César Pérez Navarro.
Publicado en la edición en papel de Paradigma. Número 11. Anuario 2018.
Una de las metáforas más apropiadas desde la irrupción de la doctrina neoliberal en la economía quizás la encontremos en Momo. Su vida, la de un niño que vive en un anfiteatro de la ciudad, huérfano pero rodeado de otra familia, sus amigos y amigas, se trunca con la llegada de los hombres grises. Su vida y la de todas las personas que le rodean. Los hombres grises son los encargados de “hacer que no se desperdicie el tiempo en cosas absurdas”, y -paulatinamente- casi sin que nadie se percate, los que van cambiando el modo de vida de todos.
Así lo explica con su “lógica” uno de los hombres grises al señor Fusi, uno de sus embaucados: “usted sabrá cómo se ahorra tiempo. Se trata simplemente, de trabajar más de prisa, y dejar de lado todo lo inútil. En lugar de media hora, dedique un cuarto de hora a cada cliente. Evite las charlas innecesarias. La hora que pasa con su madre la reduce a media. Lo mejor sería que la dejara en un buen asilo, pero barato, donde cuidaran de ella, y con eso ya habrá ahorrado una hora”.
En 2018, los dueños de las grandes empresas multinacionales, la banca y sus aliados en medios de comunicación y partidos políticos, los mismos que provocaron la crisis económica, han proseguido su larga estrategia para robarnos el tiempo mientras nos asustan o enfrentan con asuntos artificialmente provocados. Nacionalismo español y catalán, inmigración y otros fantasmas siguen en la palestra mientras nos roban el tiempo. Pero ¿Cómo nos lo roban? Lo escuchamos alto y claro por boca de un presidente de la patronal hace ya años:
“trabajando más y, desgraciadamente, ganando menos”.
Salarios miserables, inestabilidad laboral, horas extras no remuneradas, contratos basura por horas, temporales o parciales, cotizaciones desinfladas, horas extras sin pagar, accidentes laborales… e incluso abusos sexuales, como los sufridos por temporeras marroquíes en una finca de recogida de fresa en Huelva durante el mes de junio. Asuntos de salud y de comer sobre los que pretenden que perdamos el interés. Mucho circo pero poco pan.
¿Y cuántas personas que leen esto no se ha sendido alguna vez identificadas con uno o varios de esos abusos laborales? ¿Cuántas deben callar bajo amenaza de despido desde 2008 o incluso antes?
España encabeza los contratos temporales (26,8%) en la UE incluso por delante de Polonia (26,1 %), siendo la media del 14,3%. Andalucía es líder de Europa en temporalidad, y esta no para de crecer: del 31,4% en 2013 ha pasado al 35,8% en 2017. Esa temporalidad tambien se traduce, entre otras cosas, en un estancamiento o retroceso en los salarios. En 2007, la remuneración de los asalariados suponía en España 559.777 millones de euros, mientras que en 2017 ha sido de 550.272 millones. Es decir, hay 9.505 millones de euros menos en salarios que hace 10 años, como resume el estudio Crecimiento económico: salarios y empleo elaborado por Unión Sindical Obrera (USO) con datos del INE. Para Andalucía, el peso de la remuneración de asalariados en el PIB era de 74.860 millones de euros en 2008, un valor que no se ha recuperado tras finalizar 2017: 72.271 millones de euros. Y unas últimas cifras para demostrar cómo nos han robado el tiempo haciéndonos trabajar más para poder vivir o sobrevivir en el peor de los casos;
En 2007, en Andalucía, el salario medio anual era de 15.010 euros, el más bajo después de Extremadura y tres mil euros menos que la media nacional (18.087). Hoy, se cifra en Andalucía en 14.868 euros, aún a más distancia de la media nacional (18.835). Para hacernos una idea, un asalariado medio andaluz necesita trabajar 22 meses para tener un ingreso similar al de un asalariado medio alemán en un año.
EL MISERABLE CONVENIO DEL CAMPO EN CÓRDOBA
En este contexto, COAG y ASAJA (la patronal del campo cordobés), junto con CCOO y UGT firmaron el pasado mes de julio el documento definitivo que aprobaba el Convenio Colectivo del campo en la provincia de Córdoba para los próximos cuatro años. Un convenio que afecta a unos 70 mil trabajadores del campo y 7 mil explotaciones agrícolas y que se traduce en una irrisoria subida salarial de poco mas del 1% anual que en poco cambia el abusivo jornal de alrededor de los 43 euros/día para campañas agrícolas como la de la aceituna, lo que significa entre 5 y 10 euros menos que otras provincias andaluzas. Un jornal con solo 15 minutos diarios de descanso a cuenta del trabajador…
LA “DÉCADA PERDIDA” EUROPEA
No hablamos en esta ocasión solo de 2018, sino de la última década marcada por esta crisis financiera, una década que nunca puede observarse desde las cifras de crecimiento económico de los años recientes, sino desde el estancamiento de los salarios, el aumento de precios y el consiguiente empobrecimiento en todo el país, más pronunciado en Comunidades Autónomas como la andaluza.
Si al pueblo latinoamericano le robaron la década de los 80, la tristemente célebre “década perdida” para el desarrollo económico y social tras abrazar los recortes ultraliberales y pago prioritario de la deuda, a nosotros, los europeos, españoles y andaluces, nos han arrebatado ya nuestra propia década sin que la CEPAL ni ningún otro organismo haya querido bautizarla. Y los hombres grises que actuaron en Latinoamérica son los mismos que nos hacen ahorrar tiempo trabajando más en Europa.
Las consecuencias del hurto de nuestro tiempo van parejas al empobrecimiento de nuestras vidas. El primer semestre de este año ha registrado el menor número de nacidos desde 1941. La precariedad nos condena a la inseguridad económica, y esta a pensárnoslo varias veces antes de decidirnos a ser padres o madres.
Más allá de los números macroeconómicos, la realidad es que esta generación tan bien preparada, con carrera, con máster, con doctorado, ya no cotiza, se le condena a quedarse sin pensión y debe vivir en constante incertidumbre. Poco más de la cuarta parte de los trabajadores andaluces gana menos de mil euros al mes, una tragedia en un entorno de creciente burbuja de los precios de alquiler, que absorven en muchos casos más de la mitad del salario. Pero los hombres grises nos hablan mientras nos roban el tiempo. Los reales, no los de Michael Ende. Nos dicen… “tu problema es un trapo rojo y amarillo” o “tu vida mejorará si echamos al inmigrante”. Nos entregan el trapo y nos animan a agitarlo, y a enfrentarnos a otras personas que tampoco encuentran su tiempo robado.
“Nadie se daba cuenta de que, al ahorrar tiempo, en realidad se ahorraba otra cosa. Nadie quería darse cuenta de que su vida se volvía cada vez más pobre, más monótona y más fría. Los que lo sentían con claridad eran los niños, pues para ellos nadie tenía tiempo. Pero el tiempo es vida, y la vida reside en el corazón. Y cuanto más ahorraba de esto la gente, menos tenía”.
Michael Ende.
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