Raquel Castro
Publicado en abril en el Número 4 de la edición impresa
Dicen que en las situaciones de crisis se agudiza la creatividad y pueden convertirse en oportunidades. Que será la sociedad quien idee e impulse los cambios necesarios y los poderes públicos asumirán, a posteriori, su gestión. Podemos encontrar iniciativas reivindicativas de todo tipo vinculadas de los sectores de educación, medioambiente o economía. Una de ellas es la llamada “Moneda Social”. ¿Podría esta suponer realmente una alternativa viable a los problemas económicos actuales? ¿Es posible hacer las cosas en economía de otra manera?
¿Qué es la moneda social? Como toda “moneda” se trata de un sistema de cambio, es decir, un elemento al que se le reconoce un valor determinado y que es susceptible de ser utilizado como contraprestación en las transacciones comerciales.
El concepto de moneda social puede utilizarse para referirse a dos tipos de iniciativas diferentes: Por un lado, los llamados “Bancos del Tiempo”. Son redes de intercambio en las que se sustituye el dinero por otra unidad de medida del valor de los bienes o servicios: el tiempo. Cada servicio se valora por el tiempo que se precisa para prestarlo independiente de su naturaleza. De otra parte, encontramos el concepto de moneda local como una alternativa a la moneda oficial y circunscrita a una determinada área geográfica. En esta idea nos detendremos.
Existen muchas variantes de este tipo de iniciativa, pero los objetivos suelen ser comunes: Dinamizar la economía local; crear un tejido social local más fuerte y evitar los efectos nocivos asociados a la especulación y fluctuaciones económicas del dinero ortodoxo.
Aunque se utiliza el término “moneda”, no es preciso que adopte realmente esta forma física. De hecho, en muchos casos, la encontramos en formato electrónico. Algunos autores, como Eduardo Garzón (http://eduardogarzon.net/ventajas-y-riesgos-de-la-moneda-local-que-propone-crear-barcelona-en-comu), consideran que debe evitarse utilizar el término “moneda” ya que ello podría ser un inconveniente dentro de la Zona Monetaria de la Unión Europea.
GARANTIZAR LA VIABILIDAD
Para que un proyecto de moneda local tenga probabilidades de éxito es preciso que se den ciertas condiciones:
En primer lugar, cualquier sistema de intercambio debe estar basado en la confianza. El hecho de que la vecindad perciba a la moneda local como fiable es indispensable, esto es: una herramienta válida y segura en el desarrollo diario de sus transacciones comerciales.
Para lograr este efecto existen diferentes maneras de enfocarla. Se pueden encontrar iniciativas con un sistema de intercambio al que se adhieren comercios y particulares por propia iniciativa, gestionado por asociaciones vecinales y colectivos sociales. En este caso, la confianza en la capacidad suficiente de la comunidad para responder a las necesidades de los usuarios, con criterio de reciprocidad, será la base en la que se sustente. Sirva de ejemplo “El puma”, la moneda social del casco histórico norte de Sevilla.
DIFERENTES MODELOS DE MONEDA SOCIAL
Otro modelo es el que han puesto en marcha en lugares como Bristol en Reino Unido, o la región de Chiemgauer en Alemania. El hecho capaz de generar la necesaria confianza en estos supuestos es el apoyo institucional a la iniciativa. En muchos casos se trata de una medida impulsada desde una institución pública con la colaboración imprescindible de colectivos sociales e instituciones privadas. En ocasiones el respaldo institucional llega a la aceptación de esta moneda como forma de pago de los impuestos locales, el caso de Detroit, EE.UU, o al abono total o parcial de subsidios sociales en la moneda local en Toulouse, Francia.
Como segundo requisito, el ámbito de actuación de esta nueva forma de dinero ha de concentrarse en un área geográfica concreta. La nueva moneda no tiene valor fuera de ese territorio. Por ello, es imprescindible la adhesión al proyecto de los comercios locales. En tercer lugar, ha de establecerse un sistema de cambio respecto a la moneda oficial. Este sistema puede ser paritario (una moneda local equivale a un euro) o no (la moneda local se cambia por 1,2 euros, por ejemplo).
El efecto dinamizador de la economía local se produce al incentivar el consumo en los comercios adheridos al proyecto. El nuevo dinero se mueve dentro de este circuito, y más allá de sus límites no tiene valor de cambio. Así se evita también la huida de capital a otros territorios y se favorece la concentración local. Para evitar la acumulación se idean sistemas como la emisión limitada de moneda local o la caducidad de su valor.
BASILEA, UNA EXPERIENCIA CON TRADICIÓN
En Suiza, en la región de Basilea, viene funcionando desde 1934 el Banco WIR que fue creado por un grupo de comerciantes tras la crisis del 29, tratando de asegurar una estabilidad en sus transacciones que paliara las pérdidas económicas de los años del gran crack y redujera la posibilidad de que un fenómeno así pudiera volver a repetirse.
El plan ideado consistió en crear una moneda de intercambio entre los comerciantes asociados al proyecto que fuera estable, al margen de los ciclos de la economía global. Ésta se puso en marcha mediante un sistema de créditos sin interés del Banco WIR a los comercios adheridos, pero esto cambió en 1952.
Actualmente funciona bajo la forma jurídica de cooperativa, con 50.000 socios con derecho al voto. Es conocida como “La Red de Economía Social- Cooperativa de Basilea” y se caracteriza por que la moneda (el BonNetzBon) puede comprarse y venderse al cambio por francos suizos para garantizar la confianza y fiabilidad; todos los integrantes de la cooperativa tienen el derecho democrático al voto.
¿MONEDA SOCIAL EN CÓRDOBA?
Para finalizar, debemos hacer referencia al interés mostrado por el Ayuntamiento de Córdoba en el último año por estas vías alternativas económicas. El Delegado de Servicios Sociales, Rafael del Castillo, ha manifestado que en la actualidad no hay ningún plan concreto sobre la mesa en esta materia pero considera que “hay mucho campo de actuación con las monedas sociales si se trabaja con la complicidad de los sectores de la economía social y de los colectivos implicados en el cambio social. Creo que estamos en pañales todavía y las posibilidades son enormes.”
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