Puede haber quien piense que la ignorancia es un fenómeno pasivo que se fomenta con la inacción, que se padece por inacción, que se sufre de forma pasiva, que basta con controlar los medios de difusión y no se genera. Sin embargo en nuestra sociedad es un organismo activo que crece y se alimenta a través de determinadas prácticas políticas, de la opacidad y cierto tipo de secretismo deliberado. En el debate político son muchos y muchas los/as que contribuyen a su absoluta degradación por medio de la retórica de la desinformación. Se utilizan cifras de forma torticera, partidos y gobiernos niegan la credibilidad de las fuentes -por muy solventes que sean- e incluso niegan cínicamente los propios hechos, eludiendo debatir en torno a datos válidos y fiables y realizando propuestas para cambiar realidades como si no hubieran sido los responsables en muchas ocasiones de las mismas. Es lo que se ha venido a denominar “armas de desinformación masiva”, que además cuentan con la ayuda de los medios de comunicación social. Estos métodos que no nos sorprenden que son y hayan sido utilizados de forma habitual por regímenes dictatoriales, tienen desgraciadamente mucho predicamento en sociedades democráticas como medios de control de masas, y claro, de votos. Se genera de esta forma la ignorancia con la colaboración de grandes medios de comunicación y periodistas o comentaristas famosos produciendo lo que se ha denominado “postverdad”.
Según el historiador Robert Proctor “La ignorancia es poder… y la agnotología es la creación deliberada de ignorancia”. Las armas de desinformación masiva están destinadas a mercados occidentales con democracias liberales, y han sido muy perfeccionadas por especialistas vinculados a la extrema derecha. Persiguen que los debates políticos no se planteen en el terreno de la acción, de las medidas para solucionar problemas reales, sino que los mismos queden barruntando sobre la presunta falsedad de determinados datos. Así, la distracción acaba funcionando y las dudas asaltan los foros de debate dejando sin discutir el sentido o eficacia del asunto real.
Al fin y al cabo, esta estrategia -llevada a cabo por los partidos políticos de ultraderecha y la derecha de forma cada vez más intensa- niega el debate político real, al cual no pueden someterse so pena de quedar al descubierto la falta de propuestas eficaces y reales para solucionar los problemas de la población. Aportar masivas dosis de distracción con el fin de apartar la atención de donde debería estar es su principal estrategia para alcanzar el poder. Y funciona. Un señuelo, un engaño, que resulta eficaz en un segmento muy amplio de la sociedad –probablemente, aunque desgraciadamente, mayoritario- donde se mezcla el votante acrítico, el creyente poco interesado en conocer la verdad, con la abulia del ciudadano medio que creyendo inútil cualquier acción se deja llevar sin tomar interés alguno por obtener información veraz- Solo un periodismo comprometido con contar la realidad, las verdaderas historias de la vida de la gente, y la importancia de trasladar los datos reales a la sociedad puede sernos de verdadera utilidad a la ciudadanía.
A pesar de que se ha impuesto la demagogia como particular “estilo político” en la mayoría de los partidos políticos de todas las ideologías, y que especialmente la derecha y extrema derecha se han especializado en la generación de desinformación masiva como medio de alcanzar el poder, siguen existiendo opciones y propuestas políticas que se alejan de dichos estilos. Por desgracia triunfan los que usan el discurso ético-político con finalidades persuasivas (para convencer) y no cognoscitivas (para dar a conocer). La honestidad política no es una herramienta para llegar al poder. Los grandes partidos, herederos de una transición donde se consideraba a la sociedad menor de edad, con necesidad de ser tutelada y conducida, se han convertido en aduladores que deforman la realidad -cuando no simplemente mienten- ante un auditorio con necesidad de ser engañado, ilusionado o tranquilizado con pseudoevidencias o simples falacias.
La mejor arma que tiene la sociedad para protegerse de estos estilos de mala praxis política es la educación y el fomento de la actividad política, entendida ésta no como militancia necesariamente, sino como participación e interés por la política. Así, Antonio Machado ya ponía en labios del personaje Juan de Mairena la frase «Haced política, porque si no la hacéis, alguien la hará por vosotros y probablemente contra vosotros».
Dotar a los miembros de una sociedad de capacidad crítica que les permita discernir lo real de la simple demagogia debería ser nuestro objetivo prioritario. El poder real, tanto el político como el económico-financiero, siempre han mostrado un interés feroz por controlar el modelo educativo, conscientes de que es vital moldear las jóvenes mentes a su antojo e interés, habida cuenta de su necesidad de seguir engañando a la mayoría social para perpetuarse en sus privilegios. Así se explica el control de la Iglesia sobre el modelo educativo español y en las últimas décadas la inversión por parte de ciertos grupos empresariales, por lo que danzamos constantemente de reforma en reforma educativa sin posibilidad de alcanzar consensos. La política educativa -cuando realmente existe- es dirigida por la preocupación de hacer surgir la excelencia en grupos selectos manteniendo el desierto de la incultura de las masas.
Más allá del debate educativo intentaremos poner otro grano de arena en el análisis de nuestra realidad andaluza, a través de datos que ponen de manifiesto en diversos ámbitos cual es nuestra situación y cómo ha evolucionado. Pretendemos así dar herramientas a quien esté interesado en no caer en la estrategia del estilo político imperante, en su demagogia.
Empiezan los distintos partidos políticos y gobernantes a ponerse nerviosos ante la más que necesaria modificación del Sistema de Financiación Autonómica (SFA), y se producen las primeras reuniones para buscar frentes comunes. Resulta deprimente observar como los diferentes supuestos representantes de los intereses de las andaluzas -que no son otros sino la obligada y necesaria equidad del sistema- se alinean en una u otra postura pero no en virtud de las necesidades de sus representados, sino en función de las necesidades de sus respectivos partidos políticos. Y el pasado, tozudamente, nos da una clara lección de cuáles son las graves consecuencias para las andaluzas: Acuerdo tras acuerdo hemos salido siempre perdiendo capacidad para financiar nuestra sanidad, educación y servicios sociales, hasta el punto de que somos una de las Comunidades Autónomas con menor financiación per cápita del estado (93,8 % de la media estatal). Sin embargo somos de las la Comunidades Autónomas con mayor paro, menor renta personal disponible, mayor dispersión de la población respecto al acceso a servicios públicos básicos, peores infraestructuras de comunicación para acceder a los mismos… es decir, con mayores necesidades de financiación. No solo nos alejamos más de la obligada equidad en el reparto de recursos públicos, sino que no se consigue ni una mínima igualdad. No hay justificación plausible para explicar por qué cada andaluza recibe del sistema de financiación menos del 75% de lo que recibe cada cántabra, especialmente cuando las circunstancias socioeconómicas son mucho más desfavorables en Andalucía. La ausencia de representantes en el Congreso que prioricen las necesidades de Andalucía frente a la de sus partidos políticos hace que, de nuevo, el posible acuerdo para reformar el actual SFA vuelva a adolecer de equidad, y se condicione a las necesidades de los partidos según su particular mapa electoral.
La realidad Andaluza es de cada vez mayor deterioro de nuestros servicios públicos -especialmente sanidad y educación- y especialmente en las zonas rurales. No es solo consecuencia de la falta de financiación necesaria por parte del SFA, sino que también tiene enorme influencia las políticas llevadas a cabo por la Junta de Andalucía, que bajo gobiernos del PSOE recortó las inversiones en dichos servicios, y bajo el gobierno de PP-C´s está acabando de desmantelar los mismos. Las crecientes privatizaciones de servicios públicos esenciales extra municipales -sanidad y educación principalmente- ponen en peor situación aún el acceso a los mismos en la Andalucía Rural olvidada. No olvidemos que la mitad aproximadamente de la población andaluza vive en esta Andalucía Rural y que es obligado objetivo de las administraciones públicas permitir igualdad de oportunidades, de acceso a los servicios públicos esenciales, y de redistribución de renta. Es en esta Andalucía donde se encuentran la mayoría de los municipios, cuya renta personal disponible no alcanza en ninguno de sus distritos y secciones la media estatal, y en la mayoría de los casos ni siquiera llegan al 75% de la misma. Incluso muchos de estos municipios podrían denominarse Municipios en Exclusión Social al tener la mayor parte de sus distritos y secciones con rentas disponibles por debajo del 60% de la media nacional, a pesar del enorme impacto que ejerce el exilio laboral en estos territorios que permite “suavizar” los datos de paro y de menor renta.
Se puede advertir, por ejemplo, cómo en la provincia de Córdoba 73 de sus 77 municipios tienen todos sus distritos y secciones con renta inferior – y con frecuencia significativamente inferior- a la media estatal. Ni la financiación de servicios públicos esenciales, ni los Presupuestos Generales del Estado, ni los Presupuestos de Andalucía, contemplan medidas reales para poner fin a esta discriminación que padece la mayor parte de los municipios Andaluces, cuyos residentes se ven obligados a mantenerse en una economía de subsistencia cuando no al exilio laboral.
Eso sí, el actual equipo de gobierno de la Junta ha presentado unos presupuestos en el último año de legislatura -finalmente no aprobados- que incluían decenas de promesas que su actual presidente hizo en muchas zonas rurales en la anterior precampaña y campaña electoral. La demagogia del asunto ha sido puesta al descubierto incluso con la publicación de los audios del vicepresidente andaluz. A sabiendas de que probablemente los presupuestos no saldrían adelante, se les presentaba una magnífica oportunidad para culpar de los males de las andaluzas a los partidos políticos de la oposición, baza que en año electoral no podían dejar pasar. No han tenido tiempo –ni intención- en los tres años anteriores de cumplir sus promesas. Nada nuevo, ya que es el mismo estilo de prometer para no cumplir que los grandes partidos políticos han desarrollado en Andalucía durante décadas. Ahora les toca recorrer los municipios Andaluces para crear el relato que al partido le interesa; crear a través de la desinformación un estado de ignorancia social de la realidad de las causas para poder llegar al poder. No te contarán que, a pesar de las promesas de acabar con “chiringuitos y altos cargos”, el coste de estos últimos se ha incrementados sustancialmente esta legislatura. La mentira como recurso político se convierte así en la principal herramienta electoral de los grandes partidos centralistas.
Entre las diferentes y terribles consecuencias de las inadecuadas políticas que se ponen en práctica encontramos la pobreza, exclusión social, población sin techo, exilio laboral, o el índice de suicidios, que si bien no solo tiene que ver con la realidad socioeconómica, sí se ve influenciada por esta, ya que, en opinión de los profesionales médicos, el estado de depresión que conduce en muchas ocasiones a tomar esta decisión tiene mucho que ver con la falta de expectativas del individuo.
Provincial con mayor número de suicidios Provincias con mayor número de suicidios en relación a su población
De las 18 provincias con más suicidios entre 1996 y 2020, la tercera parte son andaluzas. De ellas, 15 son provincias de las de mayor población de España -a mayor población, mayor número de suicidios-, 1 con población igual a la media provincial nacional (Granada) y 2 con poblaciones inferiores a la media provincial nacional (Córdoba y Jaén). Si analizamos el índice de suicidios por cada 10.000 habitantes, encontramos como el mayor índice se localiza en los casi 5 millones de habitantes residentes en Málaga, Granada, Jaén, Almería, Córdoba y Ciudad Real. Le siguen los casi 4,5 millones de residentes en A Coruña, Lugo, Ourense, Pontevedra, Asturias, León y Zamora. Suponen estas dos grandes zonas el 75% de las provincias con mayor índice de suicidio.
En cuanto al sistema educativo, las políticas de apoyo a los conciertos y a los centros privados hacen que año a año estos crezcan concentrándose principalmente en áreas metropolitanas, lo que conlleva un enorme coste social para la mayoría de las andaluzas que ven como las distintas posibilidades de educación obligan a las familias de zonas rurales a realizar un mayor esfuerzo económico para poder dar a sus hijas la formación necesaria que les pueda permitir, en su caso, un futuro profesional digno.
Las promesas de los grandes partidos políticos centralistas y todo su aparataje económico y mediático han conseguido, hasta nuestros días, llevarles al poder en los diferentes gobiernos Centrales y Autonómico. El resultado para Andalucía, insistimos nuevamente: pobreza, exclusión social, desindustrialización, falta de inversiones productivas, modelos económicos extractivistas, contaminación de nuestros suelos y aguas –somos el vertedero nacional- , déficit de financiación de servicios públicos esenciales, déficit de infraestructuras de todo tipo, menor accesibilidad a servicios públicos esenciales especialmente en la Andalucía Rural, mayores índices de suicidio, desarticulación territorial ferroviaria, exilio laboral,…. A pesar de ser ajenos a los enormes problemas con que se enfrentan a diario las andaluzas, consiguen reeditar sus “éxitos” electorales a base de las técnicas de desinformación, mediante una verdadera manufactura de ignorancia política de la ciudadanía.
Una medida de que la clase política gobernante en Andalucía en democracia se ha dedicado y se dedica principalmente a trabajar por sus intereses personales o de partido está en los escándalos de los casos de corrupción. Cabe recordar la cantidad de casos de corrupción que tanto a nivel estatal como Andaluz acumulan los grandes partidos políticos, algunos de ellos con sentencias y condenas, otros con archivo de las causas y una gran mayoría pendientes de resolución judicial firme (ver la web de “casos puntuales”).
La decisión de partidos políticos centralistas de apostar por propuestas amparadas en la posible formación de cogobiernos con alguno de los grandes partidos con la supuesta pretensión de “cambiar” las políticas de estos ya pasó una enorme factura a IU a nivel andaluz en su momento, dejándolos al borde de la extinción. El último episodio que ha puesto en escena el PSOE negociando con Esquerra una ley audiovisual a espaldas de Unidas Podemos, deja a esta última en una posición un tanto risible, pese a los rifirrafes de última hora PSOE-ERC. Si a ello le unimos la extremada debilidad e inexistencia de una posición política andaluza fuerte, seremos una y otra vez testigos de cómo el socio débil de la coalición actual rinde pleitesía claudicando en cuestiones claves para nosotras. La retirada de las enmiendas a los Presupuestos Generales relativas al veto al cementerio del Cabril, a la inversión en el cercanías Palma del Río- Villa del Río o la conversión en autovía de la N-432 así lo demuestran. Sin duda son consecuencia de que las batallas conviene plantearlas en donde se pueda obtener más rédito electoral, y eso claramente no nos incluye a ojos de Madrid.
Pero somos los y las andaluzas los principales responsables tanto de la realidad que soportamos como de cambiarla. Llevamos más de 40 años mirando a Madrid y no a la Andalucía Rural abandonada, a los intereses de nuestras trabajadoras y a la apuesta de un cambio radical en nuestro sistema productivo. Más de 40 años esperando un cambio que nos haga realmente soberanos y nos permita exigir la justa equidad, así como diseñar nuestro futuro.
Y seguiremos reivindicando cada año el espíritu del 4D hasta que la anestesiada población entienda que debemos exigir equidad. Que somos soberanos y hemos de imponer nuestra voluntad por encima de las necesidades ajenas.
¡¡¡Viva Andalucía Libre!!!
Viñeta de portada vista en el blog de Vinayakk Dahale.
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