La Mezquita–Catedral de Córdoba vivió este sábado una tarde inusual, marcada por momentos de tensión, cuando una decena de guías turísticos acreditados intentó acceder al monumento para desarrollar su labor y se les denegó la entrada.
El incidente se produjo en el marco de una jornada de formación práctica, organizada dentro de la asociación INGUÍATE, concebida como un espacio de autoformación y aprendizaje colaborativo, con la participación de varios visitantes invitados que acompañaban la actividad para aportar rigor y perspectiva externa. El objetivo era experimentar en primera persona situaciones reales a las que los guías pueden enfrentarse en su ejercicio profesional.
La negativa de acceso provocó largas colas en los accesos, retrasos y visibles quejas de numerosos visitantes que aguardaban bajo el calor de la jornada. La situación se intensificó con la llegada de efectivos de la Policía Nacional, cuya presencia impresionó a muchos de los turistas, que no esperaban una imagen así a las puertas de uno de los principales reclamos turísticos de Andalucía.
Los guías acudieron con su acreditación oficial expedida por la Junta de Andalucía expuesta y provistos de equipos de audioguías para organizar al grupo, cumpliendo con los requisitos que marca la normativa para colectivos de más de diez personas. La legislación autonómica reconoce expresamente a los guías oficiales la capacidad de trabajar en todos los bienes inscritos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, entre los que se encuentra la Mezquita–Catedral.
A pesar de ello, el acceso les fue impedido, lo que supuso en la práctica privar a estos profesionales del libre ejercicio de su trabajo en un monumento Patrimonio de la Humanidad y uno de los iconos turísticos más visitados de Andalucía. Como única alternativa, se les ofreció entrar de manera individual, opción que no resultaba viable para la dinámica formativa ni para la práctica profesional.
La jornada terminó con la presentación de una veintena de hojas de reclamaciones por parte del numeroso grupo, en un intento de dejar constancia formal de lo sucedido. Previamente, también trataron de dialogar con algún responsable para ofrecer una solución al entuerto de manera inmediata, pero en ese momento solo se encontraba el personal de seguridad, que se limitaba a «cumplir órdenes de sus superiores», ninguno de los cuales se encontraba en el monumento en ese instante.
La escena, captada por decenas de móviles de turistas atónitos, dejó una estampa inesperada y controvertida: tensión, desconcierto y protesta en un espacio que habitualmente es un hervidero de visitantes entrando y saliendo del tercer monumento más visitado de España.
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