Crónica de Álex Camacho, amigo y colaborador de Manuel Harazem, y de Paradigma Media Andalucía.
Ayer por la tarde, en el Circulo Cultural Juan 23, se tributó un íntimo y sentido homenaje al escritor e investigador cordobés Manuel Figueroa León, más conocido por muchos como Manuel Harazem. El acto fue conducido por José Luis Campal y llenó la sala de actos del reconocido centro cultural cordobés ubicado en la C/La Palma.
A más de un año de su despedida, esta histórica entidad cultural ha querido brindarle este acto, reivindicando su huella en la ciudad a través de aquellas personas que le conocieron, compartieron su vida, inquietudes políticas y sociales, y disfrutaron de su siempre estimulante compañía. Entre aquellos que han tenido unas palabras de cariño con Manuel se encontraban el arqueólogo Rafael Martínez, el periodista y crítico de cine Juan Zapater, la escritora Carmen Panadero y Victoria Falcón, quienes contaron un trozo de Manuel en cada intervención, destacando su humanidad, intelectualidad y, por supuesto, buen humor.
A través de diversos cortes de audio se recuperó la voz de Manuel para la ocasión, sirviendo para recordar su pensamiento e ideas sobre temas diversos como la titularidad de la Mezquita, la semana santa y sus cofradías o la política local. La emoción para la repleta sala de actos del «Juan» brotó al poder volver a oír la voz de un amigo que, aunque ya no está, dejó miradas y análisis que siguen retratando la diversa problemática política y social que arrastra la ciudad.
El homenaje también estuvo lleno de música, muy presente en la vida de Manuel, y desde el «Take a walk on the wild side» de Lou Reed hasta el «Dame la libertad» del Lebrijano ayudaron a definir las variadas e interesantes referencias musicales en las que se sumergió Manuel a lo largo de su vida.
A la finalización del acto su mujer, Cristina Falcón, ha querido tener unas palabras de agradecimiento para todos los amigos que se acercaron al acto y quisieron celebrar la memoria de Manuel Figueroa León, «Harazem», cuya mirada crítica, mordacidad y capacidad investigadora ahondaban en las miserias de una ciudad a la que amaba profundamente y a la que siempre quiso aportar luz y humanidad.
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