Me veo en la necesidad de expresar mi opinión en estos momentos tan difíciles, de confinamiento, de desastre económico, etc., por los que está pasando la población en general y la clase obrera y personas más desfavorecidas en general. Es una opinión fruto de mi experiencia como albañil de toda la vida y militante político y social desde que tengo algo de conocimiento.
Cuando hablo de personas más desfavorecidas en general no considero que éstas pertenezcan a otra clase que no sea la clase obrera. Desde el sistema capitalista y las instituciones a su servicio se las estigmatiza y se las intenta convertir en otra cosa que no es clase obrera, mediante sus rentas miserables y diferentes cribas burocráticas. El objetivo que buscan es provocar división, marginación e intentando así deshacerse del exceso de mano de obra como si de basura desechable se tratase.
Durante hace ya muchos años asistimos a la campaña brutal y masiva por parte de los servidores fieles del sistema capitalista, dirigida a borrar o prostituir palabras que históricamente han identificado y definido a la clase obrera. ¿Cuántas veces hemos escuchado eso de la clase media trabajadora, evitando así el termino de clase que define al grupo social que ha cuestionado históricamente la explotación y motor de los cambios sociales? O como se evita usar la palabra SOLIDARIDAD, intentando que esta sea poco menos que caridad con los pobrecitos desfavorecidos, por su condición económica, por desastres naturales.
Pues mala noticia. No me considero un lumbreras, filosofo, ni nada de eso; pero a mí me parece que mientras exista la propiedad privada sobre los medios de producción, la apropiación indebida de la plusvalía, y en definitiva la explotación del trabajo de la mayoría por parte de unos pocos la clase obrera seguirá existiendo, y la simple existencia de esta seguirá objetiva y subjetivamente cuestionando el sistema capitalista y todas sus salvajadas.
A partir de ahí, llego a una conclusión. Solo la clase obrera a través de su lucha solidaria será capaz de socorrerse a sí misma en condiciones de igualdad, justicia y equidad. O a estas alturas del partido, ¿aún estamos esperando que las tan cacareadas medidas que nos dicen que está tomando la UE, ya no digamos el FMI, respecto a la pandemia vayan a paliar el desastre económico que ya están sufriendo millones de familias en nuestro país, en el resto de Europa y en el mundo?
Creo estas instituciones que ya han demostrado los intereses que defienden, me remito a la crisis del 2008 por ejemplo por ser la más cercana y de la cual aún sufrimos las consecuencias, dígase recortes, salarios ridículos, desahucios y un largo etc., que hoy más que nunca seguimos padeciendo los de siempre, la clase obrera. ¿En serio nos creemos que las medidas que está tomando el gobierno y que tomará, van a contribuir a que los trabajadores y trabajadoras de este país eleven su poder adquisitivo, a que se rescate a todas las personas en detrimento de las grandes fortunas y la banca? Me temo que, aunque hasta cierto punto una parte del gobierno tenga voluntad, el IBEX 35 lo va a impedir con todas las armas que tiene a su alcance.
Nos espera un panorama duro e incierto, muchos expertos ya nos están avisando, no creo que haga falta citar ninguna fuente, para ver venir el desastre. Mucho más paro, miseria, enfermedades, más desigualdad. Algunos hablan de condiciones de posguerra, como después de la guerra civil española. Son muchas las señales. La pregunta es: ¿será el sistema capitalista capaz de recuperar su nivel de beneficio de antes de la pandemia controlando que no haya demasiada pobreza y miseria para que no haya estallido social? ¿Como lo va a hacer, a base de represión? ¿Con las migajas rentistas? Me temo que lo tienen complicado, por muchos factores, crisis climática, energética y como no, la codicia de siempre, que los lleva a acumular la riqueza en unas pocas manos en detrimento de la mayoría.
Pues viendo el panorama, no nos queda otra, manos a la obra. Solo la clase obrera es históricamente la única capaz de socorrerse a sí misma en condiciones de igualdad, justicia y equidad. Solo la clase obrera puede liderar un cambio radical de modelo social en el que el ser humano sea el centro de las políticas. Repartiendo la riqueza y que todos tengamos las mismas oportunidades, derechos y deberes.
Yo nací en 1967. Aun tuve que vivir bajo la dictadura fascista del general Franco. En el seno de una familia humilde con seis hijos. Que vivió y sufrió la posguerra. A nivel represivo y por supuesto económico. Familia cordobesa inmigrante como tantas otras en Catalunya.
Vivíamos en un piso de protección oficial, de esos que tenía en la puerta la placa con el yugo y la flecha, en un barrio obrero llamado la Vinyala, de Sant Vicens dels Horts, en la comarca del Baix Llobregat, comarca del cinturón industrial de Barcelona, posteriormente bautizado con el nombre de cinturón rojo, debido a que se convirtió en un gran hervidero de la lucha obrera.
Yo era muy crío entonces, mis primeros recuerdos del colegio, son terribles, teníamos que rezar el padre nuestro todas las mañanas, algunos profesores eran auténticos fanáticos de la disciplina marcial, clerical, en definitiva, del régimen. Otros no, menos mal, aunque no se definían políticamente eran cariñosos y te hacían pensar, con todas las precauciones, estábamos en una dictadura. Ya se empezaba a deslumbrar el cambio, no creo que fuera por casualidad. Mas bien creo este cambio se dio gracias a la organización y educación fruto de la organización estudiantil antifranquista, basada en la organización solidaria de los estudiantes en este caso de magisterio.
Al mismo tiempo yo veía cosas raras en mi casa, escuchaba a mis padres hablar bajito, Muchas veces, yo no oía bien lo que decían. Pero creo que unas veces hablaban de que no había dinero para los reyes magos, o para llegar a final de mes. Pero había un tema que les hacía temblar más que todo eso. Mi padre era militante de CC.OO. y del PSUC, eso sí que daba miedo.
Ya se hacían fiestas mayores del barrio, y recuerdo a mi padre muy implicado a otras personas que más adelante conocí más profundamente, recuerdo estar colgando banderolas con mi padre y pintando carteles y otras actividades para preparar la fiesta del barrio. Hasta algunos profesores organizando las actividades deportivas.
Y se murió el dictador. Las cosas empezaron a cambiar, “quizás se respiraba mejor” como dice la canción de Ismael Serrano.
Empecé a ver cambios en el colegio, recuerdo que empezaron a surgir actividades extraescolares, ajedrez, deportes, incluso recuerdo haber montado un motor de coche. Todo eso organizado por la Asociación de padres de Alumnos, y parte del profesorado. Yo no lo sabía, pero todo eso era voluntario, las personas que lo hacían, era por amor al arte ósea no cobraban. También empezó a funcionar el comedor escolar, que se financiaba con las cuotas de los padres exclusivamente, con lo que se empezaba a solucionar el tema de la conciliación, y sobre todo el de la alimentación, llego a tal punto, que se pudo contratar a las personas que se ocupaban de él, e incluso a ocuparse de los niños de familias con menos recursos que no podían pagarlo. Todo eso fruto de la organización solidaria de los padres. También recuerdo, por que pase mucho miedo, las luchas por la enseñanza pública, cortando la carretera de cuatro caminos, con disturbios y atropellos, con la guardia civil con sus escopetones y salir corriendo con mi padre a toda ostia por que cargaban, yo era un crio.
Y llegaron los pactos de la Moncloa, tan cacareados en estos tiempos de pandemia, no me extenderé en este tema, es muy largo, pero bueno yo me uno a esas voces críticas.
Yo era muy joven y no participe políticamente en este tema, pero me pregunto si realmente dichos pactos responden a los intereses generales del pueblo o a los de una minoría; tengo la sensación visto lo visto que estos más bien fueron la segunda opción.
Yo creo que mi padre fue uno de los primeros despedidos después de los pactos de la Moncloa, mi padre era marmolista y trabajaba en una empresa de l’Hospitalet, recuerdo como contaba que se quejaba, por ejemplo, de cómo se veían correr las ratas por el taller, como los explotaban y obligaban a hacer horas extras gratis, y otra serie de fechorías que cometía la empresa amparada en el despido libre y la amenaza contante hacia los trabajadores, o tragas o a la calle. Pues mi padre no tragó. Así que a la calle.
En este momento mi familia supo lo que era caer en desgracia. Mientras que se solucionaba el juicio por despido mi padre dejo de ingresar su nómina, no cobraba paro, ni indemnización ni nada, no había ingresos. Ese proceso fue largo.
Pues ahí entró en juego la solidaridad, no la caridad. Yo veía a la gente que había visto colgando banderolas en la fiesta mayor, que hacía actividades en el colegio, que corría delante de la policía en los cuatro caminos traer paquetes de comida, regalos para los reyes magos e incluso darle algún sobre a mi padre. Y no fue ni caritas, ni la iglesia. Fue la respuesta solidaria del barrio, del sindicato, y del aquel entonces PSUC. Solidaridad desde la igualdad, desde la equidad, y desde el laicismo.
Llego mi adolescencia y comencé a ser un joven organizado, y creo que fue gracias a esa solidaridad, a esa empatía por los iguales y a esa manera de ver el mundo. La clase obrera es la única que se puede socorrer a sí misma, desde la igualdad, la democracia y la equidad. Así que decidí implicarme y organizarme con mis iguales para luchar por un mundo más justo. Podría seguir contando más historias, pero eso lo dejare para otro momento. En todo caso mi conclusión es que antes de ser consciente y después cuando lo fui. Es que solo con la organización solidaria de la clase obrera se consiguen conquistas, solo así los obreros toman conciencia de sí mismos como clase y se organizan para luchar por una sociedad más justa.
Volvamos al presente. Tiempos de pandemia y antes. En primer lugar, un matiz importante. Jamás cuestionare la labor de los miles de voluntarios/as que a su manera intentan paliar la miseria en nuestro país y en el planeta, creo que es gente sincera que se da a los demás en su inmensa mayoría, por solidaridad y empatía hacia los demás, esto que quede claro.
No puedo hablar igual de las organizaciones en las que estas personas participan. No puedo creer en organizaciones que patentan, si patentan, ante notario la marca BANCO DE ALIMENTOS, os invito a investigar quien es el titular de esa patente. No puedo creer en organizaciones opacas, nada democráticas, nada transparentes que se dedican a dar limosna a los pobrecitos desfavorecidos que no tienen para comer. Qué curioso, la inmensa mayoría relacionados con la iglesia.
A eso ¿le llamamos solidaridad? Yo no lo puedo llamar así, yo lo llamo caridad desde arriba, adoctrinamiento, no cuestiona la injusticia social y además, y creo que es lo peor, contribuye a que la gente no se organice y no tome conciencia de sí misma y por lo tanto no dé respuesta y se organice contra la injusticia.
Por otro lado, tenemos a esos ricos, millonarios altruistas, filántropos, que donan no sé cuántos equipos sanitarios, que sueltan migajas de su fortuna. Lavados de cara. No sois solidarios, sois los sinvergüenzas que os estáis apropiando del fruto del trabajo de los trabajadores aquí y en mal llamado tercer mundo. Sois la lacra de esta sociedad, los que impiden el avance hacia una sociedad más justa en la que la riqueza se reparta por igual. En todo caso soltáis migajas del fruto de la explotación para lavar vuestra cara para que todo siga igual.
En definitiva y para terminar, creo que solo la organización solidaria en cada barrio en cada calle, en cada pueblo, en cada ciudad dará respuesta a la emergencia social de manera justa y democrática
Los trabajadores deben organizarse de manera auto gestionada, de manera que esto cree conciencia y sirva para luchar por un mundo más justo.
El camino es muy largo, por eso yo soy optimista y paciente. Esta batalla la ganaremos casa por casa, calle por calle, barrio por barrio, pueblo por pueblo. Solo así conseguiremos construir una red solidaria fuerte que plante cara a la injusticia.
Es mi opinión.
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