Dicen algunos psicólogos que la identidad personal en un relato, una historia, un mito que fabricamos sobre nosotros mismos y que interiorizamos como propio. Como en todos los mitos en ese relato hay héroes y malvados, acontecimientos determinantes, desafíos, sufrimientos y pequeños triunfos. Si queremos que alguien nos entienda compartimos nuestro relato con él, si queremos entender al otro le pedimos que nos cuente su historia.
¿Quiénes son los “gitanos rumanos”? ¿Quiénes son estas familias del Este de Europa, que recorren en autobús más de tres mil kilómetros, hasta llegar a Córdoba, para instalarse después en asentamientos chabolistas sin luz ni agua, en naves abandonadas o en pisos pateras? ¿Son como nuestros gitanos españoles, son rumanos excluidos, son una minoría uniforme o un grupo heterogéneo de difícil clasificación?
Curiosamente sólo los de aquí, los payos, sólo nosotros parecemos tener clara la identidad de los rrom en general, de los gitanos del Este de Europa, de los gitanos rumanos. Sin necesidad de escucharlos ni informarnos, creemos que las faldas de las mujeres, los carritos de los hombres y sus prácticas de supervivencia los identifican. Todos son gitanos rumanos, aquí están los gitanos rumanos. A ellos, sin embargo, les cuesta mucho más decir quiénes son, les cuesta contarnos su historia. Soy rumano, vengo de Corbu, de Rosiori de Vede, de Dobreni o Bolintín. Nada tengo que ver con los rumanos que vienen de Corbu, de Rosiori, de Dobreni o Bolintín. Esos no son como nosotros. Y si le preguntamos abiertamente ¿eres gitano?, dudan y se resisten a contestar, algunos fingen no saber de qué hablamos, seguramente sienten que nunca vamos a entenderlos. Muchas de las familias romaníes no se sienten “gitanas”, algunas de ellas ni siquiera consideran que son rrom, otras como Florea afirman ser solo rrom, la mayoría rechazan que los consideremos “gitanos” y afirman ser rudari, spoitori, lautari, ursari, romà rumanizados. ¿Quiénes son estas personas del este de Europa que recorren más de tres mil kilómetros hasta llegar a Córdoba, para instalarse en asentamientos chabolistas sin luz ni agua o en naves abandonadas?
A falta de un relato individualizado de su identidad incierta, me quedo con la respuesta que dio un rrom de Cugir, cuando alguien le preguntó por la identidad de su familia. “…Roma, … gitanos, quién sabe qué es lo que somos… somos gente pobre, eso es lo que somos…”
Gente pobre, etiquetada por unos y otros, bregando por ser invisibles y mostrando a la vez una repetida y estereotipada identidad de pañoletas de colores y faldas a la rastra. Gente pobre que no puede salir de su pobreza y ha de habérselas con su destino. Un destino ambivalente, oscuro para muchos, injusto para todos, que los apresa en redes familiares de supervivencia y los lanza al mundo, ligeros de equipaje, preparados siempre para el próximo viaje, el definitivo viaje que aligerará su penuria. Familias que llegaron a Córdoba hace diez o quince años, que viajan los veranos y cuando pueden a Rumanía, con ganas de quedarse o de volver, según donde en ese momento residan (volver a Córdoba si están en Rumanía, volver a Rumanía cuando están en Córdoba). Gente pobre sin sitio en este mundo para una vida digna. Gente pobre sin una hazaña que contar, atada al reto diario de lucha por la sobrevivencia.
Personas como tú, vidas tan valiosas como la tuya.
Bonita y cierta reflexion
Mi nieta está saliendo con un gitano rumano, es una bellísima persona, pero sus padres le están haciendo la vida imposible para que no esté con ella. Nosotros somos españoles, pero nosotros no hemos mirado lo que el sea. Es una desesperación y un maltrato hacia el chico las cosas que le dicen y incluso hasta reirse de él porque sentía ansiedad, esto es justo.