Ha ardido el asentamiento de Carrefour, arde cada verano algún asentamiento y los zarpazos del fuego demuestran palpablemente la injusticia que supone vivir entre materiales desechables e inflamables, vivir en precario, sin agua corriente, sin electricidad, sin saneamientos, sin asfalto, sin que las autoridades manden segar los rastrojos acumulados en la carretera o eliminar a las ratas que pululan junto a los niños.
Y es que, la vulnerabilidad, compañera de la pobreza, no solo depende de la ocurrencia inesperada de un incendio o una inundación, sino de las abismales desigualdades sociales y económicas que imposibilitan el acceso a los recursos para combatirlos, de la incapacidad material para prevenir los azares e imponerse a los imprevistos. La vulnerabilidad de los pobres algo tiene que ver también con el olvido y abandono de los responsables públicos, que no tratan siquiera de corregir las profundas brechas existentes entre los ciudadanos de primera y las comunidades de tercera, como las comunidades romaníes, pongamos por caso.
¿Por qué ha ocurrido este desastre, que ha dejado en la intemperie a muchas personas que ya vivían al descubierto, también en invierno, también cuando llueve o hace frío, siempre a la intemperie? Esta es una pregunta impertinente, pues el fuego simplemente ha cumplido su función: ayudar a que veamos, sin anteojos, el abandono habitacional de todas las familias romaníes que residen en Córdoba, la fragilidad, precariedad y soledad de sus vidas. Porque la supervivencia en los asentamientos se despliega como un hilo quebradizo, constantemente amenazada por fuerzas externas que pueden romperla en cualquier instante. Y es el fuego quien nos obliga a abrir los ojos en verano, suele hacerlo todos los veranos, con zarpazos más o menos contundentes, pero siempre sin éxito, pues las llamas del incendio sorprenden a las autoridades, a los responsables políticos y a los ciudadanos preparando sus inminentes vacaciones en Torremolinos o en las islas Lofoten, y nunca nos vamos a sentir realmente interpelados si el fuego no provoca víctimas mortales.
Las otras víctimas, las cotidianamente dañadas por los excesos de temperatura , las humedades o la imposible higiene no cuentan. De ellas no hay estadísticas, no aparecen en la prensa, ni en los programas electorales de los partidos, ni en los balances anuales de esto o aquello, ni en los foros o plataformas digitales. Las otras víctimas no nos parten el corazón porque no las vemos.
No vemos que Liliana, además de la chabola, perdió el escaso dinero que guardaba bajo el colchón de su cama, ni vemos a la familia Lancu que se ha quedado totalmente sin enseres, ni podemos ver la cara de Petrunia al descubrir el vestido de su próxima boda, convertido en cenizas. No olemos tampoco el hedor de los materiales quemados en aquellas chabolas que se salvaron de milagro de la destrucción. Si pudiéramos ver y oler todo eso, quizás hablaríamos/escribiríamos a los poderes públicos para exigirles medidas radicales y compasivas contra la pobreza: viviendas que al fuego le cueste quemar, emplazamientos seguros y no degradados, lugares sin ratas, agua corriente y niños jugando fuera del barro.
Y mientras nos animamos a escribir esas peticiones a los responsables públicos, podemos mostrar nuestra solidaridad con las familias romaníes ayudándoles:
- Levantando las infraviviendas destruidas con materiales más sólidos.
- Sustituyendo las infames chabolas de plástico y cartón por casetas portátiles más resistentes al fuego y a las humedades.
- Eliminando con pintura el hedor de los restos calcinados.
- Adecentando la chabola con enseres que faciliten su vida( generador, cocina, frigorífico…).
- Aportando ropa nueva a sus camas.
- Ayudando para que estrenen vestidos que no huelan a humo.
- Cualquier otra cosa que dignifique su vida.
Y si te animas, puedes firmar y enviar una particular petición, redactada por ti, que enviaremos a las autoridades locales y/o autonómicas, para exigirle medidas radicales y humanitarias, que cambien realmente la vida de nuestros vecinos romaníes.
Este es el correo electrónico para enviar vuestros escritos a los responsables políticos.
También compartimos la cuenta o Bizum de Acisgru para vuestra ayuda:
ES71 0237 6016 4091 7002 8794
627313971
Gracias de antemano por estar con ellos.
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