Por Ángel B. Gómez Puerto (*)
Se habla en determinados ámbitos políticos y ciudadanos de la palabra confluencia. El término se refiere literalmente a la “acción de confluir” y a paraje donde confluyen los caminos, los ríos y otras corrientes de agua. Me imagino que los actores políticos y ciudadanos que lo plantean quieren hacer referencia a movimientos (sociales, ciudadanos, individuos, actores políticos formales, etc) dinámicos diversos, que tienen objetivos comunes.
Como espectador, lector de noticias sobre este tema en los últimos meses, como observador de la realidad social y política, me pregunto, para qué se quiere esa “confluencia”, qué contenidos tiene o tendrá, serán las personas a título estrictamente personal igual de relevantes que los denominados “movimientos sociales”. Me lo pregunto y me ocupa, y hasta me preocupa, como futuro votante en la primavera de 2019, en el ámbito local, si esa “confluencia” partirá de diagnósticos presentes de la situación de la ciudadanía, pero también de las acciones de gobierno concretas ejecutadas en los últimos años, y del papel de otros actores políticos y ciudadanos “nuevos” representados en las instituciones.
O más bien, espero que no, se centra en acuerdos o estrategias de determinados grupos políticos, estructuras partidarias al uso tradicional, que nos dan a las personas ofertas político-electorales a elegir. Es claro, al menos para mí lo es, que la acción pública ha de ser con las personas o no será democrática realmente, como mucho será “representativa”, pero seguirá anclada en estructuras del siglo pasado.
Por eso, ese asunto de la “confluencia”, o es de contenidos no predeterminados y con las personas a título personal como elemento central de protagonismo, o será una mera repetición de esquemas superados de representación política.
Por mi profesión estoy en contacto con personas muy jóvenes, en formación, con ilusiones de futuro y trabajándose sus futuras capacidades profesionales con mucho esfuerzo, con las que estaría muy bien contar para definir el futuro de nuestras ciudades. Pero son personas abiertas de mente, muy dinámicas y activas, a las que no se puede encerrar en estructuras partidarias endogámicas.
Es preciso abrir el foco en todos los sentidos. En los contenidos y en la metodología de participación social y política. Si se mira al corto plazo de un “acuerdo político”, se caerá en una especie de miopía social, se dejará fuera de la participación a un espacio ciudadano de personas que desean una sociedad más justa, más respetuosa con el entorno y más implicada, sin trampas, con honestidad, con transparencia. Conseguiríamos democracias avanzadas, ciudadanías responsables. El futuro, así, estaría en nuestras manos, de la mayoría, y no de entes ocultos. Yo creo que se puede.
(*) Ángel B. Gómez Puerto es Profesor de la Universidad de Córdoba (Departamento de Derecho Público y Económico).
buena opinion.ojalá se cumpla.