En esta ocasión, no he elaborado personalmente un escrito para su publicación. Por el contrario, hago mío el documento elaborado por la Asociación Aletheia, a la que pertenezco, respecto de la guerra de Ucrania y la necesaria respuesta colectiva ante los graves acontecimientos que se vienen sucediendo.
A través de este documento expresamos nuestro llamamiento a una movilización general, no solo contra la guerra, sino sobre todo contra las causas que la han generado: o sea, contra todos aquellos que buscan beneficiarse de ella, y que por esto mismo han ido creando las condiciones para su surgimiento e, incluso, cabe decir que la han planificado.
Proporcionamos dos datos muy significativos, ocultados generalmente al gran público y a menudo olvidados:
1. El origen de la propia OTAN. El Estudio de Planificación Política de Estados Unidos 23 (PPS/23), considerado alto secreto, publicado el 8 de febrero de 1948, nos proporciona una visión de cuál fue el objetivo de su creación:
Tenemos cerca del 50% de la riqueza del mundo, pero sólo el 6,3% de su población. […] En esta situación, no podemos dejar de ser objeto de envidia y resentimiento. Nuestra verdadera tarea en el próximo periodo es diseñar un modelo de relaciones que nos permita mantener esta posición de disparidad sin que ello suponga un perjuicio positivo para nuestra seguridad nacional. Para ello […] nuestra atención tendrá que concentrarse en todas partes en nuestros objetivos nacionales inmediatos. […]
2. La Orientación para la Planificación de la Defensa, del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, de 1992, también secreto pero que se filtró a la prensa. En él se diseñaba un plan de dominio global para después de la guerra fría por parte de los Estados Unidos:
Nuestro principal objetivo es prevenir la emergencia de un nuevo rival. Esta es la consideración dominante que debe subrayar la nueva estrategia regional de defensa y que exige que nos esforcemos en prevenir que ninguna potencia hostil domine una región cuyos recursos pudieran bastar, bajo un control consolidado, para ejercer un poder global (…). Finalmente, debemos mantener los mecanismos para disuadir a competidores potenciales incluso de aspirar a un papel regional o global mayor.
En otras palabras, ha existido y existe un plan deliberado de control mundial por el que los Estados Unidos se han anticipado a la emergencia de cualquier competidor o rival a nivel regional o global para sus mercados. Y ello para mantener su propio estilo de vida, no solo muy superior al de la mayoría de pueblos de la Tierra, sino también basado en el consumismo desenfrenado y el derroche, y por tanto no generalizable y causante, en mayor proporción que otros países, de la crisis ecológica y climática global que padecemos y que amenaza también con nuestra supervivencia y la de todos los seres vivos. En esto fue también muy claro el Secretario de Defensa de Estados Unidos Donald Rumsfeld en 2001 en un discurso a las tripulaciones de un grupo de bombarderos:
Tenemos dos opciones. O cambiamos la forma en que vivimos o cambiamos la forma en que viven otros. Hemos escogido esta última opción. Y sois vosotros los que nos ayudaréis a alcanzar este objetivo.
Ante estas y otras evidencias, declaramos:
1. Que esta guerra es, ante todo, una guerra del propio capitalismo. Esto es, generada por las dinámicas propias o inherentes al propio capitalismo, que implica necesariamente la conquista permanente de mercados y el sometimiento de poblaciones enteras y de la naturaleza para las tiránicas exigencias de la valorización continua y creciente del capital. Estas dinámicas ya generaron, entre otras, la Primera y la Segunda guerra mundiales, y constituyen, por ello, la mayor y más peligrosa forma de totalitarismo, acompañándose además de todas las formas posibles de conformismo y adormecimiento de las poblaciones que aspiran a alcanzar o a mantener el llamado ”modo de vida occidental”, o sometiendo con mayor o menor violencia a aquellas que se resisten.
2. La actual guerra responde, pues, por distintas vías, a una estrategia elaborada para llevar las tensiones hasta donde han llegado. El objetivo es lograr un dominio capitalista generalizado y jerarquizado, con una parte del planeta —en primer lugar Estados Unidos y Europa occidental— viviendo en el “capitalismo rico”, y su mayor parte en las diversas formas de indigencia y degradación propias del capitalismo pobre, que resulta por ello insuperable.
3. La actual guerra no responde a una lucha o enfrentamiento entre la democracia y la autocracia, o entre las democracias liberales y los diversos grados de democracias iliberales o las dictaduras. Estos esquemas de simplificación deben ser definitivamente superados. Es el propio capitalismo devorador el que toma formas diversas para mantenerse o legitimarse según sus posibilidades en el gran tablero mundial. El sometimiento de otros pueblos, su explotación permanente, o la degradación de la naturaleza, no pueden ser sostenidos por “consensos democráticos” que los legitiman. Hay principios, como los de la dignidad de la vida humana o el sostenimiento de la naturaleza, que son innegociables. Y mientras Europa, con la apelación permanente que hace a sus “valores”, clama contra nacionalismos o populismos de todo tipo, mantiene al mismo tiempo a un gobierno, como el ucraniano, apoyado por milicias fascistas.
4. Por todo ello, exigimos que se entablen negociaciones efectivas para el fin de la guerra que impidan las amenazas a la seguridad de Rusia e impliquen el fin de las sanciones económicas, que constituyen otra medida de guerra desde 2014, únicas vías que permitirían la salida de Rusia de Ucrania y sortear el peligro real de una guerra nuclear.
5. Llamamos a la movilización general de las poblaciones hacia la protesta por la participación de sus respectivos gobiernos en las políticas de fomento del imperialismo y la guerra, necesarias como forma de presión efectiva para que estos inicien negociaciones con verdadera voluntad de conducir a la distensión.
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