Publicado en marzo de 2017 en el Número 3 de la edición impresa
José Manuel Alcaide, Dublin
Aunque siempre he sido muy proactivo y he intentado ir al extranjero para aprender idiomas, la razón de haber salido es la falta de empleo o de empleo de calidad en mi profesión, la enfermería. Los contratos son de pocas horas, con poco sueldo y cuando se acaban los beneficios fiscales del contrato para el empleador, no te renuevan. Ante este escenario, creo que lo mejor es encarar mi futuro donde se me reconozca de acuerdo al sacrificio que mi país, mi familia y yo hemos hecho para llegar a ser lo que soy. En la mayoría de países que he estado los españoles tenemos una muy buena consideración como profesionales. A corto plazo puede aumentar el empleo, pero no su calidad, cosa que parece que se va a mantener. Para mí el principal problema del país es la sobrecualificación poco adaptada a las necesidades reales y la mala gestión de las universidades públicas. Considero que mi tiempo fuera de España no va a ser poco.
Marta Cantero, Helsinki
Desde que era estudiante de secundaria soñaba con la idea de estudiar fuera de España. Ansiaba ver mundo, pero sobre todo la posibilidad de poder formarme en un idioma distinto. En 2011, tras unos años maravillosos en Córdoba, me marché a Florencia durante 4 años para escribir mi doctorado en el Instituto Universitario Europeo. Desde entonces, he tenido la oportunidad de recorrer la geografía europea presentando mi investigación. Actualmente mi vida se desarrolla entre Helsinki, donde trabajo como investigadora e imparto clases de Derecho Europeo de las Telecomunicaciones, Florencia y Londres. A veces me pregunto por qué he cambiado la vista de los naranjos de las callejuelas de la judería por los pasillos de un aeropuerto, pero de momento aprovecho la inmensa fortuna que tengo de hacer lo que me gusta y doy gracias por ello.
Ana Benitez, Holanda
Tengo 35 años y desde hace 13 resido fuera de Córdoba. Me fui a Madrid a acabar la carrera y formarme en otra Universidad. Córdoba se me quedaba pequeña en esos momentos. De ahí salté a Utrecht, Holanda, donde fui de Erasmus un año pero acabé quedándome casi 5. En ese periodo hice un Master, tuve una estancia de investigación en Vietnam, y trabajé para una Agencia del Gobierno Holandés. Lo tenía todo, curro, pareja, una casa bonita, amigos… pero echaba de menos mi tierra. Decidí volver y hacer mi Tesis Doctoral en España, en Ciudad Real, relativamente cerca de Córdoba. Esto me permitió estar cerca de familia y amigos y disfrutar de ellos durante 5 años. Sin embargo, al acabar la tesis no pude encontrar trabajo y me volví a Holanda, donde llevo año y medio trabajando como investigadora postdoctoral en la Radboud University, Nimega. Me encantaría volver a Córdoba algún día pero profesionalmente veo pocas opciones.
Daniel Navazo Ostúa. Cooperante en Sudáfrica
Participo en un proyecto de transformación social a través de la agricultura ecológica al norte de Suráfrica. El objetivo es la creación de una escuela agroecológica que enseñe a los destinatarios a cultivar sus propios alimentos saludables. Ofrecemos una parcela a cada familia, semillas, los materiales necesarios y nuestra supervisión como monitores especializados para la creación de 50 huertos familiares. De esta manera damos la posibilidad de acceso a la tierra y un aprendizaje práctico basado en el trabajo diario. Ellos aprenderán de nuestros conocimientos, nosotros recordaremos la importancia que tiene un huerto cuando el pueblo pasa hambre. Siento una gran satisfacción de ser miembro y pionero de este precioso proyecto. Sembrando la semilla de un proyecto que cambie el devenir de un pueblo que camina hacia la soberanía alimentaria.
Begoña Castellano. Milán
Cuando el gobierno dice que nos vamos para “enriquecer experiencias”, demuestra que tiene una visión muy cómoda. Nuestra realidad, sin embargo, es que en nuestro país no tenemos las mismas oportunidades que en el extranjero y las condiciones económicas fuera son mucho mejores. Pero a nadie enriquece estar lejos de su familia y amigos. Es muy triste que tras nuestra inversión en nuestros estudios y la del estado, no podamos aportar ideas innovadoras en el propio país. Fuera, estando bien preparados, te valoran tus conocimientos y tu trabajo. Aunque me encantaría volver a mi país creo que, dadas las circunstancias políticas en este momento, es inviable. Fuera tengo un mejor empleo y sueldo. Al final todos trabajamos para crecer profesionalmente y económicamente. Pero el día a día fuera del país es siempre más duro. No es una aventura de juventud.
José Rubio, Londres
Hace casi 5 años que vivo en Londres y el tiempo ha pasado volando. Fui con la intención de aprender inglés, avanzar profesionalmente y poner distancia con algunos asuntos personales. Ahora me veo con 30 años viviendo en una de las ciudades más cosmopolitas, con un buen trabajo, horario, salario, amistades, una pareja y un piso alquilado. Suena muy bien, pero me costó trabajo. Empecé trabajando en agencias asistiendo en cenas, hoteles, eventos, hasta acabar en una conocida empresa preparando café. Con el tiempo pude pasar a mi profesión, la enfermería, a trabajar en un céntrico hospital. Lo malo es lo que se echa de menos a tu gente, tus amigos, tu familia, quienes te hubiera gustado tener a tu lado en todos esos momentos de tensión, tristeza y soledad. Y lo peor es la perspectiva de futuro en España. Parece que no podría tener un buen trabajo, un buen sueldo y un alquiler y si el momento llegara esta muy muy lejano.
Luis Rabadán, Berlin
En septiembre de 2012 empieza mi andadura en Berlin con una beca Erasmus por 6 meses. Al acabarla y sin perspectivas laborales en una España atacada por la crisis económica decido probar suerte. Tras unos meses investigando el mercado laboral alemán, mejorando un idioma que apenas era capaz de articular, dejando toda puerta posible abierta y viviendo con la ayuda de mi familia y algunos ahorros, consigo un trabajo como ingeniero de proyectos en una empresa de alta tensión con sede en Berlín. Son ya casi 3 años los que llevo en la misma, luchando día a día con el idioma, la cultura, la burocracia… con todo, uno aprende a vivir pero la falta de sol, el calor, tanto el climático como el humano, eso, eso no hay quien aprenda a sobrellevarlo, ni mejor ni peor.
María Ortega. China
En mi caso, opté por trabajar fuera por dos razones principales: por experimentar una cultura a la que me había acercado durante la carrera (la china) y practicar el idioma que tanto trabajo me costó aprender durante mis estudios; y también por tener una primera toma de contacto con el mundo laboral, puesto que nunca había trabajado antes y me parecía una buena oportunidad. Sin embargo, soy consciente de que muchos jóvenes se ven obligados a salir fuera por necesidad, y si bien es cierto que “irse fuera enriquece” y ayuda a crecer como persona, muchos de los que se van lo hacen obligados, no por voluntad propia. Creo que es una pena que gente tan preparada como la de las nuevas generaciones se vea obligada a irse fuera, ya que no solo constituye una pérdida de talento para nuestro país (la llamada “fuga de cerebros”), sino que además supone una pérdida de ingresos para una economía como la nuestra que tanto lo necesita. Muchos de los jóvenes que se marchan se ven en un callejón sin salida, y se ven forzados a salir fuera porque en España no tienen oportunidad de desarrollarse como personas y trabajar en su campo o en algo que realmente les interese. Si seguimos luchando, si la sociedad se conciencia del cambio que necesita nuestro país la situación, poco a poco, cambiará. Nos quedan aún muchos años por delante para volver a tener una economía que nos permita ofrecer trabajo a todas esas personas que tanto lo necesitan, pero no podemos pensar que el cambio es imposible porque entonces dejaremos de luchar por él. Personalmente, algún día sí me gustaría volver a España a trabajar, aunque por el momento creo que hay mucho mundo que tengo que visitar. Sin embargo, sí que conozco a muchas personas que quieren volver a España por diversos motivos, aunque por el momento sea una realidad inalcanzable por la situación en la que nos encontramos.
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