*Atención, este artículo contiene spoilers.
The Mission se trata de un drama con tintes históricos que narra las reducciones jesuitas que tuvieron lugar en el actual Paraguay en 1750 -reinado de Fernando VI-. El filme se centra en los personajes del padre Gabriel –Jeremy Irons– y el cazador furtivo Rodrigo Mendoza –Robert De Niro-, perteneciendo el primero a la Compañía de Jesús. De una forma u otra, ambos van a vivir una experiencia misional y sociológica basada en la fe, la esperanza y la caridad para ayudar y refugiar a los guaraníes ante la esclavitud.
El Tratado de Permuta o de Intercambio -firmado en ese mismo año entre Portugal y España por Fernando VI de España y Juan V para resolver diferencias fronterizas en Sudamérica- hace que el futuro de las poblaciones indígenas que vemos en la obra se trunque, teniendo que resistir a su expulsión y luchar no solo por conservar su cultura, sino su vida.
En la película, este problema de la colonización de América en la época del reformismo borbónico no se presenta desde una apología al compromiso político revolucionario a partir del cristianismo, sino desde una responsabilidad histórica y de solidaridad entre los hombres; y es que el cine entre otras artes, nos permite conocer la historia al mostrarnos distintos puntos de vista con la finalidad de que el espectador elabore su propia reflexión.
La «leyenda negra», surgida a partir del siglo XV, aún sigue presente hoy en día en muchos aspectos, llegando incluso a crear un punto de vista negativo sobre España -hispanofobias-, al partir de la maduración de las monarquías absolutas para establecer diferentes estereotipos que han mostrado una imagen imperial y conquistadora basada en el pietismo religioso, la envidia y el poder repentino de dicho estado. Pero, bien es cierto que estas visiones no solo han surgido de un proceso externo -heteroimagen-, sino que el proceso interno -autoimagen- también ha tenido relevancia, al aceptar las imágenes nacionales.
Los discursos ideológicos que encontramos en los protagonistas, en los altos cargos eclesiásticos que aprueban la eliminación de las misiones, en los indígenas guaraníes y en los intereses geo-estratégicos de Portugal y España, van a construir una imagen de los conflictos que van a proceder de este choque entre distintas culturas. Es así cómo se interpela directamente al espectador o a la espectadora sobre las relaciones interétnicas, sobre el balance de la colonización y sobre el duro precio de la aportación cultural europea.
En el arranque del filme se nos presenta un alto cargo eclesiástico -Legado Papal- enviado para resolver el conflicto religioso/político de Sudamérica dictando una carta a Su Santidad -Papa Clemente XIII- en 1758. Todo ello plasmado en la pantalla mediante primeros planos y planos medios del personaje que abren un planteamiento psicológico al mostrarnos mediante un encuadre cercano la expresión dura del Legado Papal que se mezcla con su testimonio escéptico. Esta visión nos contrapone con imágenes -provenientes de la memoria personal con gran carga emotiva del propio personaje- lo que ocurrió en la misión jesuita de San Miguel donde pese a intentar llevar la palabra de Dios, los indios solo le ofrecieron martirio por lo que fueron liberados para ser de nuevo esclavizados por los pobladores portugueses y españoles. Poco después de esto se nos presenta la historia mediante diferentes flashbacks donde el Padre Gabriel llega a San Carlos para ayudar a reconstruir la misión que el asesinado cura Ignacio no pudo llevar a cabo, mostrando así el choque cultural de los indígenas y la infinita fe del Padre que nunca tira la toalla.
De esta manera, desde este primer momento se nos presentan a los guaraníes desde dos puntos de vista. Primero, se nos cita que su alma espiritual está inclinada hacia la música -aparecen tocando música sacra en latín con violines-, para después presentárnoslos como “salvajes” y asesinos al localizarlos en la selva. Así pues, en cuanto llega la música, de carácter intradiegético por medio del oboe de Gabriel -y la aculturación occidental-, algo les llama la atención, siendo una de las características que van a ser importantes para el proceso de evangelización por parte de los jesuitas. Es así, cómo los espacios contrapuestos, uno domesticado y uno salvaje y natural, van a ser elementos claves para representar el cambio que la evangelización llevó a cabo en los indígenas. Esta historia narrada se presenta en pantalla mediante dos planos de temporalidad mediante el uso de un montaje alterno que va a recorrer toda la trama a través del uso de un lenguaje cinematográfico fluido y rítmico.
De repente, nos encontramos en mitad de la selva donde los guaraníes huyen despavoridos debido a que alguien intenta capturarlos para posteriormente venderlos. Se trata del traficante de esclavos Rodrigo de Mendoza que, tras un drama plagado de celos y deshonra que le lleva a matar a su hermano, recae la culpa sobre él, siendo, tras la ayuda de Gabriel, cuando aparece su redención, haciéndose jesuita y tratando de ayudar a los mismos que antes trató de destruir. De esta manera se nos presentan a los dos protagonistas de forma contrapuesta, encontrando en ellos dos caminos muy diferentes para salvar a los indígenas: la violencia o la fe. Gracias a estos dos personajes contrapuestos y a los militares y eclesiásticos podemos encontrar las distintas visiones de la `leyenda negra´ española plasmados en el filme.
Por un lado, encontramos al español que abusa del poder y de la violencia en los militares que atacan San Carlos al final casi de la obra fílmica. Bien es cierto que, en una ocasión los soldados parecen cambiar de opinión al encontrar una cruz cristiana en el asentamiento, llegando a santiguarse ante ella, mostrando así cierto fanatismo religioso pero, el coronel o sargento al cargo de la tropa les obliga a volver a tomar posiciones y atacar, representando una gran fiereza. Esta imagen se relaciona directamente con la de los jefes políticos -como el gobernador español Cabeza-, los cuales van a presentarse como despóticos, altaneros, militantes e indolentes. Asimismo, en varias escenas estos desprecian a los indígenas al señalar que: “es una criatura de la selva, un animal con voz humana; […] son criaturas letales y lascivas, habría que juzgarlas con la espada y someterlas a trabajos con el látigo”.
En el filme, la visión de España, pese a que tengan leyes antiesclavistas, se nos plasma a favor de ellas si aportan beneficios económicos, llegando incluso a comprar esclavos a Portugal y a ayudarlos en el exterminio de las reducciones jesuitas. Los conflictos que ya hemos comentado entre Portugal y España no solo van a llevar a una masacre final, sino que van a servir para ver cómo los propios países, debido a su forma de gobernar, a su avaricia y a su etnocentrismo, se van a definir a sí mismos, comprobando así, cómo según la relación de un país con el resto del mundo, genera una imagen u otra.
Por otro lado, es cierto que históricamente, la imagen de España ha pasado por diferentes etapas, pasando de una visión enemiga a una decadente, orientalizada e incluso, beligerante. En este caso, y desde otro punto de vista, encontramos en los dos jesuitas protagonistas, otra visión muy distinta del español. Los jesuitas, desde la perspectiva de los demás, se plantean como grupos sociales sospechosos -en materia de religión- pero, su proceso de evangelización podemos comprobar cómo no se lleva a cabo a través de la fuerza y la violencia, sino que estos aprecian los rasgos culturales guaraníes y trabajan en base a ellos, combinándolos con ciertos aspectos europeos para crear asentamientos productivos en las misiones mediante un sistema de comunidad socio-poblacional. Cabe destacar que las reducciones de Paraguay fueron las más conocidas por su prosperidad cultural y económica y por su desafortunado final, pero desde el siglo XVII la Compañía de Jesús estuvo construyendo otras en diversos lugares de América del Norte y del Sur.
De esta manera, Rodrigo de Mendoza, tras presentarse como un ser despreciable que trafica con vidas humanas y tratar de redimirse portando una pesada carga en un fardo, se encuentra de nuevo con los guaraníes y es reconocido por uno de ellos, un niño que lo señala como el saqueador que era. Pese a que sus ojos ya no muestran rencor, el cacique indígena quiere acabar con él, pero, tras unas palabras de Gabriel, deciden perdonarle y acogerlo en su reducción, momento en el que Mendoza se rompe por completo, siendo esta escena una especie de inicio de una nueva vida y de un nuevo hombre. Este personaje, por tanto, pasa de una visión negativa y propia de la `leyenda negra´ -milicia mercenaria- a alguien caritativo que da incluso su vida por proteger a los guaraníes.
En The Mission la violencia va a ser explícita para tratar de reflejar no solo lo “salvaje” del guaraní que mata animales, sino para hacer ver al espectador o a la espectadora la masacre que sufrieron los indígenas por parte del ejército luso-español. Así pues, pese a no tratarse de una obra de gran rigor histórico, recrea una situación real que ocurrió en 1756 y que junto a las obras de José Tomás Cabot (La reducción, 1963) y Fritz Hochwaelder (Das heilige Experiment, 1942), van a servir de gran influencia para la obra de Joffé.
En este punto cabe señalar que la banda sonora va a tener gran importancia, ya que la música no solo va a ser fundamental en la relación de los jesuitas con los guaraníes, sino que el compositor Ennio Morricone va a mezclar guitarras españolas con tambores nativos y música coral litúrgica, creando musicalmente el mestizaje de culturas que tuvo lugar en la colonización.
Desde un enfoque más antropológico podemos comprobar cómo la otredad y la alteridad está presente a lo largo de toda la obra. La adaptación al medio “salvaje” y al pueblo nativo por parte de los jesuitas necesita un proceso de inmersión total para llevar a cabo la evangelización, plasmándose esto en el filme a través de las escenas de los ritos guaraníes que toman cierto carácter documental y etnográfico. En este sentido cabe reseñar que el antropólogo Malinowski también encontraba el tiempo de adaptación y la observación participante como elemento clave para el estudio.
En la obra de Roland Joffé podemos comprobar cómo sí existe un reconocimiento del “otro” al proyectarlo como un pueblo “salvaje” y diferente, no encontrando en ningún punto del filme una deconstrucción de la mirada exótica que los europeos tienen sobre los indígenas. En varios momentos de la trama se nos presenta este reconocimiento del otro mediante una visión más etnocentrista al describirlos con los adjetivos negativos ya comentados. Pero, sin embargo, su visión sobre ellos va a ser muy diferente desde los ojos del Padre Gabriel, pudiendo ver en él una relación más de igual a igual, no basada en la alteridad ni la otredad como ocurre en los demás personajes españoles ya analizados.
Asimismo, cabe hacer hincapié en que la mayoría del filme se presenta desde la mirada europea, es decir, la perspectiva narrativa se plantea en los jesuitas protagonistas y en los eclesiásticos, políticos y militares que intentan derribar las reducciones. Solo al final de la obra la cámara se vincula a la visión nativa cuando los pocos niños que han sobrevivido tratan de rescatar lo poco que ha quedado y se marchan a la selva, pudiendo ver de nuevo una comparación con obras como The Keys of the Kingdom (John M. Stahl, 1944) o influencias en otras como Apocalypto (Mel Gibson, 2006). Cabe indicar como punto negativo que la película va a seguir las mismas pautas del cine clásico y, pese a querer plantear una responsabilidad histórica ante la masacre indígena, van a plasmarlos como una masa homogénea, casi sin identidad propia/personal al presentarlos como iguales.
La intolerancia religiosa, la ineficacia en materia económica y la ambición política solo son unas de las diversas maneras que servían para definir a España en el pasado, pero, por desgracia siguen presentes en el presente. Ya no se trata de hacer una reflexión desde el momento histórico, sino que, desde el presente, podemos comprobar cómo la Memoria Democrática del país continuamente presenta elementos negativos y de rechazo que no sirven para superar los traumas de masacres como la Guerra Civil, sino que, a día de hoy, diversas situaciones, sobre todo políticas, vuelven a reabrir las heridas del pasado al no mostrar una responsabilidad sobre los fallecidos; o, por desgracia, hechos como el racismo y la homofobia, los cuales guardan cierta relación con la visión que los europeos tenían sobre los nativos guaraníes muchos siglos atrás. Pero, es que más que nunca, y al igual que en The Mission, la fe -en este caso ideológica y no religiosa- va a ser la última que el ser humano pierda, luchando por ella hasta su muerte.
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