El primer largometraje de Alauda Ruiz de Azúa resuma sensibilidad y para ello parte de la propia cotidianidad, de la realidad. En la obra se nos habla desde un relato familiar que involucra varias generaciones no solo de las dificultades de la maternidad hoy en día y de las dificultades laborales que encuentras los jóvenes -sobre todo, si son autónomos-, sino de la muerte, de las infidelidades, el duelo, los secretos, los recuerdos, la importancia de los afectos y el cuidado, las barreras de la incomunicación, el peso de la tradición y el importante papel del matriarcado mediante un relato intimista cargado de naturalidad y verdad. Cinco lobitos, nos muestra a Amaia (Laia Costa), una madre primeriza que vive en Madrid junto a su pareja Javi (Mikel Bustamante) y que se ve sobrepasada cuando este tiene que marcharse unas semanas a trabajar a Valencia al no poder afrontar una baja por paternidad debido a su trabajo en una compañía de teatro. Sobrepasada por miedos e inexperiencia en la maternidad, por todos los cambios que acaban de llegar a su vida y por su falta de tiempo, decide marcharse un tiempo junto a sus padres a su lugar de origen, un pequeño pueblo de la zona costera de Bilbao para apoyarse en su madre Begoña (Susi Sánchez). Así, mediante una línea de guion bastante sencilla y que en un primer momento puede pensarse que se trata de una historia más sobre madres, la directora nos muestra un trabajo impecable y lleno de sentimientos.
Cinco lobitos, nos muestra a Amaia (Laia Costa), una madre primeriza que vive en Madrid junto a su pareja Javi (Mikel Bustamante) y que se ve sobrepasada cuando este tiene que marcharse unas semanas a trabajar a Valencia al no poder afrontar una baja por paternidad debido a su trabajo en una compañía de teatro. Sobrepasada por miedos e inexperiencia en la maternidad, por todos los cambios que acaban de llegar a su vida y por su falta de tiempo, decide marcharse un tiempo junto a sus padres a su lugar de origen, un pequeño pueblo de la zona costera de Bilbao para apoyarse en sus padres: Begoña (Susi Sánchez) y Koldo (Ramón Barea). Así, mediante una línea de guion bastante sencilla y que en un primer momento puede pensarse que se trata de una historia más sobre maternidad, la directora nos muestra un trabajo impecable y lleno de sentimientos.
Tras participar en la 2ª Edición de la Incubadora de la ECAM, ser una de las grandes revelaciones de la 72ª Berninale y ganar 5 premios en el Festival de Málaga entre los que están el de mejor guion y largometraje, llegó a cines el paso 20 de mayo para dejarnos envueltos en un mar de lágrimas. Pero cabe señalar que no por ello se trata de una obra edulcorada y de fácil lagrimeo, sino una obra real, tan real que llega hasta lo más hondo del corazón y te hace sentir identificada con cada palabra, o con cada acción de la protagonista, sobre todo porque la obra es más de miradas e imágenes que de diálogo y que sin por ello deja de lado la parte de comedia y saca alguna que otra carcajada propia de las situaciones cotidianas, sobre todo, las referentes a las figuras masculinas.
Alauda Ruiz de Azúa para ello parte del mito de la mujer vasca -de su gran tradición matriarcal- y de su propia experiencia como madre primeriza para añadir nuevos matices y una mirada diferente al relato sobre la maternidad. Una mirada llena de capas y de subtramas que nos muestra a unas madres coraje realistas incapaces de demostrar sus sentimientos pero que sin embargo dedican y sacrifican su vida, centrándose en su papel como madres y a veces olvidando el de hijas, amantes, esposas o abuelas. Una mirada cargada de verdad que es autobiográfica ya que tal y como señala la directora, tras ser madre: “en esa crisis, cuando yo buscaba refugio, como siempre, en libros y el cine, me faltaba relato; por eso mi largometraje es una ficción alimentada de historias reales de amigos, amigas y otras mías, todo filtrado a través de la ficción, para así explorar los temas que quería investigar”.
Y es que cabe señalar que el cine de mujeres -sobre todo, directoras y guionistas- está resurgiendo en la actualidad y eso nos hace encontrar papeles femeninos alejados de los estereotipos a los que estamos acostumbrados y con unas historias realistas y unas psicologías más complejas y cotidianas. Sí, en Cinco lobitos vamos a ver cómo la madre de nuevo es la que carga con la responsabilidad del hijo, sobre todo en lo referente a la renuncia laboral; pero también, alejándonos de los edulcoradas dramas familiares que solemos ver en la gran pantalla, se nos van a mostrar diversas formas de ver la maternidad, ya que esta es una experiencia que transforma por completo a la mujer. Y es que, cada maternidad es diferente y hay millones de realidades que no han sido aún mostradas en el cine.
Por otro lado, en el filme sobre todo, vamos a comprender la importancia de la recuperación de los afectos cuando aún no es demasiado tarde, que no existen familias idílicas y que debemos aprender a deconstruirnos y a entender y analizar las tradiciones y los constructos patriarcales.
De esta manera, en Cinco lobitos acudimos a un relato intimista donde la cámara se acerca pero no acosa, donde el propio espectador y la propia espectadora se mete de lleno en un relato intimista y suspira junto a los personajes, entiende sus necesidades y sus deseos frustrados, los ama y los odia a la vez pero nunca los juzga. Y es que la directora para ello no solo ha tenido una delicada dirección de actores y actrices, sino que ha trabajado la improvisación, creando cierta unión y pasado en los personajes que después se ha visto reflejada en la pantalla. Así, podemos ver no solo las relaciones entre Amaia y sus padres y las de esta con su pareja, sino las tensiones que encontramos en ambas, a veces ocultas por una simple mirada o tras una canción. La protagonista se da cuenta que al volver a la casa donde se crio, ya no encuentra un hogar allí, sino que solo encuentra reproches y secretos que no conocía de sus progenitores, dándose cuenta poco a poco que parece vivir un tiempo pausado del que solo despierta cuando su móvil suena por trabajo.
Así, en Cinco lobitos podemos encontrar símiles con obras como La enfermedad del domingo (Ramón Salazar, 2018), Los días que vendrán (Carlos Marqués-Marcet, 2019), La vida era eso (David Martín de los Santos, 2020), La hija oscura (Maggie Gyllenhaal, 2021) y Madres paralelas (Pedro Almodóvar, 2021) o incluso la miniserie Maid (Molly Smith Metzler, 2021). Por último, antes de dejaros con una reflexión y con unas frases finales de la propia película os recomiendo visionar sus anteriores cortometrajes entre los que destacan Lo importante (2006), Dicen (2011), Nena (2014) y No me da la vida, malamente (2021).
Aunque seas madre, nunca dejarás de ser hija así que aprende a entender y a perdonar a tus progenitores porque siempre vas a tener algo de ellos dentro -o incluso te vas a convertir en ellos-.
- “Perdona, mamá… No sé qué me pasa”.
- “Pues de todo, hija, te pasa de todo… Qué te va a pasar”.
- “No sé qué estoy haciendo”.
- “Lo que puedes, como todos”.
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