Enero de 2022. Me asomo al balcón y veo tu plaza. Me acuerdo de ti e, inmediatamente, sonrío.
Tu muerte me provoca tristeza, rabia, frustración y una enorme sensación de injusticia… pero a pesar de todo eso, pensar en ti me hace sonreír.
Yo ahora mismo haría una petición al Ayuntamiento para cambiarle el nombre a esta plaza y que, en lugar de a San Agustín, te la dedicáramos a ti. La plaza de Amparo Pernichi, o bien, la plaza de «la Pernichi» (eres y serás siempre «la Pernichi»). A mí me suena bien.
Pero no lo haré.
Primero porque tengo serias sospechas de que el actual gobierno -y sus socios- no consentiría quitarle un espacio público a un santo para dárselo a una santa… una santa de izquierdas, feminista, ecologista, municipalista, activista, ¡y catalana! Encima hija adoptiva de Córdoba pero nacida en Barcelona… ¡¡lo que nos faltaba!!
Y segundo, no lo haré porque nunca te gustaron los focos. A diferencia de la cantidad enorme de personas (especialmente en tu gremio, amiga mía) que, con una falsa modestia que se nota a la legua, presumen de no querer protagonismo mientras pegan codazos disimuladamente para salir en el centro de la foto, tu falta de interés por el protagonismo era muy real y muy honesta. Como tú, querida Amparo, realmente honesta.
Pero te la mereces. Te mereces la plaza y mucho más.
A pesar de que la última vez que estuvimos juntas en esta plaza, tu plaza, te recordé que arrancar los árboles y poner en su lugar unas estructuras de hierro con unas plantitas trepadoras había sido una muy mala idea y de que tú, con tu honestidad real, me dijeras: “pues sí, compañera, eso fue una cagada”.
Pero ese día no todo fueron reproches, sino que hablamos también de cómo la política de infraestructuras puede ser social, solidaria y vecinal. Cómo un buen proyecto en un barrio, pensado con sus vecinas y vecinos, puede aportar mucho al entorno y a la convivencia.
La plaza de Amparo Pernichi (antiguamente conocida como de San Agustín -permítanme soñar-) antes de Amparo Pernichi no era una plaza de barrio, ni estaba llena de chiquillería corriendo y jugando a la pelota (aunque al señor cura le molesten los balonazos, que yo lo comprendo oiga, pero es lo que toca). No. Era una plaza oscura, en la que los vecinos y vecinas no nos encontrábamos, donde no hacían fiestas los coles cercanos, ni había mercados de trueque, recitales de poesía, espectáculos de circo o conciertos de violonchelo al aire libre. Donde la Asociación de Vecinas y Vecinos no organizaba reuniones y eventos. Nada de esto pasaba en esta plaza antes de ti, Amparo Pernichi. Antes de ti pasábamos de lado, rapidito, porque daba cierto miedo. Antes de ti no nos sentábamos en uno de sus bancos a tomar el fresco las noches de verano, ni a tomar el sol las tardes de otoño o primavera, ni las mañanas de invierno.
Hablamos ese día de cómo una intervención urbanística puede ser, a la vez, una intervención social. De cómo ese proyecto participativo provocó que los vecinos y vecinas nos animáramos a “tomarnos” la plaza, a recuperar el espacio, a no permitir que nos la arrebataran, tal y como había sucedido en el pasado como consecuencia de la oscuridad y el mal estado en que se encontraba.
Contigo llegó la luz, querida Pernichi. A la plaza y a muchas personas y lugares. Llegaron a tu plaza la alegría, los encuentros, las charlas, las bicicletas, las pelotas (con permiso del señor cura… O sin él). Contigo llego la vida a esta plaza. A tu plaza.
Esta ciudad debería llorarte durante mucho tiempo porque contigo se ha ido una política honesta, auténtica, real y trabajadora, que ha luchado por devolver a Córdoba parte de su esplendor perdido. Y no hablo del esplendor de sus tres culturas sino del esplendor de la Córdoba participativa, solidaria, vecinal, acogedora, justa, comprometida… ese que fue pero ya no es porque ya no está de moda, porque a quienes toman las decisiones no parece interesarles, porque no nos molestamos en ponerlo en valor ni cuidarlo, … ¡Qué lástima de patrimonio perdido!
Yo no se qué hay que hacer para que haya más como tú, te lo digo de verdad, y otro gallo nos cantaría si así fuera… Pero confío en que, igual que apareciste tú, aparezcan otras Pernichis. Aún recuerdo el día en que apareciste en la oficina de Córdoba Solidaria y nos dijiste, con una sonrisa un pelín gamberra, un pelín nerviosa: “me presento a las listas de IU… pero voy al final, no salgo ni de broma”.
Y a partir de ese momento en que “no salías ni de broma” te lo tomaste tan en serio, estudiaste y trabajaste tanto, tantísimo, con tanto compromiso, coherencia, responsabilidad y sentido del deber que, al final, no solo saliste sino que dejaste huella. Y por eso, y por mucho más, te mereces -como mínimo- una plaza. Y todo nuestro cariño, admiración y gratitud también. Por supuesto.
Córdoba te va a echar mucho de menos, aunque mucha gente ni lo sepa.
A mí siempre me quedará tu plaza. Cada vez que me asome al balcón te veré en ella y escucharé tu risa inconfundible resonando en sus adoquines. Entonces pensaré en ti…. Y sonreiré.
Gracias Marta por poner palabras tan bellas y hacernos recordar a Amparo con tanto amor. De una grande como eres tú a otra grande como es ella, porque tú no te quedas atrás.
Un abrazo.
Ay Isa… tus palabras me conmueven, amiga.
Inicialmente no me parecía tarea fácil escribir sobre Amparo, una grande, claro que sí…. ¡¡Tanto que decir y sin saber por dónde empezar!!
Pero buscando la inspiración me asomé al balcón y ahí apareció ella, su recuerdo…………. y a partir de ahí salió solo. Desde dentro.
Me alegra infinito que os esté gustando. El mérito principal de esto es que hablo de una persona muy querida para todas. Pero igualmente gracias por tus palabras.
Un abrazo
Gracias Marta por esta carta. Te ha salido del corazón. Tú no te andas con paños calientes, quienes hemos tenido la suerte de estar a tu lado lo sabemos. Por ello, que sepa todo el mundo que sí. Que Amparo es una mujer comprometida, trabajadora, inteligente que sabía escuchar y que creía firmemente en la participación ciudadana y vecinal. Feminista y coherente. Nos vemos e las plazas. Un abrazo.
Precioso homenaje a la «gran Pernichi». ¡Gracias, Marta!
Marta muchísimas gracias por hablar así de madre es un gran honor recibir el legado que deja en tanta gente y en tantos sitios.
Precioso homenaje, gracias de verdad.
Muchas gracias a todas por vuestros comentarios y palabras de agradecimiento, me siento honrada y abrumada. Gracias de corazón.
Miguel, agradezco de forma muy especial tus palabras. Son momentos muy difíciles para la familia y estáis dando un ejemplo de generosidad enorme. Tuvisteis mucha generosidad compartiendo con esta ciudad el tiempo con vuestra madre (le robamos muchas horas de estar con vosotros dos y con el resto de la familia para estar en reuniones, asambleas, encuentros, plenos…) y la seguís teniendo ahora por la forma en que nos permitís participar en su despedida. Gracias
Un abrazo enorme y sentido para toda la familia