César Pérez Navarro
Publicado en enero de 2017 en el Número 1 de la edición impresa
Paradigma: En repetidas ocasiones la ONU ha instado al Estado español a investigar todas las desapariciones forzadas, de manera exhaustiva e imparcial, pero el Estado sigue desoyendo sus informes, ¿Se reduce todo a una cuestión de voluntad política?
Francisco: Así es, ciertamente. La democracia actual se ha construido sobre el desprecio del pasado, su historia y sus víctimas. Pero la recalificación de la criminalidad franquista, contra pronóstico, ha resurgido de sus cenizas en el siglo XXI. La cuestión de las “personas desaparecidas” emergió con las primeras exhumaciones de fosas en el año 2000. En 2002 se dio conocimiento a la ONU. Surgieron Asociaciones y Foros de la Memoria por toda España, y los huesos de las víctimas se hicieron visibles, con el consiguiente impacto nacional e internacional. La “Ley de Memoria Histórica” fue una tímida respuesta en 2007. Luego, los célebres Autos del Juez Garzón, de octubre y noviembre de 2008, pusieron de uñas a los franquistas, que son más de la mitad de España. Y por último, la ONU tomó cartas en el asunto y envió a dos organismos a investigar en nuestro país. A finales de septiembre de 2013, ante la realidad de al menos 129.472 “personas desaparecidas” por el franquismo, llegó el Grupo de Trabajo de la ONU sobre Desapariciones Forzadas. El Informe Definitivo (de 2-7-2014) anotó muchísimas negligencias de los Gobiernos españoles en torno al tratamiento del franquismo y su vulneración de los derechos humanos, y planteó 43 exigencias al Gobierno español, que éste ha echado a la papelera. A finales de septiembre de 2013, la ONU envió a España a un Relator especial para la Promoción de la Verdad, que emitió otro Informe demoledor (22-7-2014) contra España, con otras 20 exigencias urgentes de verdad, justicia y reparación, todo lo cual ha terminado en el destino habitual: la papelera. España es hoy el país que más resoluciones de la ONU está incumpliendo, después de Israel; y es el país con más fosas de “desaparecidos”, después de Camboya.
Paradigma: ¿Cuál fue el alcance del genocidio franquista en Córdoba, tanto en la provincia como en la capital?
Francisco: Veo muy bien que uses el término “genocidio”, término que ya, por fin, se está abriendo camino, pero con muchísimas resistencias del mundo político, mediático y académico. El golpe militar de 1936 se saldó en la provincia de Córdoba con un mínimo de 11.584 víctimas por represión directa, en la guerra y la posguerra; pero fueron varios miles más de “personas desaparecidas”. Sin lugar a dudas, el franquismo se llevó por delante en Córdoba a no menos de 15.000 personas, y esto sin contar las que murieron en el frente, que fueron muchísimas, como en la comarca de Los Pedroches.
Paradigma: Recientemente se ha promovido una organización de familiares de víctimas con carácter jurídico que buscan recuperar los restos de más de 4.000 personas asesinadas que permanecen en las fosas de los cementerios de La Salud y San Rafael, ¿Cree que obtendrán al fin una respuesta a sus demandas por parte de las Instituciones públicas?
Francisco: Todas las asociaciones son positivas y todas deben sumar esfuerzos, pero los resultados serán muy problemáticos, porque los poderes fácticos (incluso con apariencia “democrática”) tienen su “sentencia” escrita y sus cartas marcadas ya desde la Transición y de la falsa Ley de Amnistía. Y digo falsa (como demuestro en mi libro), porque esta Ley se aprobó para las personas presas políticas (y represoras) del segundo franquismo, no para los hechos del primer franquismo o la guerra, cuyas culpas el régimen consideró extintas en 1969, a los treinta años (salieron entonces algunos topos de sus escondites). Sin embargo, la Ley de Amnistía se está interpretando muchos años atrás de la materia para la que fue aprobada. Es la prevaricación masiva de la judicatura española (con excepciones, claro). La conclusión es ésta: que todo está atado y bien atado contra la memoria, contra la historia y contra las víctimas. Es una conspiración general del Estado democrático. Ello explica que los pocos homenajes que se dan a las víctimas, nunca jamás tienen carácter gubernamental de primer nivel. El Estado democrático se implica en homenajes y leyes en pro de las víctimas del terrorismo de ETA y se desentiende absolutamente de las víctimas del terrorismo de Franco.
Paradigma: Con su libro Los desaparecidos de Franco concluye su última tetralogía sobre el franquismo, su historia y la memoria de las víctimas, incluida la calificación final de la criminalidad franquista, ¿Cuál es el siguiente desafío?
Francisco: El próximo desafío es un poco nebuloso. De momento le he dado a Córdoba unos 18 libros, la mayoría de historia sobre los años que torcieron la vida pacífica de la provincia y de España. Por estricta convicción intelectual, científica y ética decidí, desde 1978, hacer la historia de aquellos a los que se ha querido negar el derecho a la historia. Ha sido una gran vocación, aunque quisiera hacer muchas cosas más. Lo principal que quiero decir sobre este libro es que, por primera vez en España, se ha planteado la calificación de los crímenes de Franco ante el espejo de los llamados “crímenes internacionales”, que son tres: lesa humanidad, genocidio y crímenes de guerra. Franco los cometió todos, sin excepción, pero no se ha dicho hasta ahora.
Nuestra memoria histórica en datos
Andalucía:
54.000 víctimas, en 648 fosas comunes.
Córdoba provincia:
7.625 víctimas, en 82 fosas comunes
23 de ellas sin localizar.
Córdoba capital:
Estimación de 4.000 víctimas,
según Cruz Roja 7.770, en fosas comunes
en los cementerios de La Salud y San Rafael.
Francisco Moreno Gómez, doctor en Filosofía y Letras (Literatura Hispánica) por la Universidad Complutense de Madrid, realizó también estudios de Filología Clásica y de Filosofía Pura. Con su último libro, Los desaparecidos de Franco (2016), completa una tetralogía, junto con 1936. El genocidio franquista en Córdoba (2008), Trincheras de la República, 1937-1939 (2013) y La victoria sangrienta, 1939-1945 (2014). Antes de esta serie, dedicó otra tetralogía al tema del maquis o guerrilla antifranquista, cuya obra central fue La resistencia armada contra Franco. Tragedia del maquis y la guerrilla (2001), seguida de Historia y memoria del maquis. Estos son sólo los últimos “capítulos” de una rigurosa investigación que se remonta a 1978, año en el que la guerra civil y el genocidio franquista se situaron en el centro de su actividad intelectual.
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