Confederación Nacional del Trabajo (CNT)
Publicado en marzo de 2017 en el Número 3 de la edición impresa
Trabajos sin contrato, contratos temporales y formativos que no lo son, a tiempo parcial que esconden largas jornadas mediante el abuso de las horas complementarias, economía sumergida, salarios exiguos, horas extras obligadas y no pagadas, falsos autónomos, incumplimientos en materia de descansos, vacaciones, permisos o conciliación, externalización de servicios y persecución sindical, son las situaciones más comunes para quienes trabajan en la hostelería.
Las reformas laborales, los altos niveles de paro y la falta de alternativas en otros sectores, han creado las condiciones para que desempeñemos el papel de proveedores de turismo barato, con salarios y derechos reducidos, que nos han asignado las instituciones europeas.
Es urgente cuestionar el discurso dominante sobre las virtudes del actual modelo turístico y hostelero, que sólo habla de visitantes, pernoctaciones, creación de empleo, para hablar del reparto del ingreso que esta actividad genera, quien acumula beneficios y quién cargas y costes. Qué se llevan los grandes operadores turísticos, cadenas hoteleras, franquicias de hostelería, etc. y qué queda para quienes trabajan en el sector.
Más allá de desidias institucionales, corresponde a las personas trabajadoras tomar la iniciativa y reivindicar un mayor reparto de la riqueza, trabajo con derechos y otro modelo económico más sostenible, menos dependiente de factores externos y del monocultivo turístico.
No hay mejor herramienta de redistribución en favor de la mayoría social, ni mejor antídoto contra la precariedad que la implantación de un sindicalismo combativo, de base y participativo en el sector turístico y hostelero cordobés.
Saida
Tengo 30 años y trabajo en hostelería, de camarera en todo tipo de establecimientos, desde los 18. La mayoría de las veces sin contrato, con un salario “pactado” pero que realmente, era impuesto por la empresa: “tanto dinero por un turno de x horas/día. Lo tomas o lo dejas”.
Entre quienes trabajamos hay desinformación sobre el convenio hostelero y nuestros derechos, y poca voluntad de enfrentamiento. Es nuestra responsabilidad exigir que se cumpla, y no conformarnos con descansar dos días y tener algún tipo de contrato. Aún así, en la gran mayoría de los casos, las circunstancias nos obligan a elegir la precariedad laboral antes que estar parada. La imagen del típico empresario cordobés responde al señorito que se lucra con las ganancias que genera su terreno sin trabajar él la tierra, trasladado a la hostelería cordobesa.
Victoria
He trabajado en hostelería durante años: sin contrato o con contratos que no eran reales. Es habitual saber a qué hora entras, pero no a la que sales, y verte obligada a realizar horas extras y no cobrarlas. El descanso obligatorio también se incumple, por ejemplo en los caterings, dónde he descansado menos de 2 horas entre un día y otro, acabando de limpiar en una boda a las 7 de la mañana o echando 60 y 90 horas y acumulando varios meses sin descansar un día. He cobrado muchas veces por debajo de convenio, tarde y mal. En buena parte de mis trabajos no conocía el convenio. Sindicarme me ha servido para mucho, porque, si no llega a ser por la acción sindical no hubiera cobrado. A nivel personal es muy difícil soportar la presión que supone tener un conflicto laboral, sin apoyo de tus compañeros de trabajo ni de la familia. El sindicato te hace sentir que no estás sola, que lo que pides es lo que te corresponde.
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