Pablo Rabasco. Director UCO Cultura
Publicado en diciembre de 2016 en el Número 0 de la edición impresa
La expansión de las universidades públicas españolas por sus provincias no dejó de ser en las décadas de los 70 y 80, sino la expresión de que la enseñanza superior trataba de superar los conceptos de elitismo y paternalismo, para generar los espacios de conocimiento y preparación profesional que necesitaba una España que se abría a la democracia. Las universidades se multiplicaron facilitando el acceso a mucho/as que de otra forma no podían plantearse seguir con su proceso educativo formal si así lo deseaban.
El esfuerzo económico fue muy grande, el Estado respaldó un modelo ambicioso y solidario con la idea de generar jóvenes preparadas/os que posibilitaran un país con mejores servicios y más autónomo en recursos humanos.
Las universidades públicas recogían este apoyo con un cambio de paradigma que tiene que ver con devolver a la sociedad el esfuerzo de aquellos que la sostienen. Cada uno/a de los ciudadanos que con sus impuestos y su trabajo sustentan este sistema fraternal.
En el ámbito de las ciencias, el paradigma de la divulgación, de la trasferencia del conocimiento, a las empresas y al público en general, se entendió antes y mejor. En el ámbito de las humanidades, de la cultura, paradójicamente, la difusión al gran público parecía relegada a investigadores principiantes o, en todo caso, a conocedores de las culturas locales. El pensamiento complejo sobre la historia, el arte, la filosofía, la literatura… se resguardaba muchas veces en el rincón deshabitado de unas elites que adormecían y custodiaban las formas de entender la cultura. Las revista de mayor impacto, son seguramente las que menos impacto tienen. Con escasos lectores y poco propensos a divulgar, a reconciliar la complejidad con el acontecer cotidiano.
El esfuerzo de muchas universidades y centros públicos de investigación, en numerosos países, parece retomar el impulso por exponer la cultura y las humanidades ante el gran público. Ejemplos como el CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla), son el ejemplo a seguir en este esfuerzo que ahora, desde Córdoba , y con el futuro Centro de Cultura Experimental (CUEX) de la UCO, tomará el pulso desde la Plaza de la Corredera para generar un espacio de encuentro, de saberes, de conocimientos, expuestos abiertamente, buscando enriquecernos, aprovechando al máximo las riquísimas trayectorias de investigadores de la UCO, del alumnado, de profesores invitados, y sobre todo de conquistar de nuevo el espacio público, devolviéndole su verdadero significado, el del ocio, el encuentro y el sentirnos en nuestras plazas ciudadanos de otros mundos.
El CUEX (Centro de Cultura Experimental) quiere definirse como un lugar común para que la Universidad tenga una puerta abierta a toda la ciudadanía desde la cultura. La creación de una Biblioteca sobre el cuento como género literario, para la que el escritor Eduardo Galeano nos cedió su nombre, será el punto central desde el que trataremos de definir todo un entramado de historias, arte, reflexión, cultura crítica… en un lugar donde la calle nos invita a contemplar, a sentir la música mezclada con las risas de las/os niñas/os, a vibrar con las palabras bajo el cielo estrellado, a salir a dibujarnos a nosotros mismos mientras tratamos de trasformar este mundo. Nos definiremos andando, buscando compañía, escuchando y haciéndonos escuchar.
La Universidad, cada día, en sus distintas facultades, lleva a cabo encuentros, charlas, debates, conferencias, exposiciones, que en muchas ocasiones quedan atrapadas entre sus propios muros, ensimismadas, sin encontrarse con las miradas de la calle, con otras formas de saber, de festejar el arte o de entender el mundo.
El CUEX viene a convertirse en el punto de convergencia entre la cultura generada desde la Universidad y la ciudadanía. De ese encuentro, esperamos que surjan nuevas formas de soñar este mundo y nuevos prácticas para transformarlo.
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