Según una nota de prensa emitida por Ecologistas en Acción Andalucía, la reducción de la movilidad por la crisis de la COVID-19 ha provocado una mejora sin precedentes de la calidad del aire, también en relación con el ozono troposférico. No obstante, los 8,4 millones de habitantes de Andalucía han seguido respirando aire contaminado por ozono durante el verano de 2020. El Informe anual sobre la Contaminación por Ozono de Ecologistas en Acción concluye que la totalidad de la población y del territorio andaluz han estado expuestos un año más a unos niveles perjudiciales para la salud de este contaminante. La Junta de Andalucía sigue sin adoptar medidas eficaces sobre el transporte, la industria y la ganadería intensiva que eviten los episodios puntuales y reduzcan los elevados niveles de fondo.
El informe elaborado por Ecologistas en Acción analiza los datos recogidos entre el 1 de enero y el 30 de septiembre de 2020 en 483 estaciones oficiales de medición de ozono repartidas por todo el territorio español, entre ellas 60 situadas en Andalucía.
En lo que respecta a Andalucía, entre sus principales conclusiones, destacan:
- El ozono troposférico sigue siendo el contaminante atmosférico que año tras año afecta a más población y territorio. Durante 2020 sus niveles se han reducido de forma importante, interrumpiendo la tendencia estacionaria o al alza de los últimos años, como consecuencia de la drástica disminución de las emisiones de sus contaminantes precursores en la industria y en el transporte, por efecto de la crisis de la COVID-19.
- El informe de Ecologistas en Acción toma como referencia el valor recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de acuerdo con el cual el aire contaminado por ozono ha afectado en 2020 a la totalidad de la población y del territorio andaluz.
- Si se considera el valor objetivo establecido por la normativa, más laxo que la guía de la OMS, la población que ha respirado aire contaminado por encima de lo establecido legalmente es de 331.000 personas, en las zonas de Córdoba y Puente Nuevo (Córdoba). Trece estaciones de medición en las zonas de Carboneras (Almería), Granada, Málaga, Huelva, Jaén y en algunas en la Andalucía rural han incumplido el objetivo legal en el trienio 2018-2020.
- La frecuencia de las superaciones de los estándares establecidos por la legislación actual y de la OMS ha sido muy inferior a la de años precedentes, con un descenso del 45 % y el 34 % respectivamente en relación con el promedio de las registradas en el periodo 2012-2019, en el conjunto de Andalucía.
- La mejoría de la situación ha sido en especial relevante en las zonas industriales de Carboneras, Huelva y Puente Nuevo (con sus centrales termoeléctricas paralizadas), en la Bahía de Cádiz (donde la captura de datos ha sido baja) y en la aglomeración de Granada, con una reducción del número de días con mala calidad del aire de en torno al 50 %. De manera puntual, el ozono ha aumentado en algunas estaciones industriales y urbanas de la Bahía de Algeciras, Almería, Córdoba, Málaga y Sevilla, precisamente por el menor tráfico y reducción del monóxido de nitrógeno (NO), contaminante que destruye el ozono.
- La información a la ciudadanía por parte de las administraciones públicas no es ni adecuada ni ajustada a la gravedad del problema. La página Web de calidad del aire de la Junta de Andalucía no ofrece datos en tiempo real ni permite la descarga de datos históricos para seguir la evolución de la contaminación. Resulta elemental por ello que la Junta de Andalucía se esfuerce por mejorar la información de la calidad del aire en su Comunidad.
El ozono es un contaminante muy complejo, que no tiene una fuente humana directa, sino que se forma en la superficie terrestre en presencia de radiación solar por la combinación de otros contaminantes denominados precursores, emitidos por el transporte (en especial los vehículos diésel), las centrales termoeléctricas, ciertas actividades industriales o la ganadería intensiva. Se trata por tanto de un contaminante secundario que en verano afecta a las áreas suburbanas y rurales influenciadas por la contaminación urbana e industrial.
La contaminación por ozono debe abordarse como un problema sanitario de primer orden. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, causa cada año entre 1.500 y 1.800 muertes en el Estado español y según el Ministerio de Sanidad producen 500 muertes al año. Las personas más afectadas son niñas y niños, personas mayores, mujeres embarazadas y quienes padecen enfermedades cardiorrespiratorias crónicas. Además de la mortalidad por causas cardiovasculares y respiratorias, se ha observado su efecto en bajo peso en el nacimiento y en demencia.
Como ejemplo el coste sanitario y laboral de la contaminación por ozono fue de 5.000 millones de euros en 2013, un 0,33% del PIB español, según el Banco Mundial, sin considerar los daños provocados sobre los cultivos y los ecosistemas naturales.
Los Planes de Mejora de la Calidad del Aire para reducir la contaminación son obligatorios según la legislación. Pero, en el caso del ozono, la Junta de Andalucía sigue sin elaborarlos, en todas las zonas donde resultan preceptivos. Se trata de una negligencia que está poniendo en peligro la salud de 7,4 millones de andaluces en las zonas de Bailén, Córdoba, Carboneras, Granada, Huelva, Jaén, Málaga, Sevilla, Puente Nuevo y Andalucía rural.
Pocas ciudades cuentan con protocolos de actuación frente a las superaciones puntuales de contaminación por ozono. En algunos protocolos como el de Sevilla no contemplan medidas de limitación del tráfico en episodios como el del 26 de julio, cuando se registraron seis superaciones del umbral de información mientras las autoridades se limitaban a informar rutinariamente a la población.
Las principales vías de actuación para reducir la contaminación del aire por ozono son la disminución del tráfico motorizado, la adopción de las mejores técnicas industriales disponibles, la sustitución de los disolventes orgánicos por agua, el ahorro y la eficiencia energética y el apoyo a las energías renovables. También es necesario agilizar el Área de Control de Emisiones acordada para el Mar Mediterráneo, penalizar fiscalmente a los vehículos diésel y una moratoria para las grandes explotaciones ganaderas intensivas.
La crisis de la COVID-19 ha demostrado que la reducción estructural del transporte y la descarbonización de la industria son las mejores herramientas para mejorar la calidad del aire que respiramos, en las ciudades y en las zonas rurales, también en el caso del ozono. La dramática situación creada por la pandemia viene a corroborar que la reducción de las emisiones de precursores sí es efectiva para combatir la contaminación por ozono.
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