La Asamblea Antirracista de Córdoba exige que la Feria de Córdoba debe ser un lugar para el disfrute, la alegría y el encuentro. Para la organización, sin embargo, se ha convertido en un lugar que da cabida a la aporofobia, el racismo y el rechazo. “Ocurrió el año pasado con aquella incursión policial sin sentido en la caseta `Los Lunares´, donde disfrutaban de la fiesta en su mayoría personas de etnia gitana. Sin duda, esto nunca habría ocurrido en otro tipo de caseta. A nuestros vecinos y vecinas de etnia romaní se les asocia injustamente con la ilegalidad y se toman medidas contra ellos de manera desorbitada y desigual. Esto es racismo”, lamentan.
Llama especialmente la atención a los asamblearios la contradicción con la que se vive la cultura gitana: se celebra su música, su vestimenta y su arte como parte del folclore andaluz, pero al mismo tiempo se criminaliza y margina a quienes forman parte de esa cultura. Esta apropiación cultural superficial convive con actitudes discriminatorias que niegan a las personas gitanas su derecho a estar, disfrutar y formar parte plena del espacio público sin prejuicios.
“Igualmente, en diferentes ocasiones se han prohibido la mendicidad y la venta ambulante de pequeñas mercancías por parte de personas vulnerables (especialmente inmigrantes), acosándolas no sólo con sanciones si no requisándoles sus pobres mercancías”, explican a la vez que recuerdan la histórica la ocasión en que se intentó prohibir desde el consistorio la venta ambulante de claveles y la requisa de los mismos y una gran movilización social lo impidió. “Sin duda estás actuaciones no son sólo racistas si no de control y penalización hacia las personas que se encuentran en una situación de extrema precariedad”.
La asamblea afirma que el racismo en la Feria de Córdoba se manifiesta de formas sutiles pero constantes: desde miradas de sospecha hacia personas racializadas hasta identificaciones policiales selectivas, pasando por comentarios despectivos normalizados en el ambiente festivo o a la prohibición de entrada a determinadas casetas.
Solicitan también que al igual que se han creado los puntos violetas en la feria, los cuales son esenciales, en previsión de posibles actos machistas, se creen también unos puntos donde se pueda denunciar los actos racistas y arbitrarios. “Estos espacios servirían para visibilizar y actuar frente a actitudes y agresiones racistas que, aunque muchas veces normalizadas, siguen presentes en espacios festivos”. Además, explican que servirían para acompañar durante estos momentos tan violentos donde muchas personas ven como la barrera del idioma les impide poder compartir lo vivido o sentir que están siendo comprendidos realmente. Incorporarlos no solo protegería a personas racializadas, como la comunidad gitana o migrante, sino que enviaría un mensaje claro: la convivencia y el disfrute solo son posibles desde el respeto y la igualdad. Una feria segura debe serlo para todas las personas.
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