El pasado 14 de enero Netflix nos sorprendía con la inclusión en su catálogo de una película de animación un tanto peculiar que simplemente por su estética ya me llamaba la atención pero que hasta día de hoy no me había parado a observar. En The house asistimos a un filme compuesto por tres cortometrajes independientes de unos treinta minutos cada uno cuyo único nexo de unión, además de la técnica artística –stop motion– y la banda sonora del argentino Gustavo Santaolalla, se trata de la localización de la historia: una misteriosa mansión de estilo georgiano gracias a la cual se nos van a presentar diversas realidades que oscilan entre lo onírico y lo surreal, siendo así mirada al pasado (entono a 1800), al presente y al futuro (algo apocalíptico) donde el propio edificio a pesar de presentar elementos tan representativos como la escalera -enfocada siempre desde un mismo punto de vista- va a ir evolucionando y transformándose al igual que sus personajes. Así, cada historia se nos presenta a modo de capítulo bajo una frase representativa -que dejaré más adelante- analizando las decadencias emocionales, el concepto de lo absurdo de las apariencias, el apego a lo material, el peso de la culpa, la identidad personal, el espacio confort del que no queremos salir, entre otros aspectos; utilizando para ello desde el género de la ciencia ficción y lo sobrenatural, el terror psicológico y existencialista que se aleja de lo explícito y el humor negro junto al sarcasmo mordaz para exponer las distintas frustraciones, deseos, miedos y traumas de los personajes protagonistas.
La obra producida por Nexus Studios -conocida por crear campañas de marketing de marcas como Google o Coca-Cola– no solo presenta narraciones que bien pueden tomar tintes de diversos autores como Christiane Cegavske (Blood Tea and Red String, 2006), Tim Burton (Vincent, 1982), Vladislav Starévich (Veselye Scenki Iz Zhizni Zhivotnykh, 1912), Edgar Allan Poe (The black cat, 1843), Montague Rhodes James (A thin ghost, 1919), Jan Švankmajer (Rakvičkárna, 1966), Franz Kafka (Die Verwandlung, 1915), Jiri Trnka (Dva mrazíci, 1913), Timothy Quay & Stephen Quay (Street of crocodiles, 1986), Cecil B. DeMille o incluso David Lynch (Rabbits, 2002) y Dino Buzzati (Il deserto dei tartarí, 1940) sino que su fotografía, de la mano de Malcolm Hadley y James Lewis, hace que el espectador se encuentre en sensación de inquietud, de incomodidad y escalofrío ya que en casi todo momento se nos presenta una atmósfera algo turbia y desagradable que hace estar en continuo estado de alerta. En este punto además, cabe hacer hincapié en el hecho de que cada historia presenta un uso del color como forma de narración diferenciada. Así, pasamos de los tonos tierra a los blancos brillantes para acabar en los tonos pastel que bien nos pueden recordar a Wes Anderson y obras como Fantastic Mr. Fox (2009) o Isle of Dogs (2018) y su mundo distópico.
En las tres historias pasamos por tres inquilinos o dueños de la misma mansión: una familia humilde del siglo XIX, un promotor inmobiliario y una casera que está tratando de restaurar su hogar. Si bien no vamos a hacer espóiler en esta ocasión debido a que se trata de un filme donde el nivel de desvelamiento de la “realidad” es muy importante, cabe destacar que estas tres historias se presentan a modo de fábula y por tanto, incluyen moralejas muy necesarias hoy en día. Así, The house se trata de un filme de carácter personal que partiendo del simbolismo y del uso de metáforas presenta numerosos niveles de lectura pero nunca revela todo lo que tiene que decir -plantea más preguntas que respuestas-, haciendo que la obra sigua presente en la mente del espectador tras su visionado no por ello dejando de lado el trasfondo emocional que subyace en lo tangible de la obra sino tratando con un espectador activo en todo momento que va a necesitar hacer un esfuerzo interpretativo para adueñarse de las imágenes que se le presentan -por lo que recomiendo verla una segunda y hasta tercera vez para contemplar cada uno de sus detalles- y seguir en la experiencia inmersiva que plantea esta obra abierta que plantea un continuo diálogo.
En último lugar hay que señalar que las directoras y el director de los respectivos capítulos sí están familiarizados con la técnica del stop motion -la cual también presenta una gran tradición en Reino Unido-, pudiendo comprobar como alguno de ellos recuperan personajes de sus obras para ubicarlos en The house ahora martirizados por sus historias en este experimento audiovisual donde la mansión va a ser a veces símbolo de esperanza o de sueños que se van rompiendo poco a poco.
- The House I: And Heard Within, A Lie Is Spun.
- The House II: Then Lost Is Truth That Can’t Be Won.
- The House III: Listen Again and Seek the Sun.
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