En Modelo 77 acudimos a la cárcel La Modelo de Barcelona en los años 70. El protagonista, Manuel (Miguel Herrán), se trata de un joven contable que entra a la cárcel por robo y aún esté pendiente de juicio. Un juicio que le podría hacer cumplir entre seis y ocho años de condena. Un castigo demasiado desproporcionado para el delito que ha cometido.
Con la caída del franquismo la Transición española ha llegado y los presos políticos que han sido encarcelados por un sistema judicial injusto piden una amnistía. Este filme basado en hechos reales no sólo nos habla del caso de Manuel, sino que nos cuenta cómo un pequeño grupo de presos empieza a reivindicar sus derechos, pidiendo una revisión del sistema penitenciario y una segunda oportunidad, formando COPEL -Coordinadora de Presos en Lucha-. El pobre Miguel, con el que vamos a empatizar de inmediato, va a ser el vehículo de esta historia coral de reivindicación y lucha, ya que reemplaza su lucha personal por la común, buscando la justicia social a pesar de vivir en una continua contradicción ético-moral.
Drama carcelario que, renovando el género, mezcla el thriller y la crónica social en sus imágenes. Imágenes de gran verosimilitud si atendemos a los créditos finales de la obra donde nos muestran las imágenes reales de los sucesos narrados. Y es que, cabe señalar que el rodaje de la película tuvo lugar en los interiores del Centro Penitenciario de Barcelona -clausurado en 2017-. Además, si atendemos a su fotografía –Alex Catalán-, cabe destacar el uso del color apagado. Una paleta cromática llena de grises que nos introduce por completo en esos dolorosos años 70, sin por ello tratar de romantizar la época de la transición ni de mostrarnos una historia sesgada.
Había llegado la democracia al país, pero esto no se representaba en las cárceles en las que aun los carceleros se basaban en la dialéctica amo/esclavo. Carceleros que rechazaban renovarse y alejarse de las obsoletas leyes franquistas, siendo así La Modelo uno de los últimos reductos de la dictadura en la España tardo franquista. Así, nos encontramos con unos presos, analfabetos en su mayoría, olvidados por la sociedad. Unos presos que ven los avances socio-políticos más como espectadores que como ciudadanos y es que, si lo pensamos bien, la cárcel no es más que el propio reflejo de la sociedad y esto en Modelo 77 se explica de forma perfecta mediante la crítica que lleva a cabo la obra que narra estos tres años convulsos tras la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975.
Si atendemos a su director, Alberto Rodríguez, cabe hacer hincapié en que suele basar sus obras en algún momento histórico-político de España. Recordemos los años noventa con los retratos sociales de Grupo 7 (2012) o la historia de la corrupción con El hombre de las mil caras (2016); o, como ocurre con Modelo 77, los años setenta con La Isla Mínima (2014). Pero, de nuevo, en esta obra, nos presenta el contexto político donde va a representar a sus personajes pero no por ello se olvida de presentar a unos personajes tridimensionales con unas ambiciones diferentes que van a ir evolucionando a lo largo de la trama, alejándose hasta cierto punto, de los estereotipos carcelarios anclados en clichés a los que estamos acostumbrados últimamente. Rodríguez nos presenta a personajes secundarios que destacan y conectan tanto con los espectadores y espectadoras como los protagonistas, tal y como ocurre con el extravagante personaje de Pino (Javier Gutiérrez).
En último lugar cabe indicar que fue la película elegida para inaugurar la 70.ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián y ha pasado por numerosas salas de cine, siendo visionada por 364.803 personas y recaudando un total de 1.981.875 euros, tratándose así de la 7ª película española más taquillera de lo que llevamos de 2022, por detrás de Los reglones torcidos de Dios (Oriol Paulo) y Alcarrás (Carla Simón). Actualmente la encontramos en la plataforma Movistar+ y merece la pena echarle un vistazo.
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