Unos días después de la celebración de la asamblea del Movimiento Ibérico Antinuclear, MIA, la Asamblea Antinuclear de Córdoba también se reunió para evaluar las conclusiones y acuerdos de la plataforma, que agrupa a organizaciones antinucleares de la península ibérica y que se ha consolidado en la lucha antinuclear de los dos estados peninsulares, España y Portugal, bajo el principio de que los riesgos nucleares se extienden más allá de las fronteras.
La Asamblea Antinuclear de Córdoba, en este sentido, dice sentirse fuertemente respaldada por los acuerdos adoptados en el MIA, pues ambas plataformas comparten la preocupación por los movimientos llevados a cabo por ENRESA para intentar la ampliación del cementerio nuclear de El Cabril.
Ante la pretensión de ENRESA de la citada ampliación del Cementerio Nuclear de El Cabril, la Asamblea Antinuclear de Córdoba ha expresado inmediatamente su oposición rotunda a dicho proyecto de ampliación que figura en el borrador del VII Plan de Residuos Radiactivos que tendrá que tramitar el gobierno.
La Asamblea Antinuclear, además, insta a la sociedad civil cordobesa y andaluza, partidos políticos, sindicatos, colectivos y asociaciones, empresarios, ayuntamientos, instituciones, etc… a oponerse con rotundidad y a rechazar este borrador que recoge dicha ampliación y pide al Ayuntamiento de Hornachuelos, Junta de Andalucía y Gobierno Central que se pronuncien con rotundidad en contra de esta ampliación, pues «Andalucía, Córdoba y Hornachuelos ya han pagado su cuota de solidaridad con la energía nuclear, a pesar de no existir ninguna central nuclear en Andalucía«.
La Asamblea Antinuclear recuerda que El Cabril ha sufrido infiltraciones de agua no explicadas, la última conocida la de la celda 29, que ha sido cerrada por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), las cuales se siguen investigando, así como el posible vertido de aguas residuales a la cuenca del Guadalquivir.
La Asamblea Antinuclear recuerda igualmente a la opinión pública que El Cabril se ubica colindante al Parque Natural Sierra de Hornachuelos, Reserva de la Biosfera de la UNESCO, geográficamente dentro de la Cuenca del río Bembézar, en terrenos geológicamente inestables y sísmicos, con importantes acuíferos y aguas subterráneas en la Sierra Albarrana donde se asienta la instalación nuclear. Además de los riesgos asociados a la alta sismicidad relativa de este emplazamiento, subraya también el grave peligro que suponen los transportes nucleares terrestres de residuos a lo largo de su recorrido hasta estas instalaciones.
Por último, esta organización también remarca que, tanto Hornachuelos como los pueblos limítrofes, no han dejado de bajar en población desde que se construyera el cementerio nuclear en 1992, soportando igualmente incremento del desempleo, emigración juvenil, etc… «En definitiva despoblación rural, cuando las instituciones promotoras de la instalación prometieron centenares de empleos y un libro blanco de desarrollo que nunca se ha ejecutado, dejando únicamente tras de sí el enorme impacto negativo que esta actividad nuclear representa para el desarrollo económico de estas comarcas a pesar de sus enormes recursos endógenos», termina la nota de la Plataforma.
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