«Es imprescindible crear una red de piscinas públicas en toda la ciudad para proteger sobre todo a quienes peor lo pasan en verano, que a su vez son los que menos tienen y numéricamente son la inmensa mayoría»
Hace unos días nuestro Ayuntamiento ha presentado un Plan contra el cambio climático en la que avanzaba algunas de las medidas que tiene previsto realizar, y que están centradas en la organización de actividades, la ubicación de fiestas y algunas reformas urbanísticas.
Uno de los puntos más llamativos es que los edificios públicos municipales se conviertan en una especie de refugio climático para aquellos vecinos que no pueden hacer frente a las sucesivas olas de calor que estamos padeciendo.
El Diario Cordópolis hace unos meses publicaba un artículo titulado “Córdoba, la capital española de las piscinas” en la que decía que, por cada 100 habitantes, hay 3,5 piscinas. La Cadena SER entrevistaba en 2019 al arquitecto José C. Rico que sostenía que, sólo en el término municipal de la capital, había más de 11.000 piscinas, la mitad de ellas “ubicadas en parcelaciones en suelo irregular”, es decir unas 5.500. La inmensa mayoría de estas piscinas son para disfrute de unas pocas familias, uso particular y privado. Mientras, hay barrios enteros que no disponen de lugares de esparcimiento acuáticos cercanos para combatir el enorme calor que padecemos. Barrios de trabajadores donde además cuesta mucho poner un aire acondicionado por el precio de la energía, barrios donde se da la pobreza energética y no se tiene varios cientos de miles de euros para tener una parcela y construir en ella.
Si atendemos al consumo del agua que requieren estas instalaciones sería escandalosamente mareante calcular cuántos millones de litros de agua se pueden destinar a este uso en época veraniega a la totalidad de dichas piscinas. Hablamos de un bien público como el agua, un elemento que nos pertenece a todos los ciudadanos. Además, calculen cuánto agua puede desperdiciarse en averías y fugas, y cuanto líquido podría vaciarse de nuevo al campo en forma de contaminación si no está debidamente tratado.
Y mientras, cada vez llueve menos, nuestros pantanos están más secos y vemos como a nuestros campos les cuesta adquirir ese verde tan necesario para que la naturaleza esté viva.
En época de alerta climática este modelo no es asumible. No podremos evitar el retroceso del hielo en los polos a corto plazo, pero sí se puede proteger más y mejor nuestros ríos y acuíferos, considerar que las piscinas particulares son un lujo, que su uso debe estar extremadamente regulado y limitado porque cada vez hay menos agua .
En todas las épocas históricas han existido espacios de esparcimiento para que las gentes pudieran hacer más llevadero el clima. Hoy está todo mercantilizado y no existen más políticas públicas que advertirte que pongas el aire acondicionado a no menos de 25º o que no tardes tanto en dejar la ducha abierta. Es imprescindible crear una red de piscinas públicas comunitarias y accesibles en toda la ciudad para proteger sobre todo a quienes peor lo pasan en verano, que, a su vez, son los que menos tienen y numéricamente son la inmensa mayoría. Apostar por lo público y lo comunitario, gravar y regular mucho lo privado y no permitir lo ilegal. El sentido común.
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