Últimamente les habrán llegado por mensajes de Whatsapp o Telegram, fotos de cielos azules con nubes muy extrañas de formas rectas que se cruzan en el cielo sin formar los habituales cúmulos, estratos o cirroestratos que hacen las delicias de los y las aficionadas a la meteorología.
¿Cómo se forman ese tipo de nubes tan extrañas?
Obviamente, no tienen un origen natural, por su forma y precisión raro es que la naturaleza genere patrones tan consecutivos, ¿no?
Por tanto, está claro que la única especie con la capacidad técnica de modificar el cielo es la especie humana, es decir, las hemos hecho “nosotros” al utilizar nuestros recursos aéreos para poder surcar los cielos.
El desarrollo de la aviación aún no ha incluido de manera extensiva e intensiva el uso de motores eléctricos poco contaminantes, y el grueso de la aviación civil, comercial y militar se basa en el uso de combustibles fósiles para su desplazamiento. Por tanto, y usando una analogía gruesa con nuestro día a día, los aviones emplean combustible como lo haría un coche y tienen un “tubo de escape” por el que emanan los restos de la combustión clásica de los hidrocarburos, no sólo CO2, si no fragmentos de ese hidrocarburo al ser combustiones no perfectas donde otras especies aparecen (cuando la combustión se hace por debajo de 600K en grandes cantidades de hidrocarburos).
Esto, igual que nuestros tubos de escape no emiten sólo CO2 (incoloro, inodoro), si no que emiten humo con diferentes colores, los aviones, hacen lo mismo. La única diferencia es que los gases de los coches caen a un asfalto negro y se disimulan dado que además está más cerca del suelo por lo que permanece menos tiempo en circulación.
Sin embargo, la distancia de un avión al suelo en circulación, normalmente, 8000 m, hace que mientras caen esos restos de combustión, tarden más en tocar el suelo y eso genera estelas que combinan la salida de CO2, H2O y otros restos de hidrocarburos que permanecen durante mucho tiempo a la vista de todo el mundo.
¿Se han dado cuenta de que me ha costado un rato explicar esto, verdad?
Pues bien, ¿qué prefieren?: ¿una explicación multipasos que implica combinar muchas teorías científicas a la vez y que requiere reflexión?, o bien, ¿una teoría que simplemente señala que una atractiva conspiración que pretende fumigar a la humanidad o controlar los ciclos de lluvia?
Obviamente, la teoría conspirativa de los Chemtrails, es un clásico de las pseudociencias, y por tanto, defiende un posicionamiento ante la realidad que es incompleto, abiertamente falso y peligroso.
Sí es cierto que este movimiento tiene una idea subyacente sobre el ámbito de la ciencia y es que señala la existencia de una rama que es la GEO-INGENIERÍA, es decir, realizar cambios o estudios a nivel planetario de la rama de la ingeniería y de la ciencia.
El ejemplo claro que trae la Ciencia Ficción, lo podemos encontrar en este extracto de Star Trek 2 “La ira de Khan”, una película del año 82, en la que la Enterprise A acudía al rescate de una nave de investigación científica que experimentaba con la posibilidad de un dispositivo “terraformador”, es decir, una “bomba” que al lanzarse en un espacio inerte generase a su paso las condiciones para la vida en un espacio de tiempo corto y a escala humana.
Si la agricultura, la ingeniería y la medicina nos han permitido vencer a escala de población humana la presión que los ecosistemas generan sobre nosotros como especie, los límites que la capacidad humana tiene para organizar el planeta son básicamente, el tiempo, el desarrollo tecnológico y los costes, lo cual supone que, inexorablemente, en algún punto, la humanidad intente modular el funcionamiento del sistema dinámico que es la Tierra: la energía maremotriz, la red de internet sub-atlántica, la red de satélites que circundan el planeta o el desarrollo de los transportes intercontinentales parece que nos está conduciendo a un mundo donde moverse o producir va a rebasar las escalas nacionales y las fronteras que el nacionalismo del siglo XIX generaron en el siglo XX.
Pero de ahí a que proyectos como HAARP o los Chemtrails equiparen eso a planes de un villano de James Bond, hay una distancia empírica enorme.
La similaritud con las estelas de fumigación de la aviación para el control de plagas o la siembra de arrozales, el efecto que la cultura popular genera sobre la mente y una explicación compleja pero veraz, y por tanto no tan impactante, hacen que la Ciencia detrás de las “estelas” no tengan una relación tan directa con la conciencia colectiva cómo sí lo hacen las pseudociencias.
Además, este pensamiento mágico es más transversal que muchas opciones políticas, haciendo que personas de diferente nivel económico y capacidad se pongan de acuerdo en creer elementos opinativos y del sentimiento y de la identidad como si de verdades científicas, medibles, precisas y contrastables se tratase.
Para ello, les invito a que lean esta entrada en el blog y que ahí, encuentren un estupendo análisis sobre como ciertos niveles de pensamiento irracional aparecen en todo el espectro político.
Tengan precaución con las prácticas políticas, pero teman a aquellos grupos que no estén guiados por el pensamiento científico y racional, pensamiento que, acompañado con una ética igualmente poderosa, es lo que puede hacer que nuestro futuro sea Star Trek y no Mad Max.
En palabras de la reconocida jurista internacional Ana María Polo, «Sea cortés, ande con cuidado y edúquese lo que más pueda»¡hasta la próxima!
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