Hemos conocido por la prensa cordobesa la preocupación de algunos líderes políticos en la ciudad por la posible llegada de personas migrantes en situación administrativa irregular a Córdoba. Queremos ayudar a quienes se puedan sentir inquietos a conocer la realidad y así poder encarar los esfuerzos hacia los verdaderos problemas de la población.
Córdoba, como el resto de Andalucía y España, ya tiene miles de vecinos y vecinas que carecen de un permiso de residencia. Desgraciadamente esta situación no es nueva. Lleva produciéndose, al menos, los últimos 30 años sin que por ello se haya resentido ni un ápice la convivencia, ni la vida cotidiana de los cordobeses y cordobesas. Que haya personas migrantes en situación administrativa irregular es una consecuencia de una política de extranjería deficiente en el país y en toda la UE. En tres décadas de llegada de personas migrantes no se ha creado un mecanismo legal para que quienes vienen a buscar oportunidades de vida digna, lo hagan con un permiso desde su país de origen y, de paso, sin tener que jugarse la vida en tantas ocasiones.
En todo este tiempo decenas de miles de vecinos y vecinas de la ciudad han llegado teniendo que hacerlo de forma irregular para, con mucho esfuerzo y contribuyendo a la economía y el desarrollo social de la ciudad, acabar logrando regularizar su situación y pasar a ser vecinos de origen extranjero con permiso de residencia.
No existen inmigrantes buenos o malos en función de su situación administrativa. La irregularidad y el acceso al permiso de trabajo y residencia son dos etapas de un solo proceso vital que es la migración a España. De forma similar también, en demasiadas ocasiones, ocurre con el trabajo en la economía sumergida de los y las jóvenes; quienes tienen asumido que es el precio a pagar durante años hasta lograr un contrato de trabajo en la economía formal.
No se preocupe por tanto nadie, que Córdoba no se rompe porque lleguen personas sin papeles. En todo caso el estar sin papeles, sí puede hacer mucho más difícil la vida de los nuevos cordobeses y cordobesas. Los años en los que es obligado estar en la irregularidad significan más dificultad para el acceso a la salud, la educación o la vivienda. Significa ocupar los empleos peor pagados, en la economía sumergida y sin opción a un contrato de trabajo. Significa hacer crecer un país recogiendo aceituna, limpiando en casas o haciendo cualquier otro trabajo sin poder cotizar para el futuro. Significa sufrir el mayor nivel de precariedad posible en el acceso a una vivienda digna y por tanto esforzarse mucho para salir adelante hasta que pasen los años y se cumpla el plazo para poder acceder a un permiso de residencia. La irregularidad no debería preocuparnos a quienes no la sufrimos, salvo en la medida en que le complica la vida a nuestros nuevos vecinos y vecinas.
Tampoco debería preocupar que existamos organizaciones que abiertamente apoyemos a cualquier persona que necesite ayuda. Hay en Andalucía quienes creemos que no es posible mejorar como sociedad si dejamos atrás, en la cuneta, a una parte de nuestros vecinos y vecinas. Sabemos que esta ciudad es más humana y menos salvaje cuando mira a sus vecinos y vecinas como personas que aportan y reciben de la comunidad. Nos preocupa profundamente que se pueda abrir un camino en el que algunos sean prescindibles, en el que se señale con el dedo a un chiquillo, a una mujer, a cualquiera, por haber cometido el crimen de equivocarse al nacer en otro sitio. Sí, defendemos que las personas son iguales en dignidad y eso significa ayudar a tener una vida digna a cualquiera sin mirar primero los papeles que lleva en la cartera.
No es que Córdoba no se rompa por ello. Es que se hace más fuerte cuanto más fuerte sean las redes entre sus vecinos y vecinas. Ninguna sociedad ha mejorado estando dividida, ningún pueblo ha prosperado estando enfrentado. La solidaridad con los que peor lo pasan no es debilidad, es la mejor estrategia para prosperar y estar seguros de que el futuro sea un poco menos inquietante.
Quienes hablan desde la debilidad del miedo a lo desconocido pueden estar tranquilos. Son décadas ya las que llevamos paliando las consecuencias de una ley de extranjería irracional. Son décadas acompañando y celebrando que miles de personas y familias pelean día a día para salir adelante ayudando, en el camino, a construir Córdoba y Andalucía. Estamos tan orgullosos de nuestro trabajo, como felices de ver tanta fuerza en la sociedad cordobesa para salir adelante y superar esta y otras crisis. Nos sentimos felices de compartir día a día ciudad con otras personas y organizaciones comprometidas con el objetivo de que nadie se quede atrás.
Nuestro compromiso es público y conocido. No tenemos más miedo que el de una Córdoba y una Andalucía en la que se vuelvan a vivir la violencia y el odio entre vecinos y vecinas. Lo mejor, lo único que importa en realidad, de esta tierra está en su gente. Y lo mejor de su gente, en su sentido de comunidad, haya nacido donde haya nacido cada cual. Aquí no sobra nadie. Si acaso, sobra avivar los miedos y distraer la mirada de los verdaderos problemas de la gente.
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