Hoy estaba en uno de los barrios más pobres de Córdoba, el Sector Sur y he visto una pequeña piscina de goma en la acera, seguramente esperando a que algún niño de corta edad se refrescara dentro de ella.
Por la noche he escuchado a una ministra decirnos que los escaparates se apaguen, los comercios controlen la temperatura, y sus puertas tengan cierre automático.
Es el “contexto internacional”, como si el contexto hubiera llegado sólo como la ola de calor. No, nos obligan a adaptarnos a él en lugar de revertir una situación de la que ellos son también responsables. Y lo son por una serie de decisiones que han tomado y de las que, otra vez los de abajo, sobre todo lo que Eduardo Galeano llamaba “los nadie”, estamos pagando las consecuencias:
- Han sido participes en la estrategia de la OTAN por el acoso a Rusia.
- Han renunciado a explorar la vía pacifica en la resolución del conflicto entre Ucrania y Rusia (uno de los valores fundacionales de la UE).
- Han iniciado sanciones económicas a este país que han sido devueltas por el régimen de Putin.
- Se han posicionado ante los intereses marroquíes respecto al Sahara con el consiguiente cabreo de Argelia, nuestro suministrador de gas.
- Han decidido comprar gas licuado a EEUU como alternativa, un gas que proviene en gran parte de su explotación a través del fracking un método de extracción muy perjudicial para el medio ambiente así como la contaminación que se genera al traerlo en grandes almacenes mercantes….
De todas estas decisiones que he nombrado antes ¿cuántas se han tomado de forma democrática en nuestras instituciones, en el Parlamento Europeo o Español?
Pero la culpa es tuya y mía, la culpa es de la madre que ha puesto una piscina de plástico a su niño para que se pueda refrescar en la puerta de su edificio de protección oficial sin terraza; y si no es su culpa, las consecuencias las paga ella, porque, ante el cambio climático, no se puede hacer nada a no ser que te quites la corbata en la calle. Por cierto que en el Sector Sur de Córdoba ayer nadie llevaba corbata ni había chalets con piscinas.
Mientras miles de familias no pueden poner la lavadora cuando desean, el aire acondicionado o la calefacción, la obsesión de este Gobierno y de la UE es ahorrar energía con medidas tan simbólicas como el control de la climatización en edificios públicos y de comercios. Como si el tendero de la esquina o el del bar no hubiera tenido bastante con las medidas anti-covid, donde tenía que tener las puertas abiertas y ventiladas, ahora debe estar todo cerrado y sin aire.
Y todo esto ocurre días después de que las grandes compañías energéticas (muchas de ellas fueron públicas no hace mucho) presumen de obscenos beneficios en sus cuentas de resultados.
El discurso climático se está convirtiendo en un opio ideológico y de control social para callar a mucha gente, y que ésta asuma de forma resignada que no puede poner una estufa o un ventilador porque así cree que va a corregir las consecuencias del cambio climático. Una nueva amenaza para no cuestionarnos formas de producción y de acumulación de riqueza que sí están acabando con el planeta para beneficio de unos pocos.
Pero tranquilos: toda esta hipocresía desaparecerá entre el Puente de la Constitución y el día de Reyes cuando nuestras ciudades se llenen de nuevo de luces navideñas para fomentar el consumo desproporcionado que tampoco provoca residuos, ni contaminación, ni deteriora el medio ambiente. Una iluminación al servicio de las grandes franquicias y multinacionales comerciales que han expulsado al comercio local y al pequeño comerciante cordobés de nuestros centros.
Fuente: Entre azoteas
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