Reconozco que mi cupo de ingenuidad desapareció hace ya muchos años. No fue en los que se supone que termina la adolescencia, considerado el momento en que la inocencia desaparece de la persona a base de bofetadas de realidad. No. Fue después, mucho después. Hasta ese momento, seguía creyendo lo que escuchaba en los medios de comunicación o, directamente, a las personas “que sabían” de los temas.
Por eso, cuando en los dos últimos años hemos sufrido la subida bestial de los precios de los productos básicos de alimentación, vestido, servicios, etc., fui consciente de que, aunque se achacaba a cuestiones puntuales (sequía, la guerra, el covid …), una vez subidos, no volverían a bajar. Y, ¡maldita sea la rabia que me da no haberme equivocado!, así ha sido.
Porque hemos visto que los carburantes subían “por la guerra”, a pesar de que el barril de petróleo ha estado muchísimo más barato que antes. Aquellos precios en torno al euro por litro, que fluctuaban en 10 céntimos arriba o abajo dependiendo del momento, no han vuelto ni volverán. Y nos hemos quedado anclados en el 1,70€ por litro, con sus movimientos en céntimos a más o menos. Nos han “clavado” 70 céntimos por litro más que, si hubiera sido ingenuo aún, podría haber pensado que las empresas petroleras han tenido que subir sin más remedio porque a ellas también les había subido el crudo. Pero no, con toda mi pachorra de “mal pensado”, he comprobado cómo estas “hermanitas de la caridad” anuncian un 66% más de beneficios en 2022. O sea, en mi barrio, el Sector Sur, a esto le llamamos que nos han robao la cartera.
En el mismo plano tenemos lo ocurrido con las eléctricas. “Por la guerra”, e incluso “por el Covid”, el precio del kilovatio/hora se ha multiplicado, en algunas ocasiones, hasta por 10. Eso a pesar de que España no estaba afectada directamente por el gas ruso, a pesar de que tenemos acceso a gas más barato desde Argelia y a pesar de tener recursos alternativos para que ello no ocurriera. Pasamos de pagar, de media, 50€ por KW/hora a 300€, llegando en algunos momentos a casi 550€. Ahora, el precio medio del KW/hora se ha quedado en los 130€, gracias a la “excepción ibérica”. Es decir, estamos pagándolo 80€ más caro de media, sin perspectivas de que vuelva a sus precios anteriores en mucho tiempo, si es que vuelve.
Apelando a esa ingenuidad perdida, podría haber pensado que nuestras sufridas empresas eléctricas no han tenido más remedio que subirnos el precio de la luz porque a ellas también les salía más caro producirlo y les estaba generando pérdidas. Pero reconozco que mi maldad me hizo pensar que no era así y, ¡maldita sea de nuevo! no me equivoqué. Las empresas eléctricas han ganado de media un 26% más en 2022 que en 2021. Es decir, también nos han robao la cartera. Y no solo la cartera. Incluso descubrimos que una eléctrica tiraba agua en una presa para generar energía y cobrarla a precios desorbitados, a pesar de la sequía que sufrimos, en lo que supone el uso de un bien básico y público para enriquecimiento propio (¿le ponemos nombre?) sin que les haya ocurrido nada.
¿Miramos a la banca? Comisiones por cualquier gestión que incluso hacemos las personas usuarias a través de internet o cajeros, subidas de los tipos de interés de las hipotecas, desaparición de oficinas y destrucción masiva de empleo. Claro, como personas ingenuas que somos podríamos creernos lo que nos dicen a través de los medios de comunicación: la situación es muy grave y nuestras empresas tienen que buscar soluciones. Y entonces, al llegar el balance de resultados, uno piensa: pues estos, como mucho, como mucho, se habrán quedado en que no han perdido dinero o han perdido poco. ¡Maldita sea, otra vez que el estar “resabiao” me hizo no equivocarme! La banca española ha ganado, de media, un 50% más en 2022 que en 2021.
Y claro, pones la tele o la radio o lees en la prensa que, por culpa de los carburantes, por culpa de la electricidad, por culpa de las tarifas bancarias, los productos básicos de la alimentación, “lamentablemente, han tenido que subir”. Y uno lo comprende. Porque, aunque está ya de vuelta de todo, considera lógico que si el KW/hora está a 500€, los costes para fabricar cosas suban. Pero, como no perdono nada, inmediatamente me creo que, si baja la luz al nivel que antes mencionaba (no el pre-guerra, por supuesto) los alimentos también bajarán. ¡Pues no!
El litro de leche subió en cuatro días 20 céntimos. Ahí se ha quedado. A pesar de ayudas, a pesar de rebaja del IVA, a pesar de que la luz y los carburantes ya cuestan algo menos. El kilo de carne, el café, las legumbres, el pan, el aceite, etc., etc., etc., ya no volverán a costar lo que costaban antes. Porque, una vez subidos los precios, ya no los van a bajar nunca.
Sin embargo, nos dicen que el Índice de precios al consumo baja. A pesar de que los alimentos no se mueven e incluso siguen subiendo, misteriosamente a final de año, cuando se cierra para el cálculo de la subida de pensiones y gran parte de los salarios de las personas trabajadoras, cae del 10% a menos 6%. Lo que significa que las subidas en nuestros sueldos, quienes las hayan pillado, no cubren ni por asomo esa inflación.
Seguro que en todo ello no tiene nada que ver el que las petroleras y las eléctricas estén en las manos, principalmente, de los bancos, propietarios además de las principales empresas españolas. El que el precio de los carburantes y la electricidad cayera hasta rebajar el IPC ¡maldita sea! seguro que no ocurrió para provocar que las subidas salariales no tuvieran que ser mayores.
Pues bien, todas estas cuestiones, que son evidentes, que las vives a diario cuando vas a hacer la compra, cuando tienes que echar gasolina en el coche, cuando pagas religiosamente la factura de la luz, todas ellas, que las hablamos en la cola del super, que las bromeamos con el “gasolinero”, que nos ponen enfadadísimos cuando las compartimos con amistades y familiares, si se dicen en otros foros, rápidamente te tachan de que no tienes ni puñetera idea, “que las cosas no son así de simples”, que decir esto es populismo, …. Pero lo que vemos es que cada sueldo nos llega menos a fin de mes, al que le llega. Y que tu entorno, que tu barrio, cada día es más pobre.
Claro que, casualmente también, quienes te dicen eso, quienes quieren hacer creer que lo blanco es negro, son los mismos que triplican o cuadriplican sus ingresos anuales.
Ante esta realidad, creo que incontestable, me surgen dos preguntas, que quizá estén respondidas una con la otra:
¿Por qué nuestro gobierno no toma medidas valientes que impidan los beneficios desorbitados a costa de las personas trabajadoras? ¿Por qué se limita a subvencionar con ayudas ridículas de dinero público para que, sin que a la gente le suponga casi alivio, las grandes empresas no pierdan un céntimo? Ya, ya. Me conozco lo de las puertas giratorias. ¡¿No os dije antes que estaba “resabiao”?!
Y la segunda, que, en mi opinión, responde a la primera: ¿Por qué estamos callados y quietos, asumiendo nuestra indefensión?¿Acaso no recordamos que cualquier avance fue siempre gracias a lucha social? ¿Quizá no nos movemos por miedo a la ultraderecha? ¿No está ya la ultraderecha, a través de quienes defienden, las grandes fortunas, aplastándonos?
El sistema hace su trabajo a la perfección. En momentos de crisis, cuando ni él mismo puede aportar soluciones a su fragilidad, lanza el miedo. Y eleva al fascismo para crear el miedo que inmoviliza a políticos y a la sociedad a tomar medidas imprescindibles para la inmensa mayoría de la población. Y ante la inacción de los que supuestamente defiende a la clase trabajadora, crea la frustración necesaria para que ésta caiga en sus “cantos de sirena”. Es la historia. Se repite una y otra vez. Pero debe ser que estoy muy “resabiao”.
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