Valentín Aguilar, Coordinador General APDHA
Es precisa una reflexión sobre la privación de libertad, pues lo cómodo y fácil es decir que los malos a prisión,pues se lo merecen. Noticias corren de delitos y delincuentes, pero todas analizadas desde el morbo.
APDHA, con el apoyo externo desinteresado de Herodato, realizamos una investigación sobre el grado de conocimiento de la sociedad española del sistema penal, concluyéndose que, parte importante de la población, quiere más y más penas, entre ellas la perpetua,si bien desconociendo absolutamente el sistema existente, duración, delitos, reincidencia…. Preguntados sobre la pena justa para un tirón de bolso, la mayoría señalaban los trabajos en beneficio de la comunidad, cuando el código actual contempla hasta 5 años de prisión. Una vez que a la población se le planteaba una pregunta reflexiva, cambiaba de forma rápida su posición de favorable a en contra de la cadena perpetua. Véase en www.apdha.org
Datos para la reflexión: reincidencia del 70%; duración media de 17 meses, frente a los 7 de Europa; somos de los países con número más elevado de presos (150 por cada 100.000 habitantes) pese al ser de los más seguros (20 puntos por debajo de la media europea).Según ROSEP se han multiplicado el número de presos por ocho en los últimos 40 años, pero no por un aumento de la criminalidad, sino por el incremento de la duración de las penas. El 50% de las personas encarceladas no deberían estarlo: «España criminaliza la pobreza». El castigo excesivo e inexplicable de la prisión por la ley, determina una sobreocupación importante y una imposibilidad de intervenirse de forma adecuada con los presos. Un solo educador y psicólogo por cada 150 presos no sirve.
La inmensa mayoría de los presos proceden de exclusión, cometieron delitos contra la propiedad (38%) o salud pública (22%). El 8% son enfermos mentales graves y el 65% drogodependientes. Se les señala como los peligrosos, cuando el impacto económico es muy inferior al que han podido causar, los grandes estafadores, corruptos,… Messi defraudó 4,1 millones de euros a hacienda por tres delitos fiscales y 21 meses de prisión.
…que los testimonios confirman
Manuel Sánchez, ex preso.
La cárcel no reinserta, tan solo son palabras ingeniosas para enmascarar la realidad: represión de lo que se piensa y se siente, control a través de castigos, normas obsoletas, hacinamiento y ambiente hostil, vigilancia constante sin posibilidad de intimidad,… Con este panorama opresivo, yo entraba y salía de prisión, sin realizar cambios en mi vida. Así más de 20 años: consumiendo drogas, delinquiendo, preso,… Sin embargo, existen asociaciones dentro de prisión que trabajan a favor de una reinserción real, basada en la recuperación de la dignidad de la persona, y en el desarrollo y crecimiento personal. En mi última condena, me dieron la oportunidad de ingresar en el módulo de Proyecto Hombre. A partir de ese momento comencé a rehabilitarme y reinsertarme, que no es otra cosa que descubrir que yo podía vivir de una nueva manera, dejando atrás droga y delincuencia.
Madre de preso.
Soy madre de un interno politoxicomano y con trastorno límite de la personalidad. La prisión únicamente aisla a los internos de la sociedad y el muchos casos les impide volver a ella, debido a la falta de medios en su interior. La privación de libertad tendría que ir encaminada a la reinserción y rehabilitación, pero no lo consigue ¿Qué puede hacer un toxicómano para rehabilitarse si dentro de la prisión la droga ya es una forma de que algunos hagan su negocio?¿Qué puede hacer un padre robagallinas para mantener a su familia si cuando termine su condena la situación laboral será peor que cuando entro? La prisión es la escuela de delincuencia más grande que existe.
Cuando he hablado con directores de prisión, sus respuestas siempre han sido que mi hijo es el que tenía que cambiar.¿Pero cómo?
Los familiares de presos somos víctimas del sistema penitenciario que por desgracia los políticos no cambian. Además tenemos que aguantarnos sin levantar la voz porque pueden sufrir represarías.
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