Artículo de Ecologistas en Acción Andalucía
El Dr. Langham y los norteamericanos, muy interesados en estudiar las consecuencias de la radiactividad sobre los seres vivos, decidieron aprovechar el accidente para experimentar los efectos de los materiales fisionables en los seres vivos, incluidos los humanos, para ello firmaron el 25 de febrero de 1966 el acuerdo Otero-Hall. Para poder realizar sus investigaciones engañaron a la opinión pública diciendo que los terrenos estaban limpios cuando la realidad es que únicamente se llevaron a Savannah River unos 270 gramos de plutonio, el resto de los nueve kilos los dejaron esparcidos por Palomares, incluso construyeron dos fosas de 3.000 y 1.000 m3 donde enterraron material radiactivo. En la actualidad las fosas continúan en la misma situación en que estaban en 1966.
Dos magistrados de la Audiencia Nacional describen así la situación: Esto es, negro sobre blanco, el CSN afirma que en Palomares no se lleva a cabo únicamente un programa de vigilancia radiológica, sino que es un laboratorio a cielo abierto para estudiar el comportamiento de materiales fisionables liberados en el medio natural. Es decir, están utilizando a los habitantes de Palomares, a la fauna y la flora y al medio ambiente en general para experimentos científicos, sin su consentimiento lo que es contrario al artículo 6 de la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO. Así lo ha denunciado Ecologistas en Acción ante el Tribunal Supremo.
En 1966 las autoridades competentes negaron la existencia de la radiactividad, para así poder llevar a cabo los experimentos acordados con los EE.UU. Con el paso del tiempo, ya en el siglo XXI, no pudieron ocultar la existencia de material radiactivo y ahora la política que siguen es quitarle importancia al problema, de manera que incluso los terrenos contaminados, ni siquiera están señalizados con el trébol preceptivo que anuncie la existencia de radiactividad.
El peligro actual consiste en que el plutonio se está transformando en americio. El plutonio emite radiaciones alfa que no atraviesan la piel, por lo que el único peligro es ingerir o inhalar alguna partícula, pero el plutonio se está transformando en americio que emite radiaciones gamma, que si atraviesan el cuerpo humano. Ahora es peligroso acercarse a la valla de los terrenos contaminados porque la radiación del americio alcanza a los transeúntes que se aproximen.
Pero no sólo está en la zona vallada, también hay americio fuera, en concreto en la acera de los números impares de la calle Diseminado la Punta, donde hay 400 bequereles de americio según un reciente análisis de un laboratorio de Zúrich. Cada vez que un transeúnte pasa por la acera recibe una radiación equivalente a una radiografía de tórax. Las autoridades deberían entregar dosímetros a la población para saber exactamente la radiación que están recibiendo.
Ante este estado de cosas, si el Tribunal Supremo no obliga al CSN a ordenar la limpieza de Palomares, Ecologistas en Acción acudirá al Tribual Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, con la finalidad de que se obligue desde las instancias europeas a hacer dicha limpieza.
0 comentarios