Jueves. 30 de diciembre de 2021. Instagram de Paz Padilla. Se está emitiendo un directo que involucra a María del Monte y a Anne Igartiburu. Y se está hablando de… El temita.
Y varios medios en redes sociales como @todotele_ se hacen eco de un corte de un minuto de duración que ha conseguido llegar a 1,6 millones de reproducciones al menos en esa red social y convertir en algunos tramos de la tarde del 30 a Paz Padilla en trending topic, aquí se brinda una transcripción de la conversación que pueden leer con una música de laúd de fondo (se incluyen acotaciones para que lo puedan representar mejor):
María del Monte (preocupada, pensativa intensamente): “Pero, ¿tienes las dos vacunas?”
Paz Padilla (comprensiva, aconsejante): Claah, pero si es que da igual, las vacunas no sirven para nada (Igartiburu reflexiona y asiente).
María del Monte: Lo has pasado, y lo has vuelto a pasar (convencida).
Paz Padilla: mira, la vacuna es es, una proteína que te meten la spider (María del Monte y Anne Igartiburu asienten) que es la eh, la proteína por la que entra el virus. Pero claro, la vacuna es, la del bicho; de Luján, y el bicho ha mutado…(ANNE: ha mutado, gesto de cambio) ahora tenemos la Oritrón y ya el bicho es que como no entra por la puerta, como que entra por la ventana. Claro, te meten la spider que es la de la puerta, pero ya no sirve contra la ventana (en ese momento María del Monte gira sus órbitas hacia arriba, tal vez buscando esperanza). Con lo cual, por muchas vacunas que te pongas, 2, 3, el virus ya te entra por otro lao.
María del Monte: con lo que cualquier variante te puede infectar…
Paz Padilla: Claro, evidentemente (se da un corte abrupto en el corte en redes, posible edición del vídeo de cara a redes sociales).Las variantes Delta y Onitrón han mutado en África…
Anne Igartiburu: Bueno, a ver chica (como buena comunicadora busca la concreción en el mensaje).
Paz Padilla: lo bueno, es que dicen que en África se ha contagiado ya tanta gente, ya está tanta gente inmunizada, que hay muy poca gente ya con Covid, que se piensa que este será ya el final del Covid.
Démonos un respiro para asumir tantas unidades de información en sólo un minuto de grabación.
De las presentes, la única con formación técnica sanitaria es Paz Padilla por su profesión y ejercicio como auxiliar de (referencia) previo a su carrera como comediante, actriz, presentadora y escritora, por lo que es una persona con conocimientos sobre el curso y tratamiento de patologías in situ, aunque hace ya algún tiempo que no ejerce, de ahí que haya alguna mezcla de conceptos que hace que su mensaje sea algo ambiguo.
1.- Las vacunas no sirven para nada: las vacunas son un tratamiento preventivo que siempre tienen un margen de acierto y que, como ya comentamos en anteriores secciones, generan inmunidad artificial al provocar la aparición de anticuerpos frente a patógenos o fragmentos de patógenos en una forma no ofensiva hacia nuestro organismo. Por tanto, no son una única solución y siempre hay que revisar su status y actualización para adaptarse a los posibles cambios que las mutaciones puedan traer consigo. Este elemento de readaptación de las vacunas es ampliamente conocido por la industria farmacéutica y los grupos de investigación y es por eso por lo que, por ejemplo hay que dar más de una dosis de recuerdo en vacunas como la polio o cada año en la vacuna de la gripe. El número de repeticiones de la vacuna es directamente proporcional a su capacidad de modificar su genoma y por tanto, proteoma, lo cual puede acarrear un cambio en la forma final del virus. De ahí que su brillante metáfora de la ventana y la puerta, sí sea una buena imagen de ver como se modifica con el tiempo un patógeno. Por otra parte, si las vacunas no sirviesen para nada, no tendría sentido esta gráfica difundida esta semana por el Ministerio de Sanidad.
En esta gráfica se puede ver que el color verde representa a las personas positivas COVID19 y con síntomas, el aguamarina a los positivos COVID19 asintomáticos y en algunos casos se ven unos picos grises en aquellas personas no identificadas (contactos estrechos) y se localizan picos en enero, tras las navidades, en julio, al comienzo del curso escolar y ahora en diciembre por la entrada de la muy contagiosa variante ómicron (referencia). Pues bien, como se puede comprobar también, aunque los contagios superan con creces los casos anteriores, el color verde de enfermos con síntomas es equivalente a picos anteriores sin seguir la proporción por la que subían todos los números con la misma intensidad. La enorme diferencia entre asintomáticos y personas con síntomas es un signo de que la vacuna es útil. Dado que las pautas de comportamiento son equivalentes y es la vacuna la única diferencia real entre esas fechas de temporalidad. Es decir, hay más contagios, pero son contagios sin causar la enfermedad de forma grave, una de las misiones que las vacunas tienen, vamos a demostrarlo con otro gráfico, extraído de un magnífico artículo divulgativo de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Como se puede comprobar, la respuesta entrenada (que puede venir por infección previa y nueva exposición al patógeno, o exposición al patógeno tras inmunización) supone una reactivación de la respuesta inmune innata, así como de la específica, por lo que se sintetizan más anticuerpos en menos tiempo en un proceso que puede que no nos genere ni síntomas ni malestar, mientras en nuestro cuerpo se da una batalla digna del final de Vengadores EndGame. Por tanto, las vacunas no te protegen realmente de la infección porque el patógeno puede pasar por el organismo, hospedarse en él o usarlo como trampolín, pero sin que ello suponga entrar en una fase clínica, las vacunas sí sirven porque están reduciendo la cantidad de gente que tiene que hospitalizarse y el COVID se puede pasar más mayoritariamente en casa.
2.- La proteína spider. La proteína spider es la proteína SPIKE que hace referencia a las proteínas de enganche que el COVID tiene para poder infectar a las células sanas en un mecanismo aún por dilucidar pero que se supone similar al de los virus bacteriófagos en los que inyectan su ADN a la bacteria, en este caso su ARN y el aparataje enzimático para su reproducción. Desafortunadamente, no nos puede dar poderes de adherencia a las paredes, emitir polímeros resistentes o sentir un cosquilleo cuando el mal se cierna sobre nosotros (Sí, he ido a ver Spiderman… ya estáis tardando). Es cierto que la proteína Spike es una de las principales dianas de diseño de las vacunas de proteínas que se han comercializado, y otras como la de AstraZeneca incluye su secuencia de ARN para que nuestro propio organismo pueda producir esta proteína y así “enmascararse como infectadas” ante el virus, pero no es la única, ni será la única fuente de elaboración de vacunas.
3.- La consabida referencia a la inmunidad de rebaño. El concepto de inmunidad de rebaño se ha tirado por el suelo y se le ha rebozado de una manera utilitaria e impúdica por “expertos”, políticos y algunos comunicadores y, a un fenómeno de consecuencia, se le ha querido dar un uso, como si se quisiera usar un resultado como método, y eso, fuera de la versatilidad de las papas fritas, que solas ya están buenas, y con un filete son un manjar, no funciona. La inmunidad de rebaño es un término que viene de los albores del estudio de la inmunización sobre poblaciones agrarias y habla de la consecución de la inmunización por un grupo de seres vivos convivientes por exposición y selección natural sobre sí mismos. Es decir, tras la exposición al virus, los que queden, están inmunizados. ¿Y por el camino? Hay algunas comunidades que entienden que este resultado del proceso puede ser un método de inmunización y hubo hasta casos como el de favorecer la propagación del COVID al comienzo de la pandemia (referencia) suponiendo que se conseguiría dicha resistencia “al pasarlo”, lo cual, con un virus con clínica semidesconocida y sin medicamentos válidos para su combate es una absoluta temeridad intra e interpersonal. La inmunidad de rebaño es una consecuencia de una exposición controlada a un patógeno y se consigue de forma positiva si frente a una gran virulencia se da una baja mortalidad, para lo cual la existencia de tratamientos, vacunas y UNA SANIDAD PÚBLICA NO SATURADA, BIEN PROVISTA Y CON EL PERSONAL NECESARIO es básico.
Por cerrar el artículo, quiero agradecer los esfuerzos divulgativos de Paz Padilla pero recomendamos que se contraste esta fuente de información con medios oficiales y las autoridades sanitarias para garantizar que, de la poca información real que tenemos, esta venga de una voz autorizada y experta (no por ello perfecta) que nos de, con la mayor de las seguridades posibles una noción de por dónde respira este problema.
Ah, y ya que estamos. ¡Feliz año nuevo!
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