Redacción
Publicado en diciembre de 2016 en el Número 0 de la edición impresa
¿Se imaginan 45.000 personas de 193 países hablando sobre problemáticas y retos de las ciudades, tales como una vivienda adecuada para todos los seres humanos del planeta y el desarrollo urbano sostenible? Este fue el escenario que vivió la ciudad de Quito, Ecuador, y a la que Paradigma pudo asistir, durante cuatro días (17-20 octubre). Quito fue sede de HABITAT III, la conferencia de Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Sostenible, evento que se celebra cada veinte años.
Es en 1976 cuando los estados miembros de Naciones Unidas reconocieron la necesidad de crear ciudades sostenibles. 20 años más tarde (Hábitat II, Estambul), los líderes se comprometieron a un plan global de acción para lograr acceso a viviendas adecuadas para todos los seres humanos. Compromiso sobradamente incumplido. El eje central de Hábitat III era el compromiso de una Nueva Agenda Urbana con líneas estratégicas reflejadas en 175 puntos, tales como: equidad social; desarrollo de espacios comunitarios; economía urbana y economía redistributiva; ecología urbana y medio ambiente; vivienda y acceso a servicios básicos; inclusión de personas con discapacidad; derecho de los municipios al crédito; migración, autogestión de las ciudades y el reto de prepararlas para enfrentar el cambio climático.
Más de la mitad de la población mundial vive hoy en ciudades: cerca de 4 mil millones de personas (2016). Para mitad de este siglo 7 de cada 10 personas vivirán en las urbes A pesar de que las urbes ocupan solo el 2% del territorio global, ya representan 70% del producto interno bruto mundial y en ellas se consume más del 60% de la energía global.
Joan Clos, secretario general de la conferencia, señaló como reto ciudades que “puedan ser verdaderos instrumentos de prosperidad, de desarrollo y de equidad». También destacó el “diagnóstico preocupante” causado por el rápido crecimiento urbano, que provoca baja calidad urbanística, barriadas marginales y viviendas informales, y añadió como especial preocupación el riesgo del desempleo juvenil urbano, así como la disminución de recursos hacia los ayuntamientos, a pesar de la transferencia de más responsabilidades como vivienda, migración o educación.
Rafael Correa, el presidente del país anfitrión, Ecuador, apuntó “la especulación de la tierra y la plusvalía ilegítima que ha favorecido a unos pocos, sobre la función pública del suelo para responder a aspectos sociales y ambientales», en el marco de la estrategia nacional de redistribución de la riqueza. Repensar la economía de las ciudades hacia un modelo más redistributivo y el impacto ambiental causado por los desarrollos urbanos han sido los ejes fundamentales en los debates.
La conferencia se clausuró con la Declaración de Quito, “Ciudades para todos”, declaración que contiene grandes compromisos: “(…) Los Estados miembros se comprometen en la realización del concepto de ciudades para todos los habitantes, concepto que algunos denominan como el Derecho a la Ciudad. Esta definición compila la sistematización compartida de los derechos existentes, procurando que todos los habitantes, de las generaciones presentes y futuras, sean capaces de habitar, usar y producir ciudades justas, inclusivas y sostenibles.”
Grandes palabras. Como bien sabemos, el papel es paciente. Millones de habitantes del planeta, sin haber escuchado la palabra Hábitat, están a la espera de que las promesas de sus gobernantes se conviertan en realidad tangible en su vida. En el caso que nos concierne: Derechos humanos respetados y protegidos, como es el derecho a ciudades justas y solidarias, con derechos tan básicos como viviendas adecuadas, o el compromiso con ciudades inclusivas con sus habitantes más desprotegidos. Los gobernantes de los 193 países participantes, de gobiernos centrales y locales, tendrán que mostrar su voluntad política haciendo de la Nueva Agenda Urbana un compromiso vinculante, implementando el Plan de Ejecución previsto, con rendición de cuentas ante la ciudanía afectada. Con el fin de convertir las buenas intenciones en realidad tangible para las cuatro mil millones de personas que hoy viven en ciudades, entre ellas los habitantes de nuestra ciudad de Córdoba.
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