La primera Conferencia de la Partes firmantes del Convenio sobre Cambio Climático, COP1, se celebra en Berlín en 1995. Ese año las emisiones de dióxido de carbono, CO2, principal gas de efecto invernadero, originadas por la quema de combustibles fósiles y la fabricación de cemento alcanzaron las 23 Giga toneladas, Gt, y la concentración en la atmósfera de este gas, era de 360 partes por millón, ppm, habiendo superado en 10 ppm, la concentración considerada como segura para evitar un cambio climático peligroso para el mantenimiento de la civilización tal como la conocemos.
23 años más tarde, mientras escribo este artículo, se está celebrando la COP24 en Katowice, Polonia, y según el informe Global Carbon Budget, publicado el pasado día 5, este año con datos aún provisionales romperemos el récord de emisiones de CO2, superando las 37 Gt CO2, un 2,7% más que el pasado año, en consecuencia la concentración de CO2 superará las 408 ppm. Con estos niveles de alteración ya estamos inmersos en una atmósfera con una concentración de gases de invernadero desconocidos por la especie humana.
En consecuencia, el año que termina se colocará en el número cuatro de TOP5 de años más cálidos globalmente registrados. 2016, 2015, 2017, 2018 y 2014 por ese orden, es decir, los últimos cinco años, incluido el que terminamos, han sido más cálidos desde que tenemos instrumentos para medir la temperatura y registros de las mismas.
Todas estas evidencias reclaman la necesidad de disminuir rápidamente la emisión de gases de invernadero y poner en marcha urgentes medidas de adaptación a las afecciones que ya sufrimos y las ya inevitables por venir.
La urgencia de la intervención urgente y profunda ha venido siendo demandada por los cinco informes generales y los especiales de Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, IPCC, de la Naciones Unidas. En el periodo que abarcan las 24 COP se han firmado el Protocolo de Kioto y los Acuerdos de París. Todos estos informes, encuentros y acuerdos no han podido frenar la acelerada quema de combustibles fósiles.
Peor aún, mientras que en diciembre de 2015 se anunciaba a bombo y platillo que se habían alcanzado acuerdos que significaban un paso adelante en la lucha contra el Cambio Climático, han bastado tres años para echar un jarro de agua fría sobre ese supuesto avance. Así el gobierno de los EE.UU, por boca de su presidente, avisa que se descuelga de los Acuerdos de París y al comienzo de la COP24 los representantes de Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudí y Kuwait han declarado no aceptan el Informe Especial Global Warming of 1.5ºC, SR15, sobre los impactos sobre las personas y los ecosistemas que supondrían superar la temperatura de la época preindustrial en 1,5ºC.
Es necesario recordar que los compromisos recogidos en los Acuerdos de París no son lo suficientemente ambiciosos y que diversos estudios sobre el efecto sobre el clima de estos Acuerdos pronostican que, en el caso de que llegaran a hacerse realidad, la temperatura media de la Tierra se incrementaría en más de 3ºC. Recordar también que el SR15 es un informe de consenso que no recoge la mejor ciencia y minusvalora los impactos de llegar a un mundo 1,5ºC más cálido que el preindustrial.
Vivimos en una situación de emergencia, extremadamente grave. Hay miembros de la comunidad científica que afirman que los informes se están edulcorados para hacerlos más digeribles, en 2016 rozamos ya el incremento de 1,5ºC y hay un plazo de tiempo entre la emisión de los gases de invernadero y la respuesta del sistema clima con el máximo calentamiento, este periodo es de 10 años de media, luego aún no se han manifestado los efectos de las emisiones récord de los últimos años. Así que es realmente casi imposible mantener el planeta sin sobrepasar los 2ºC sobre la etapa preindustrial. Hace unos años que un informe de la Met Office británica sentenciaba “Hagamos lo posible para quedar por debajo de 2ºC y preparémonos para 4ºC”. El problema es que no sabemos cómo prepararnos, solo tenemos algunos indicios de cómo afectará a los ecosistemas o al nivel del mar pero no como afectará a la civilización humana. Pero seguro que no es nada positivo.
Los pirómanos dirigentes de la humanidad conocen esta realidad y no parecen dispuestos a hacer nada para evitar el fuerte agravamiento de los efectos del Cambio Climático, que ya estamos padeciendo.
Hay una parte de los mismos que si admite la necesidad de actuar, pero existe un compromiso descendente entre las declaraciones que hacen, los compromisos que acuerdan y lo que en realidad ejecutan. A modo de ejemplo, nuestro país sólo ha desembolsado el 10 % de la inversión que se comprometió aportar en 2014 al Fondo Verde para el Clima (Green Climate Fund)
La razón, mejor sinrazón, para este comportamiento se debe a que la inmensa mayoría de los gases de efecto invernadero está originada por la quema de los combustibles fósiles y que estas combustiones proporcionan la energía que propulsa el crecimiento exponencial de la economía y la sociedad industrial en la que vivimos.
Nuestros dirigentes no nos cuentan la verdad. La realidad es que este sistema económico es incompatible con el mantenimiento de la civilización tal como la conocemos, que está socavando a pasos agigantados las bases que sustentan la vida humana, un sistema que genera residuos de todo tipo y que el medio natural es incapaz de absorber. Uno de estos residuos es el CO2 del que ecosistemas terrestres y marinos, que actúan de sumideros, solo han retirado en la última década 55% de las emisiones y han dejado el resto en la atmósfera.
Actuemos o no actuemos el Cambio Climático lo cambiará todo, como afirma Noemi Klein. De las decisiones que se tomen dependen los niveles sufrimiento para la humanidad. A más urgente y profunda intervención corresponderá menor sufrimiento.
Atajar consecuentemente el Cambio Climático implica necesariamente embridar a las corporaciones, cambiar el sistema, afrontar el Cambio Climático no brinda la posibilidad de construir un nuevo sistema social y económico que ponga como objetivo de las decisiones económicas y políticas el mantenimiento de la vida digna de las personas, de la vida en general.
Como el mismo Convenio sobre el Cambio Climático recoge, la responsabilidad de realizar el cambio es compartida pero diferenciada, quienes tienen más capacidad de intervención y más han contaminado tienen mayor responsabilidad
La capacidad de respuesta disminuye a medida que pasa el tiempo y cada minuto perdido implica mayor y más rápida actuación para afrontarlo. Ya hemos perdido demasiado tiempo en la tarea que tenemos pendiente. Espero que la COP24 sea realmente un punto de inflexión para iniciar este proceso.
Ilustración de cabecera de Javier F. Ferrero.
Fuente: https://contrainformacion.es/cop24-katowice-digan-la-verdad-les-interesa-mas-mantener-el-mito-del-crecimiento-continuo-que-mantener-las-bases-de-la-vida/
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