El vicepresidente del órgano, el socialista Alfonso Rodriguez Gómez de Celis, anunció con pompa y boato : «cada vez que se produzca una ofensa a cualquiera de los grupos de esta Cámara, bien sea fascista o bien cualquier otro término, será retirado del diario de sesiones«. Eso sí, al poco de dictar esta sentencia el diputado ultra Ortega Smith llamó «etarras» a los miembros de EH Bildu y se quedó tan pancho.
La misma pachorra que vemos entre los seguidores de Bolsonaro cuando anuncian e intentan un golpe de estado. Y por lo que sabemos, la Mesa ni afeó la conducta o llamó la atención. Ya se sabe que la impunidad va por barrios.
Sirva el relato de las primeras líneas para buscarle sentido al llamativo caso que se produce hoy en el parlamentarismo hispano. Aunque en verdad sea más tarea de psiquiatras que de analistas políticos.
Resulta curioso que quienes desde sus escaños se comportan de esa manera en la sede parlamentaria que simboliza y representa la voluntad nacional, en lugar de asumir el resultado que da si se les aplica en el test del poeta estadounidense James Whitcomb Riley ( 1849-1916) «cuando veo un pájaro que anda como un pato, nada como un pato y grazna como un pato, lo llamo pato», se sienten ofendidos con el calificativo, aunque en las bancadas no paren de berrear como «camisas negras», traten a sus rivales políticos del Congreso con la misma agresividad verbal de la que hacían gala los escuadrones de Mussolini e intenten imponer un pensamiento único y totalitario en el que solo cabe la visión estrecha donde solo ellos son españoles de pura raza…
Se molestan cuando se les denuncia, dado sus comportamientos públicos, como «fascistas» y el caso es que en el fondo no les falta razón.Pero por motivos muy distintos a los que ellos piensan.
Sus actitudes de suboficiales chusqueros del ejército vencedor de la guerra civil, siempre apelando a lo testicular y al machismo, el seguir la doctrina de los sectores tridentinos y antediluvianos de la Iglesia o creerse señoritos a caballo recorriendo cortijos, más que en fascistas los convierte en la encarnación de ese Franquismo sociológico, rancio y casposo que , para nuestra desgracia, nunca terminó de irse de nuestras vidas. Y que continua impregnando nuestras ropas con su mal olor a cerrado y podrido.Con el agravante que hoy se muestra sin filtro ni complejos.
No les gusta que se les recuerde su esencia aunque el cuerpo les pida gritar «¡Santiago y cierra España!», abrir la cabeza de herejes y ateos a golpes de crucifijo o lograr el sueño húmedo de una hoguera inquisitorial que deje en mantillas a las Fallas de Valencia. Pero no,no me llames «fascista», que me insultas.
Y como te descuides te planto una denuncia con el nombre de cualquier asociación de abogados meapilas y ultracatólicos que un buen juez seguro se encargará de tramitar.
Lo paradójico es que aplicando el espejo a las ideologías contrarias no se da el mismo caso de «piel fina».
No conozco a ningún comunista (como anécdota uno de los primeros en utilizar el » est del pato» para acusar a alguien de comunista fue en 1946 el secretario y tesorero de la United Auto Workers Emil Mazey), socialista, republicano o demócrata… que se sienta insultado cuando lo identifican con el compromiso político que sustenta. Al pan , pan y al vino, vino.
En España sufrimos a cargos electos que emplean la mentira como arma, dando salida en redes y medios de difusión a la primera noticia falsa que se les ponga a tiro.
También a personas que desde el primer minuto han intentado deslegitimar el gobierno actual y a sus apoyos parlamentarios, gentes que hablan de dictadura y de golpe de estado a sabiendas de lo irracional de su propuesta y se comportan como aquellos dueños de la pelota de nuestra infancia que amenazaban con llevársela y poner fin al juego a poco que se les contradijera.
A «Constitucionalistas» de nuevo cuño que aplauden los derrocamientos de gobiernos democráticamente elegidos bien por la vía militar ( las menos) o por la político- judicial (las más), encarcelando e inhabilitando a oponentes (Lula, Evo, Cristina Kirchner, Rafael Correa, Nicolás Maduro … pueden dar un seminario sobre el tema). Basta con fijarnos, pero intentando separar el trigo y la paja, en el último episodio que está protagonizando Perú.
Y «estos tipos» -como diría Serrat– no se andan con chiquitas e intentan a toda costa arrastrarnos a una situación de realidad virtual paralela.Dibujando, con la ayuda de los dueños de los medios de difusión de masas y muchos lameculos (antes con plumilla, ahora con ordenador) que trabajan en ellos, un panorama apocalíptico.
Nada nuevo. Esta inquina ya la sufrió en sus carnes nuestro país cuando el magnate californiano William Randolph Hearts, al saber que – finales de 1897- su ilustrador Frederic Remington quería regresar de Cuba pues no encontraba el caos vaticinado por el empresario y editor , le hizo llegar el telegrama «Remington. La Habana. Por favor quédese. Usted ponga los dibujos y yo pondré la guerra». . Por la Historia conocemos el resultado.
Por ello no deberíamos tratar la violencia verbal y las actitudes como una fruslería de niños mimados. Van a por todas y si en algo son especialistas los seguidores de Steve Bannon es en torcer las reglas de la convivencia democrática y luego inventar una excusa para echarle la culpa al contrario.
Así que, para contrarrestarlos, por la cuenta que nos trae toca ponernos las pilas con más unidad y programa y menos pasarela Cibeles.
Mirando para arriba y no a nuestro ombligo cuando nos digan «No mires arriba» e intentando informarnos cuando no quieran que lo sepamos.Cuandoves tanto tahúr con los naipes aflorando de la manga es cuestión de higiene denunciar que están haciendo trampas. Y ya se sabe: « Si ves a un pájaro que anda como un pato, nada como un pato…»
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