupuesto, esta sencilla película de gran carga dramática, nos va a tener en una constante ansiedad e impotencia al ver que una vez tras otra, todas las puertas se le cierran a Pepa y Leila en un mundo plagado de falta de solidaridad y de rechazo, hechos que la empujan constantemente a situaciones de límite donde la, aparentemente dura Pepa, se va a quebrar por completo, haciéndonos cómplices de este sufriente nomadismo obligado al tener que tratar de sobrevivir día a día con lo mínimo.
Como dato interesante cabe señalar que la protagonista no sólo va a ser vista como mujer y como madre, sino también como hija, pudiendo encontrar el cambio generacional tan importante mediante la evolución de estos tres sorprendentes personajes femeninos (Pepa, su hija Leila y su madre).
La protagonista va a tener que darse cuenta de la responsabilidad tan grande que conlleva tener una hija y cuidar de ella. Así, tras equivocarse una vez tras otra, va a tener que luchar y sobre todo, va a tener acercarse y conocer a su hija Leila, creando así un fuerte vínculo con esta, ya que pese a ser madre e hija, en un primer momento, parecen casi desconocidas. De esta manera, Pepa se va a tener que convertir en el apoyo y en el abrazo continuo de la asustada pero juguetona Leila y va a tener que buscar soluciones constantes a los problemas que le van sobreviniendo, teniendo que aprender a madurar -sobre todo de forma emocional- y a abrir los ojos en este proceso de evolución continuo. Pepa, al igual que su pelo rojizo, va a resurgir de las cenizas como un ave fénix para conseguir sacar a su hija para delante, aunque para ello tenga que tragarse su orgullo y pedir ayuda -lo cual plasma más con la mirada que con la palabra-.
Por otro lado, en Ama encontramos el agua, sobre todo el del mar, como un elemento sanador y necesario, no solo al ser un elemento de la localización de rodaje -Benidorm-, sino siendo incluso un protagonista más que va a tener gran importancia en ese proceso de sanación tanto de Pepa como de su hija, siendo incluso el lugar donde escuchamos reír a ambas por primera vez en la película.
La obra no solo estuvo nominada a los Goya a mejor guion adaptado y a los premios Feroz, sino que consiguió, en la categoría de mejor actriz protagonista, llevarse la Biznaga de Plata en el Festival de Málaga y los Premis RNE Sant Jordi y Berlanga. En último lugar he de indicar que Júlia de Paz Solvas, como educadora social, entiende el cine como una forma de militancia necesaria para que la sociedad avance, realizando así un cine comprometido al mostrar realidades hasta hace poco silenciadas. Algunas referencias directas de la directora son los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenn con obras como El hijo(2002) o El Joven Ahme (2019), La hija de un ladrón (Belén Funes, 2009), Icíar Bollaín (Katmandú, un espejo en el cielo, 2011) o Andrea Arnold (Milk, 1998) y, sobre todo el libro Madres arrepentidas (Orna Donath, 2015), donde Júlia descubre una importante revisión sobre los mitos culturales de la maternidad. De igual manera, encontramos ciertas similitudes con obras como Techo y comida (Miguel del Castillo, 2105).
En la actualidad encontramos diversas obras fílmicas que nos hablan de la maternidad -véase Cinco Lobitos de Alauda Ruiz de Azúa- desde una mirada femenina, pudiendo encontrar estas ficciones basadas en muchas realidades tan necesarias en la industria del cine ya que nos ayudan a acercarnos a realidades silenciadas y, en este caso, a deconstruir el mito tan opresivo de la maternidad. La maternidad siempre es diferente, es vivida de forma distinta en cada madre y todas ellas son aceptadas.
Os dejo con la frase final de la obra y os invito a contemplar semejante,… que os va a dejar con el corazón en un puño:
“Por las manos que hay detrás de las sábanas tendidas,
de los pañales limpios, el abrazo a media noche.
Por las manos fatigadas, por la fuerza que te levanta,
y el impulso que te lanza, hacia dónde sea”.
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