– «Quiero la verdad»
– «Tu no puedes asumir la verdad»
Ahora, imagínese que este diálogo, lo hacen Tom Cruise y Jack Nicholson a voces y de militares en una película estupenda que se llama «Algunos hombres buenos». Más allá de lo sobreactuadísimo de la propuesta, este diálogo enfrenta un problema propio de nuestra sociedad, y es que muchas veces, hay verdades incómodas que nos hacen funcionar o avanzar y cuya discusión o conocimiento nos ponen delante un espejo valleinclanesco.
El 18 de enero, saltaba en la Sexta la noticia sobre una polémica entre el partido PACMA y la Universidad de Barcelona, más concretamente una empresa subcontratada por su consorcio de investigación para la realización de un testeo de fármacos en modelos animales, en este caso, perros de la raza beagle, 30.
(https://www.lasexta.com/noticias/sociedad/denuncian-sacrificio-mas-treintena-cachorros-beagle-probar-medicamento-barcelona_2022011861e71d759890160001bdcaab.html)
El destino de esos perros, es a todas luces funesto, dado que se les va a emplear como modelo metabólico humano para conocer los efectos secundarios que las drogas empleadas puedan tener.
Y el rock and roll no ha hecho más que empezar.
La investigación con animales es tan antigüa como la propia ciencia y se basa en la supuesta compatibilidad de los animales con el organismo humano, si lo prueba primero el animal y funciona sin ocasionar daños, o pocos daños, puede ser empleado por el ser humano.- Como todo, dada la proximidad de algunos animales al ser humano ha hecho que su uso se haya ponderado y reducido a través de la historia hasta casi ser un elemento clave en el desarrollo experimental el cálculo del número mínimo de especies a emplear de forma que los resultados sean clínica, estadística y científicamente válidos, sin necesidad de tener que hacer una gran carnicería en el proceso. Tamaño justo, evitar sufrimiento en el proceso y muerte de forma rápida e indolora podrían ser las bases del uso ético de los animales en la investigación clínica. En cifras del Informes estadísticos anuales del uso de animales en la investigación y docencia de 2020 del Ministerio de Agricultura, pesca y Medio Rural, se ha reducido el uso de animales en experimentación de casi 400000 en 2018 a 360000 en 2020 (https://www.mapa.gob.es/es/ganaderia/temas/produccion-y-mercados-ganaderos/bienestanimal/en-la-investigacion/Informes_y_publicaciones.aspx)
El fondo del tema que se está comentando es la necesidad de cierto nivel de tortura por la bondad de los resultados de la misma. Podemos poner todos los paréntesis y justificaciones que se quiera, pero el tema está en que a treinta perros se les va a suministrar un medicamento que puede provocarles diferentes problemas cardiovasculares y en último término la muerte a la mitad, y la muerte segura a la otra mitad, que será el grupo control. De la comparativa entre el grupo de estudio y el grupo control se pueden hacer deducciones sobre la efectividad del fármaco, la distribución en el organismo y el efecto negativo secundario que pueda generar.
La opinión de este columnista es favorable a este hecho, y quiero explicarles porqué:
- La experimentación animal o sobre seres vivos es la única alternativa a día de hoy para no experimentar en humanos. La teoría de la evolución actual tiene a emplear el «modelo convergente» según el cual, los seres vivos tenemos un ancestro común (probablemente una bacteria, un organismo muy simple) del cual derivan las especies de nuestro planeta, por tanto, para poder conocer nuestro funcionamiento fisiológico, emplear modelos animales es científicamente aproximado y mejor que emplear modelos humanos desde el punto de vista ético. Por otra parte, la gran esperanza en el uso de animales se encuentra en la experimentación «in silico» y más concretamente en el desarrollo de las ómicas. Las ómicas son el conjunto de técnicas de bioinformática molecular que permiten recrear los mapas de interacción entre los orgánulos, células y tejidos que se dan en un organismo completo. Conseguir suficientes datos estadísticos que permitan «simular» una persona promedio podría suponer el fin del uso de animales como modelo, pero esa tecnología, está aún en fase de desarrollo.
- Toda investigación sobre seres vivos debe estar avalada por un comité de bioética que justifique su uso atendiendo a criterios jurídicos, políticos y éticos. Les voy a poner un ejemplo cotidiano y cercano, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Córdoba se imparten prácticas de desarrollo embrionario en asignaturas de la rama de biología celular y tisular para los grados de Biología y Bioquímica. Una de esas prácticas es la simulación del síndrome de alcohol fetal empleando embriones de pollo a los que se les somete a un tratamiento con varias disoluciones de alcohol a diferente concentración, y en función del tiempo, se observan efectos negativos en el desarrollo del animal. De esta forma se aprende cualitativamente, que la ingesta de alcohol en los procesos de desarollo embrionario, lejos de suponer beneficio puede arrastrar graves consecuencias. En esas prácticas se pueden emplear del orden de 60 embriones de pollo, en su forma como huevo fertilizado. Pues bien, siendo un conjunto de células fecundadas, sin actividad cerebral, y formando parte de una estructura y animal de consumo corriente, el profesorado responsable de la asignatura tuvo que presentar un informe detallado ante la comisión de Bioética de la propia universidad. Una comisión de bioética integra un equipo multidisciplinar técnico, filosófico y legal para evaluar las prácticas a desarrollar y su idoneidad o problemática en el trato con seres vivos. Quiere decir, que si el comité es honesto en su trabajo, permitir la realización de prácticas académicas con tanto celo, hace suponer que la experimentación propia tendrá, todavía más cortapisas y miramientos. Por tanto, dado el número de individuos caninos afectados, parece una decisión «ajustada al fallo» de este comité.
Aunque utilitarista y muy oscuro, este sacrificio hace avanzar a la ciencia y permite poder mejorar la calidad de vida de los seres humanos. Cualquier animalista de teclado verá en mis palabras un homenaje a Mengele, pero no es así. La humanidad lleva empleando seres vivos de otras taxas en su beneficio desde el comienzo de nuestra existencia, y ha adaptado su uso a sus diferentes etapas productivas. Este hecho de superioridad y conquista sobre otras especies es un hecho. Pero como nos gusta señalar, nos gusta mucho la tradición del filósofo Benjamin Parker, quien acuñó el lema «Todo gran poder, conlleva una gran resposabilidad». El poder actuar sobre otras especies no está exento de responsabilidad y búsqueda de poca afectación sobre las mismas, por tanto, mientras los procedimientos sean indoloros, poco lesivos y se respete en todo momento la dignidad de los individuos de experimentación, esta práctica contará con una salvedad ética no equiparable a prácticas como ciertos usos de la tauromaquia, la tortura in vivo animal para el testeo de cosmética, o el hecho de nuestra propia alimentación basada en animales jóvenes (terneras, corderos lechales, etc) que nos suponen menos problemas pero también están ahí.
Recomendación de lectura para saber más:
«De la vida a la muerte. Ciencia y Bioética» de Thomasma y Kushner. Ed. Cambridge
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