En la diferencia entre moral y ética hay un factor que es el numérico. La ética es personal, mientras que la moral es pública, sin embargo, la consideración de que lo personal es político, supone una dilución en la que pareciese que los valores personales tuviesen que ser absolutos y absolutamente compartidos.
Es curioso que este hecho supone una contradicción en su ejecución dado que si todos somos individuos que escogemos pertenecer a grupos por afinidad, no se puede llegar por esa definición a una ética=moral dado que los puntos de vista, experiencia, formación y subjetividades de cada individuo chocarían entre sí. Esto puede llevar, en último término a una fragmentación de la sociedad por grupos de afinidad, donde sólo aquellas personas que compartan al 100% nuestro punto de vista de forma interna serán considerados iguales y con las que yo podré formar o tejer lazos de confianza y colaboración.
Sin embargo, este modelo de atomización y división, que se ve mucho en los grupos de adolescentes según sus querencias artísticas (masa negra, canis, cayetanos, traperos, etc) tiene una difícil traslación en la sociedad adulta, donde la comunicación, la negociación y el acuerdo es la única solución no violentante que aparece en el horizonte.
Empleo el término violentante porque, incluso si tras un proceso de negociación una de las partes sale beneficiada con respecto a la otra, la negociación no ha alcanzado un equilibrio y eso genera sensaciones de revancha y amargor frente a la parte victoriosa.
Por poner un ejemplo, la reforma laboral del partido popular en su última legislatura se tradujo en una victoria de la patronal y el gobierno conservador sobre los sindicatos y la población trabajadora; por otra parte, la última negociación de la ministra de trabajo Yolanda Díaz de Unidas Podemos dentro del gobierno de coalición PSOE-UP, consiguió lo que parecía imposible, que los intereses de cada una de las partes quedasen cubiertos y que tanto trabajadores como empresarios llegasen a un acuerdo significativamente bueno para ambos, ningún empresario debería querer tener trabajadores a disgusto, y siempre está en la profesionalidad y buen ánimo del trabajador hacer su trabajo de la mejor manera posible.
Sí, ya les avanzo que este análisis puede ser tildado de cursi, optimista y bisoño, pero la alternativa dialéctica es cínica, negativa y con poca visión de futuro, por lo que considero que mi sesgo es mejor.
Si en lugar de un modelo multicultural de amalgama vamos a ir a una suerte de islas sociales, perderemos riqueza de perspectivas y dejaremos de lado la intrínseca humildad del ser humano de “no saber” y necesitar de otros puntos que nos permitan poder avanzar a partir de nuestros errores.
Primero, sabernos errados en nuestras posturas puede hacer que vayamos con humildad y aprendizaje al encuentro de lo desconocido, no es renunciar a nuestro punto de vista, pero sí entender que funciona más como un “piolet” en la escalada que no como un clavo asidero en la ascensión, el piolet se puede clavar en otro punto, el clavo es fijo. Partiendo de esa postura, sin empatía no seremos capaces de entender el contexto de quien nos interpela, y eso nos puede hacer interpretar su contenido de una forma peor, sin escucha nos podemos quedar con una versión parcial del mensaje que nos quieran transmitir, y sin voluntad de comprensión, nuestros prejuicios y nuestro cerebro autocompletador (dos caras del mismo recurso biológico) nos harán no tener el principio de cualquier interacción: la comunicación.
Para no tener que someter estas cuestiones a revisión completa, grandes consensos se establecieron a nivel social, siendo la Carta de los Derechos Humanos uno de los mayores documentos de protección social y reconocimiento de la humanidad que se han visto nunca.
Una persona que asuma los artículos de dicha carta de forma absoluta y directa no tendría que enfrentar la política actual de las etiquetas sociales, dado que estaría abogando por la humanidad en cada una de sus acciones sociales y políticas.
Son cada uno de los contextos socioeconómicos que la humanidad ha enfrentado desde la proclamación de esta carta (fruto del trabajo de Eleanor Roosevelt, Hansa Mehta o Minerva Bernardino, entre otros y otras), los que han torcido lo que tendría que ser un acto constituyente de la humanidad.
Si el espíritu de entendimiento, empatía y compasión que esa carta emana no se respeta hoy en día, llegamos a la actual política de trincheras donde nuestras posiciones son fuertemente defendidas, odiados los rivales y mirados con suspicacia los aliados y aliadas, y la humanidad tiene momentos de guerra, pero no vive en guerra de forma permanente. En algún momento, tendremos que trascender el modelo de debate de Al Rojo Vivo (no honesto, y sólo pensado en favorecer la polémica) , Gen Playz (suspicaz ante las posiciones no defendidas por la presentadora y combinatoria pero no incluyente de los discursos) o incluso La Base (donde cualquier posición que no sea la línea mainstream del presentador se presente como estúpida y malinteresada), para tener un debate constructivo y honesto, donde, bajo los principios de la carta de los derechos humanos, nos volvamos a poner de acuerdo en un programa de mínimos que haga de nuestro planeta y nuestra convivencia en él algo más sostenible, cómodo y feliz.
Y en ese camino, la pedagogía debe ser el arma que finalmente genere esos consensos transformadores, esos estados de no victoria-no derrota, donde alcanzar elementos positivos no sea sinónimo de derrota, la protesta debe dejar paso a la negociación.
Tanto es así, que hasta movimientos muy beligerantes como el feminismo radical o el ecologismo reduccionista, están teniendo que emplear la estrategia de la convicción y la seducción por encima de la pedagogía de la culpa, que se basa en el cambio del receptor del mensaje a través de un proceso negativo, censurador y culpabilizante, que o funciona de forma catártica o bien sólo genera resentimiento y rencor.
Una crítica a este artículo puede ser la idea de equidistancia que se subyace donde opresor y oprimido parece que deban de compartir del pan y cantar el Cumbayá de forma directa sin cambiar nada, no es el objetivo, si no que, en la consecución de avances para las personas oprimidas, es más interesante convencer y seducir a la contraparte que no “humillar-vencerla”, lo cual, todo sea dicho, es una forma muy masculina y guerrera de comprender el funcionamiento de los cambios sociales.
También, defender esta llamada a la calma y la reflexión es criticable, dado que estamos en un momento retrógrado en lo macro y de resistencia en lo micro, donde grupos políticos ajenos a los derechos humanos quieren encorsetar a las minorías oprimidas por diversa índole, mientras que los brazos mediáticos de esas minorías pretenden imponer cambios éticos y estéticos que constriñen al grupo general social que estaría “prima facie” a su favor, pero cuya ultraexagerada respuesta a hechos como los límites del humor o la influencia de la ficción en la realidad le alejan de la sociedad global, o la suspicacia y prejuicio de intromisión o quintacolumnismo hacen que estas minorías organizadas se alejen emocionalmente del grueso social del cual tendrán que demandar su apoyo. La didáctica de la culpabilización no puede ser empleada siempre, porque en algún momento la persona no minoritaria puede tomar conciencia de no ser culpable de todos los hechos o privilegios que se le achaquen y acabe defendiendo posturas anti-humanas por el hecho de no sentirse continuamente atacado y cuestionado.
Y sí, los sentimientos juegan una importantísima baza en todo este ámbito. Sentimientos de cansancio, desesperanza y sospecha de quien necesita ayuda, sentimientos de desprecio, suficiencia y soberbia de quien debe ser solidario y sentimiento de continua persecución de esa parte de la sociedad cuyas etiquetas le dejan en equilibrio, perseguido por quien desde una posición de privilegio real condiciona sus vidas en lo material y perseguido en lo ético por sectores minoritarios organizados. En esta batalla donde el sentimiento puede llegar a ahogar a la capacidad de analítica de escucha y de razonamiento orientado a la consecución de los derechos humanos, bajar las armas desde los movimientos minoritarios organizados y mejorar la escucha por parte del grueso de la sociedad, puede suponer un punto de encuentro muy interesante para reforzar argumentativamente las demandas de recursos materiales que estos grupos necesitan para no tener que comprometer la seguridad de todos en su consecución.
Sociedades más igualitarias basadas en el diálogo y no en la imposición de manifiestos totalitarios de parte son más prósperas en todos los tramos de renta y tienen un índice de felicidad global mucho más destacado que otras que no lo son.
Como corolario a este artículo, me gustaría traer una crítica al primer episodio de la nueva serie de Marvel para Disney Plus “Ms. Marvel”.
Ms Marvel nos cuenta las aventuras de Kamala Khan, una joven estadounidense de ascendencia pakistaní que cursa bachillerato en Nueva Jersey viviendo con su familia, inmigrantes de primera generación, que conviven en un barrio obrero de casas unifamiliares próximo a una zona con alta presencia de inmigrantes en las mismas características y donde no se aprecian especiales conflictos sociales más allá de los típicos problemas propios de barrios de familias trabajadoras. Es un espacio donde impera el “vive y deja vivir”, máxima atribuida al filósofo Von Schiller, bajo un contexto cultural a caballo entre las aportaciones que cada comunidad ha traído al país y los estándares de vida estadounidense. Puede que la situación no sea la mejor, pero de entrada, no parece ser la fuente de los conflictos que esta ficción plantee (seguramente si la serie la hiciese David Simon, le daría la vuelta en una tediosa ficción de gente adulta hablando sin resolver nada como es “The Wire”, pero bueno, afortunadamente no es el caso). En este contexto de multiculturalidad, Kamala es súper fan de la capitana Marval, Carol Danvers, una mujer, estadounidense, aria y de sexualidad indefinida (lo cual muestra los nulos prejuicios de la joven protagonista) a la que dedica todo un canal de contenido online que ella misma produce y la que ella quiere representar mediante la realización de un cosplay (costumbre de disfraz de ficción que viene de la cultura japonesa de finales de los 80) en el que se integren los elementos centrales de la capitana Marvel incluso con elementos propios de su cultura pakistaní.
El argumento flotante de “la apropiación cultural” podría aparecer de fondo, pero la joven, sólo quiere reinterpretar y resignificar su admiración por sus valores, lucha, ejemplo y estética en unas coordenadas que le sean más familiares e interesantes, además, la protagonista cuenta como adlátere con un amigo, que se ve claramente que es descendiente de inmigrantes italianos y con la que tiene una relación de amistad franca.
Los elementos culturales propios de la tradición pakistaní se van a ver reflejados en una fuerte defensa de la unidad familiar, pero muy basada en el desarrollo personal de la joven protagonista y la búsqueda de una seriedad adulta que le ayude a combatir los riesgos y sin sabores que la vida de adulta trae.
Creo que ver esta serie, como ver la nueva trilogía de Star Wars capitaneada por un personaje femenino complejo, desde una perspectiva de sorpresa y escucha hacen que se pueda entender de forma mucho más sencilla las justas reivindicaciones que las minorías hacen de la necesidad de consecución y realización de sus derechos, que no, el atender a manifestaciones culturales y comunicativas dedicadas sólo a los ya convencidos o a la crítica o censura de quien no comparta su mensaje o metodología al 100%.
En resumidas cuentas, alguien capaz de ver Ms. Marvel o “Red” y a la vez reírse a carcajas con Ricky Gervais, Ali Wong o Dave Chappelle, puede suponer un principio de entendimiento entre personas de varios niveles económicos para entenderse y ver como poder hacer de este mundo un lugar mejor.
En resumidas cuentas, alguien capaz de ver Ms. Marvel o “Red” y a la vez reírse a carcajas con Ricky Gervais, Ali Wong o Dave Chappelle, puede suponer un principio de entendimiento entre personas de varios niveles económicos para entenderse y ver como poder hacer de este mundo un lugar mejor.
Pero como digo siempre, esta es mi opinión y puedo estar equivocado.
Fuentes consultadas para este artículo:
https://culturacientifica.com/2019/05/02/el-progreso-nos-salvara-del-ecologismo/
https://www.un.org/es/observances/human-rights-day/women-who-shaped-the-universal-declaration
https://ethic.es/2016/06/diversidad-sin-etiquetas/
https://www.peoplemattersglobal.com/blog/leadership/why-the-future-belongs-to-curious-leaders-23558
http://file///Users/minjaekang/Downloads/1348-Article%20Text-6690-1-10-20210331.pdf
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