Manuel Balsera Santos
Publicado en Número 10 de la edición impresa (Feb/Mar 2018)
No hace mucho tiempo escuché decir a una mujer inmigrante africana en España, que ella no venía a nuestro país, ni por capricho ni por casualidad. Su “excusa” era mucho más sencilla y simple, ella emigró por culpa del hambre. Continuaba diciendo, que mientras un medio mundo sufre, el otro medio se mantiene al margen y hasta contrario al crecimiento del otro medio. Parece como si la anestesia mental a la que estamos sometidos en esta sociedad occidental y alienada, no nos permitiera ver la realidad más allá de nuestras fronteras; algo muy curioso, pues tampoco hace falta irse muy lejos para ver las necesidades de gran parte de la población; incluso dentro de nuestras propias fronteras existe “otro medio mundo” casi escondido, pero que a poco que nuestras conciencias nos lo permitieran, lo veríamos.
Más de ochocientos quince millones de personas pasan hambre en el mundo y sin embargo, ni existe solución a corto plazo, ni las conciencias de los que son “alguien”, hacen nada por cambiar esa realidad. Es muy difícil para un occidental razonablemente bien alimentado y con el “martilleo” constante de su sometimiento por parte de todos los que venden algo en esta sociedad consumista, ni tan siquiera ponerse una rato a pensar que hay gente que muere por no tener ni que llevarse a la boca. Niños mal nutridos, que en el continente africano llegan a ser uno de cada cuatro de los que nacen. Esa malnutrición es la causa de casi la mitad (45%) de la muerte de los niños menores de cinco años allí y suponen más de tres millones; cien mil cada año de vidas segadas antes de ni tan si quiera florecer a esa vida. En los países del tercer mundo, un niño de cada tres, presenta un retraso en el crecimiento inferior al normal. Para colmo de males, esta realidad se agrava cuando nos referimos a la vida vida de las mujeres en los países pobres. El simple hecho de nacer mujer en los países pobres, supone rebajar sustancialmente las expectativas y condiciones de vida respecto de los ya de por si infrahumanas de los varones. Desigualdad de nacimiento, desigualdad por raza, por país, por genero, se compendian en una sola…desigualdad por razones económicas. Sólo la igualdad trae implícita la justicia; sólo la voluntad de los justos y la lucha diaria de los agraviados, traerá esa igualdad que salva vidas.
Así está el mundo (el medio mundo) nuestro, que mantiene y al mismo tiempo somete al otro medio. Mientras, soñaré yo también y haré mía la frasea de Galeano: Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan “los nadies” con salir de pobres.
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