Las mujeres llevan milenios siendo sometidas, oprimidas, abusadas, encerradas, limitadas… y para conseguir revertir la situación tenemos el deber de educar a las chicas en ser libres, autónomas, independientes, fuertes, luchadoras, guerreras. Perdón, me he venido arriba, olvidad lo de guerreras, que a veces con la lucha por la igualdad se nos olvida que no todo vale para conseguir la equidad de hombres y mujeres, no podemos permitirnos incluir también las atrocidades lideradas por los hombres, así que mejor que no haya guerreras ni guerreros, ni dictadoras, ni empresarias explotadoras…
Lo siento, volvamos a la idea del empoderamiento de las mujeres y niñas del mundo. Evidentemente hay que trabajar en esta línea y, afortunadamente, podríamos afirmar que cada vez se trabaja más desde esta perspectiva en el ámbito educativo. Existen campañas de sensibilización, trabajos en clase, celebraciones efemérides, etc. en las que se da visibilidad a las mujeres y se les potencia a que sueñen con lo que quieran ser en el futuro y que nada les limite. Ejemplo de ello es la celebración del día de la mujer en la ciencia, para dar visibilidad al aporte que las mujeres han hecho en el mundo de la ciencia e invitar a las chicas a que elijan estudios relacionados con este campo. ¿Y por qué es necesario hacer esto? Basta irse a cualquier buscador de internet para comprobar ciertas cifras. Por ejemplo, en España, actualmente, las carreras de Ingeniería están cursadas por mujeres tan solo en un 25%, frente a un 75% de hombres. No podemos negar que se trata de una cuestión cultural. Por tanto, parece evidente que para conseguir la equidad habrá que incentivar a que más chicas cursen estudios relacionados con las ciencias experimentales, las ingenierías, la mecánica, etc.
Ahora bien, ¿cómo educamos a los niños en todo esto? En el mejor de los casos desde una perspectiva pasiva: “chicos, echarse a un lado que vienen las chicas a ocupar el espacio que les corresponde, por favor, no molestéis demasiado”, pero, ¿realmente se hace pedagogía con ellos? ¿Les hacemos reflexionar sobre su papel en la lucha por la igualdad? Parece evidente que habría que educar a los chicos en ocupar otros espacios que no sean los que tradicionalmente vienen ocupando los hombres en las sociedades patriarcales (espacios de poder, de representación, de prestigio, etc…). Y para ello habrá que poner en valor otras cuestiones vitales que sustentan a las sociedad y que, desafortunadamente, no están tan bien reconocidas (los cuidados, los afectos, las tareas invisibles, el hogar, la crianza, la ayuda a la dependencia, etc…).
Por tanto, para conseguir una igualdad efectiva hay que hacer que las mujeres se empoderen y, a su vez, que los hombres cambien su papel dominante de las sociedades patriarcales. ¿Y cómo hacer esto? Siendo conscientes los hombres de dichas situaciones de desigualdad y por un lado, abandonar ciertos espacios de poder y representación y, por otro, responsabilizándonos de otros espacios más invisibles y menos valorados socialmente. Volviendo al tema de la elección de los estudios, la titulación de Enfermería, está representada en un 80% por chicas y un 20% por chicos. Así pues, no bastaría con educar a las chicas en que quieran dedicarse a la ciencia, la ingeniería, la mecánica, etc. si a su vez no se educa a los chicos en que ellos también están capacitados para desarrollar otro tipo de habilidades personales o laborales, vinculadas a determinadas necesidades sociales que siempre han estado relacionadas con la mujer.
Centrándonos de nuevo en el ámbito educativo. De igual modo que se trabaja con las chicas para su empoderamiento, hay que trabajar con los chicos para que se cuestionen como les condiciona el patriarcado, qué privilegios les otorga y que limitaciones les imponen. Además, cómo se suele decir en el ámbito de la educación transformadora, “soñemos a los grande, mientras hacemos lo pequeño”, es decir, para conseguir un futuro más equitativo, debemos empezar por construir pequeñas experiencias igualitarias.
La escuela no está exenta de desigualdades, reflejo de las sociedades. En el ámbito educativo debemos generar espacios de igualdad entre chicos y chicas. Para ello, debemos poner en marcha una pedagogía donde la toma de decisiones sean igualitarias, que los espacios estén ocupados de igual modo por chicos que por chicas, trabajar con un contenido educativo que muestre figuras relevantes de mujeres y hombres en todos los ámbitos posibles, revisar los contenidos libres de estereotipos, fomentar liderazgos sanos de chicos y chicas, etc.
Si no se hace ese ejercicio de forma pedagógica nos encontraremos, de hecho ya nos encontramos, con muchos chicos que expondrán de forma explícita una actitud absoluta de rechazo hacia todo lo que tenga que ver con la igualdad de género y el feminismo. Sin querer darle mayor importancia, ya que en la lucha por la justicia es normal que las partes opresoras se incomoden ante la rebeldía de las partes oprimidas, creo que es una cuestión a tener en consideración. No solo porque tener a esos chicos de parte del feminismo es una conquista por la igualdad, sino también porque esos chicos se están perdiendo la posibilidad de desarrollarse de otro modo que no sea la competitividad, la lucha por el éxito y el reconocimiento social, etc.
Esos mismos chicos, que muestran resistencia al cambio, tienen que hacer frente a las dificultades que les impone la masculinidad hegemónica (obligados a ser chicos competitivos, violentos, incapaces de expresar emociones, etc.) Condiciones que le afectan en su desarrollo personal y en la convivencia con sus iguales, pero que también les limitará en un futuro, cuando sean adultos, entrando posiblemente en conflictos personales a la hora de hacer frente otros aspectos de la vida de los que todavía no son del todo conscientes (las responsabilidades del hogar, los cuidados, la atención hacia las personas que les rodean, etc.). Por todo ello es también necesario un feminismo dirigido a ellos.
Para finalizar, quisiera que no se quedase la idea de darle un peso relevante a los hombres en la lucha por la igualdad, cuando es evidente que se trata de una lucha hecha por las mujeres y para las mujeres, que son quienes realmente sufren la opresión. Incluso escribiendo estas líneas a escasos días del 8-M me genera contradicciones, como hombre, escribir hablando del papel de los hombres. Sin embargo, espero que se entienda que el mensaje que quiero lanzar es que los hombre debemos saber situarnos en un papel invisible en la lucha por la igualdad, haciéndolo de forma consciente y sabedores de que es la única forma de dejar espacio a las mujeres que durante tanto tiempo han estado sosteniendo la vida de forma invisibilizada. Debemos hacerlo en casa, en el colegio, en nuestro lugar de trabajo, en los espacios en los que militamos, etc. Reflexionando sobre nuestra propia experiencia, aprendiendo y poniendo en práctica cada día experiencias igualitarias.
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