La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) ha presentado con motivo del Día Internacional de la Mujer que se celebró el pasado día 8, su Informe Derechos Humanos en la Frontera Sur 2022, que este año es un monográfico dedicado a mujeres y frontera. En él, la organización alerta de que las vulneraciones de derechos que sufren las mujeres migrantes son aún más profundas que las que padecen los hombres, muestra de ello es que la posibilidad de perder la vida en el trayecto por mar es doble, por el hecho de ser mujer.
Informe-Derechos-Humanos-en-la-Frontera-Sur-2022Así lo demuestran los datos de este año pasado cuando -a pesar de que las llegadas de mujeres suponen solo el 10% del total- al menos 10 de cada 100 mujeres murieron o desaparecieron intentado acceder a España huyendo de la guerra, el hambre o la persecución, mientras que perdieron la vida al menos 5 de cada 100 hombres. Las razones de este elevado número de muertes -404 mujeres, el 19% de las víctimas totales -, obedecen a que, a las mujeres, con frecuencia embarazadas o acompañadas de menores, se las coloca en trayectos largos en el centro de las embarcaciones, lo que en caso de naufragio limita sus posibilidades de sobrevivir, que se reducen aún más con la responsabilidad de salvar a su hijo o hija.
El informe, avanza la APDHA, pone de relieve que las vulneraciones de derechos que soportan las mujeres en la frontera van más allá de los riesgos del propio tránsito migratorio. Se trata, además, señala, de una situación invisibilizada ya que, «estos análisis, normalmente, se vinculan cual apéndice, a los estudios de las migraciones de los hombres«.
Las mujeres tienen sus propios proyectos migratorios, sus propias realidades, que van más allá de la tradicional imagen migratoria en la que «la posición de la mujer se condiciona permanentemente al rol de hija-esposa-madre-víctima, en contra del análisis heroico o del espíritu aventurero con el que se analiza la migración masculina«, afirma.
Añade la organización que «es preciso reconocer que la migración para muchas jóvenes y mujeres es una opción estratégica para sobrevivir y confrontar los contextos de agresión física, psicológica, sexual o estructural que experimentan ellas, sus familias o sus comunidades«. Pero «la condición de discriminación múltiple, irregularización y falta de acceso a pleno derecho con la que recibimos a las viajeras es un punto clave de partida para seguir perpetuando y legitimando otras violencias«, lamenta la asociación.
El informe traza un recorrido por las experiencias de algunas de estas mujeres. Mujeres subsaharianas que esperan en Marruecos para completar su viaje hasta Europa y que sufren detenciones arbitrarias y desplazamientos forzados hacia el sur, como Isatu, mujer que aparece en el informe, que huía de un matrimonio forzado, pero que fue deportada a Guinea y tuvo que regresar con su marido. Mujeres marroquíes que ya se encuentran en España y a las que el discurso hegemónico ha estereotipado con una interpretación sesgada y con un perfil unificador y revictimizador aunque, como dicen muchas mujeres musulmanas activistas: “el velo me tapa el pelo, no el cerebro”.
Estas situaciones, generan graves vulneraciones a ambos lados de la frontera. En el informe se presenta la situación de las mujeres en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) o las de las trabajadoras agrícolas temporeras, pero también las de las porteadoras en Melilla o las de las trabajadoras transfronterizas “que siguen sufriendo una situación terriblemente inestable, vinculada a la pandemia y al cierre de fronteras«, añade.
La desigualdad también genera situaciones de precariedad en origen, advierte, como las de las madres solteras en Marruecos o las mujeres que trabajan en las fábricas textiles. «Hay que recordar que el color morado del movimiento feminista proviene de un incendio en una fábrica textil en Nueva York en el que murieron 129 mujeres. En 110 años poco o nada han cambiado las condiciones y quienes trabajan en la mayoría de las fábricas textiles. Las víctimas de la construcción de la desigualdad siguen siendo las mismas: mujeres empobrecidas y racializadas, aunque ahora las mujeres no cruzan fronteras para trabajar en esos talleres, lo hacen los bienes que fabrican gracias a la deslocalización de las grandes empresas en países empobrecidos«.
Asegura la APDHA que este informe se presenta en la semana del 8M para reafirmar que el movimiento feminista debe ser antirracista y descolonial. «Y para poner en valor la necesidad de que las viajeras ocupen el espacio público de las rutas migratorias. Las mujeres que llegan a nuestras orillas portan la urgencia de un cambio estructural que asegure la no-exclusión y que resuelva generar propuestas sociales que garanticen una vida digna de toda persona, de toda mujer, de toda caminadora de territorios«, reclaman desde la asociación.
La organización, por último, se une este 8M en la defensa de las mujeres que desarrollan su trabajo en condiciones de precariedad, explotación y, por tanto, en condiciones injustas, como son muchas de las empleadas de hogar, las kellys, las trabajadoras sexuales, las porteadoras, y transfronterizas, las jornaleras, mujeres que son excluidas e invisibilizadas y “ni siquiera han sido tenidas en cuenta en la nueva reforma laboral”. Por último, exige “el fin de las violencias sexistas, los malos tratos, el acoso laboral y las prácticas discriminatorias hacia las mujeres migrantes, las mujeres en prisión y hacia las personas trans, homosexuales y travestis que, por su condición de raza, por su libertad penalizada, su orientación sexual o de género, van quedando en las cunetas de nuestra sociedad”.
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