Últimos días de 2021. Y lo terminamos de nuevo con miedo, juicios y con un cierto fatalismo por algo que no sabemos bien qué es, pero que intuimos ha venido a quedarse. Y tendría que haber sido un año igual de malo que el anterior, de estarse quiet@s y campear lo mejor posible la situación. Pero ha sido algo más que un año. Lo que debería haber sido un consenso general por acompañar a las decenas de miles de personas que han pasado de vivir en el alambre a caer en el abismo, no lo fue. Lo que tenía que haber sido un punto y a aparte en el apoyo a los sectores públicos no lo fue, no fue el año para aquellos que nos acompañan en nuestro camino desde que nacemos, nuestr@s médic@s, maestr@s, asistentes sociales, … todas aquellas personas que dentro de un sistema de cooperación social público hacen que esto de vivir no sea una competición salvaje desde el día que vemos la luz. No lo fue.
Los servicios sociales han sido desatendidos en esta ciudad desde el Ayuntamiento en lo que parece una especie de experimento social. No hay personal que nos atienda más allá del de seguridad, que entre otras funciones tiene la de impedirnos el paso a las oficinas sin cita previa. Las citas en algunos de los centros de Servicios Sociales de Córdoba se demoran por más de mes y medio. Toda una vida, quizás.
El puente que quedaba para comunicar a los vecinos con el Ayuntamiento, la Oficina de Atención Ciudadana, ya no existe, ahora es una Oficina de Asistencia en Materia de Registro que no tiene competencias para atender las demandas ciudadanas. Parece que ya nadie las tiene. Esta atención que se prestaba en los Centros Cívicos de Fuensanta, Levante, Santa Rosa, Moreras y Sector Sur dejó de prestarse. En solo unos años, la Oficina de Atención Ciudadana perdió a ocho de sus trabajadores sin reponer a ninguno.
No, no ha sido un año de esto, de acompañarnos y hacernos fuertes en lo colectivo. Si no más bien de observar cómo las dinámicas neoliberales más voraces desmantelan décadas de trabajo de colectivos vecinales y empresas municipales. Si, a veces son listos y maquillan algo, atienden a alguna estrategia, pero no más que adornar el juego siniestro de acabar con lo público.
Pero esto era esperable, quizás no en este contexto, pero esperable.
Sin embargo, algo ha pasado este año que hacen que parezca que ha sido mucho más que un año. Presentada justo al comenzar el 2021, el día 22 de enero, Córdoba (y cuando digo Córdoba digo un puñado de hombres, no más) era elegida pocos días después, el 27 de enero, como futura sede de la Base Logística Militar del Ejército de Tierra. Todos brindaron: sindicatos, partidos de derechas, izquierdas, extrema derecha, universidad… en fin. Decidieron que el futuro de Córdoba quedaría vinculado a este proyecto para el cual el Ayuntamiento cedería 28 millones de euros. La golosina, la creación de 2000 empleos, la mayoría de baja cualificación y no para cordobeses, sino abiertos a convocatoria pública. Para las cordobesas, pasó este tren. En las bases logísticas actuales, el ejercito presume de tener empleadas a un 16% de mujeres frente a un 84% de hombres. Pero lo más preocupante son los gestos, algo que se apodera del ambiente. Una ciudad militarizada que ya va dando pasos. Hace unas semanas el general jefe de la brigada Guzmán el Bueno y comandante militar de Córdoba y Jaén, Ignacio Olazábal Elorz presentaba sus respetos ante la tumba del genocida coronel Cascajo, máxima autoridad militar de córdoba durante la guerra civil y responsable del asesinato de entre 9000 y 3000 cordobeses. El 7 de mayo, el rector de la Universidad de Córdoba, Gómez Villamandos, recibía en el rectorado de la Universidad pública a VOX, siendo la primera vez en la historia de la universidad pública en España que un partido de extrema derecha fascista es recibido por las autoridades académicas. La Universidad de Córdoba parece que fue una de las bazas fuertes con las que contó la candidatura para la Base Logística, apoyando el futuro del proyecto con el diseño de un master que, de forma relámpago, se puso a diseñar, invitando a la totalidad de su profesorado a postularse para dar clase en él. En fin, las prisas. Pero si vemos los comunicados que han ido saliendo sobre la proyección de empleo de la futura Base, un porcentaje mínimo lo son de alta cualificación, por lo que poca rentabilidad directa sacará el alumnado de la UCO.
Y eso, que una ciudad que se definía especialmente por su movimiento asociativo y vecinal, articulados frente a una situación de abandono de este sur de España y de Europa. Que se hacía fuerte en viejos locales de barrio, en las peñas culturales, en los campos de fútbol infantil, en las parroquias de las zonas desfavorecidas, en los colectivos solidarios, de mujeres, ecológicos, pacifistas, en las cofradías, en los centros de mayores, cívicos, en la casa de la juventud, en tantos sitios se agarraba esta tela de araña que nos sujetaba a muchas de nosotras. Esa Córdoba viene a ser sustituida por otra. Esa cultura de ciudad de paz y vecindad, ahora viene a superarse por una cultura militar, de guerra o como se quiera. Una Córdoba militarizada que ya se muestra arrogante ante la Memoria Histórica y ante el fascismo blanqueado de democracia.
Termina un año y parece que terminan varias décadas. Quizás termina un sueño.
Increíble pero cierto, no podría estar mas de acuerdo en todos y cada uno de los puntos expuestos, todo mi apoyo para que se haga público y notorio que nos engañan y utilizan, pero que nos damos cuenta y que no estamos dispuestos a volver 50 años atrás